Tengo que empezar reconociendo que no sé nada sobre literatura nórdica. No he leído a Knut Hamsun y los paisajes aparentemente perfectos de la región nunca me han atraído. Mis únicas referencias son algunas novelas negras y de terror que se convirtieron en best sellers y éxitos del cine, pero que tampoco atraparon mi atención (en parte, quizás, porque me cuesta trabajo retener los nombres de sus personajes, sus calles y sus ciudades).

Justo por eso fue grande mi sorpresa al leer Aguardiente, de Torgny Lindgren. Publicada originalmente en 2007, la novela narra la historia de Olof Helmersson, un pastor de 83 años quien, tras un retiro en la costa, ha decidido volver al pueblo de Avabäck, donde alguna vez fue muy importante.

Según la leyenda, el predicador fue el encargado de introducir en la comarca el hábito de cepillarse los dientes. Por aquella época, gente de todas las ciudades vecinas se acercaba para escucharlo hablar sobre Dios, mientras cantaba a todo pulmón y tocaba el acordeón. Su fe y su ánimo al sermonear lo convirtieron en todo un referente de la comunidad; una voz que les daba paz y tranquilidad.

Pero ahora todo es diferente. Olof no cree más en Dios y la misión que lo ha llevado a salir de su aislamiento tiene que ver con esparcir el ateísmo. El expastor está convencido de que es tiempo, justo al borde de su vida, de desengañar a todos aquellos que alguna vez cayeron rendidos ante sus homilías.

Armado únicamente con una bicicleta (que, aún a su edad, es su principal medio de transporte, y que hace pensar en el caballo Rocinante de Don Quijote), Helmersson descubre que su empresa no será sencilla: en principio, porque gran parte de la gente que alguna vez conoció ya descansa varios metros bajo tierra y además porque la nueva comunidad no está interesada en saber de Dios. Un antiapostol que tiene que desandar el camino justo antes de morir.

Por suerte para mí, Aguardiente, como muchas grandes otras obras, se encarga de acabar con los prejuicios. Como un titiritero cínico, Torgny Lindgren se burla de su protagonista y lo trata con la punta del zapato. Y al hacerlo, le recuerda al lector lo ridículos que podemos ser y lo absurdos que son la mayoría de los objetivos de la raza humana.

(Aguardiente, Torgny Lindgren, Sexto Piso, España, 2018, 181 páginas, $300)

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