Son días de mucho movimiento en los medios, algo predecible dada la llegada de la 4T, y la radio de nuestra ciudad no ha sido la excepción. Estamos viendo el surgimiento de nuevos jugadores (como la estación Aire Libre 105.3), el cambio de formato de algunas frecuencias (el 97.7 dejó de ser uno de los bastiones del pop más frívolo para convertirse en una estación de noticias con tendencia a la izquierda que ni siquiera ha sido bautizada), comunicadores que se están mudado a medios más afines a su ideología, además de frecuencias que cambian de operadores: Radio Centro dejará de ser arrendatario del 92.1 y Grupo Siete, su concesionario legal, aún no informa qué planes tiene, aunque se rumora que podría surgir ahí una estación de música alternativa —lo que sea que eso signifique en 2019—. Por su parte, Grupo Imagen negoció el 98.5 de la CDMX y el 100.3 de Guadalajara con El Heraldo de México, que ya echó a andar una estación —Radio Heraldo— de cabezas parlantes y noticias, que, creo, a nadie le hace falta. Esa transacción significó el adiós de RMX, un proyecto para gente joven que gozó de más trascendencia en Guadalajara que en esta ciudad. A nadie sorprende que Imagen lo haya mandado a volar. El interés y el compromiso de los directores de este consorcio con la cultura y con los jóvenes siempre ha sido inexistente.

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Sin embargo, ninguna de estas situaciones ha sido tan discutida, comentada y analizada como lo que está pasando en el IMER, el Instituto Mexicano de la Radio, nuestra radio pública. El martes en la tarde noche, el conductor del noticiero Réplicas, que se transmite en Horizonte (107.3 FM en la CDMX), anunció su salida del aire. Así explicó su decisión vía Twitter: “Comunico oficialmente mi renuncia a @imerhoy como un llamado de atención para quienes deben tomar las decisiones adecuadas. La SEP no nos ha acompañado como debería ser y tras una serie de promesas nos han dejado sin paraguas, por ello me retiro de Réplicas”. Después supimos, vía la directora del Instituto, la respetada Aleida Calleja, que los recortes presupuestales obligaban a las estaciones a detener sus transmisiones, a dejar de producir programas y a despedir a empleados eventuales. Las redes empezaron a arder tras un tuit que salió de la cuenta de Reactor 105 (frecuencia en la que me tocó trabajar durante casi una década y la más escuchada del grupo): “A nuestros radioescuchas y público en general: Debido a la restricción presupuestal que está atravesando el @imerhoy, la estación solo transmitirá música continua a partir del 1 de julio. Agradecemos sus mensajes de aliento y apoyo.”

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No me queda claro porqué el gobierno no ha liberado el presupuesto que corresponde a la radio pública de este país. ¿No le parecerá un proyecto lo suficientemente importante? ¿No lo ve como una prioridad? ¿No tiene clara su importancia? ¿O solo es una medida temporal (mal comunicada) por ordenar un Instituto en donde efectivamente falta el orden? El presidente ya avisó que se van a corregir las injusticias. Aparentemente, la indignación pública ha tenido eco en quienes nos gobiernan. No sería justo que se despidiera a más de 200 personas que hacen tanto con tan poco. En este momento me quedo con la impresión de que algo se arreglará. Pero temo que, en el mejor de los casos, el IMER volverá a la precariedad de siempre. Que los que ahí trabajan tendrán que hacer milagros para que su audiencia, la prioridad de este medio público, no note la adversidad material con la que ahí se labora. Yo pensaría que el IMER se merece más —ente otras cosas, mejores herramientas para su autofinanciamiento— para poder estar a la altura de los mejores medios públicos del mundo. Pero por lo pronto, esperemos que las cosas regresen a la normalidad. Este país lo necesita.*

*Nota del editor. Después de la entrega de esta columna, IMER anunció que recibió el presupuesto necesario para continuar operando con normalidad

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