La noticia apareció apenas en algunos medios: Billie Eilish es la primera artista nacida en este milenio (18 de diciembre de 2001) que consigue llegar al primer lugar del aún relevante Hot 100 de Billboard, a bordo de su debut, el fantástico álbum When We Fall Asleep, Where Do We Go?. La hazaña confirma lo que millones de adolescentes en todo el planeta ya sabían desde hace algunos meses: la señorita Eilish es una artista a la que no hay que despegarle la mirada. No solo está demostrando ser brillante y una capacidad de conectar con un gran público, sino que además tiene un potencial incalculable.

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Lo que sabemos de ella: tiene más de 17 millones seguidores en su cuenta de Instagram (@wherearetheavocados).

Fue fichada como modelo por Next Models, una agencia de gran importancia.

Su primer ídolo musical fue Justin Bieber, de quien estaba enamorada cuando tenía 12 años. Ha dicho que no lo quiere conocer, pues le apena ponerse a llorar enfrente de él. También admira a Lana Del Rey y a Amy Winehouse.

Tiene duetos con Khalid (“Lovely”) y con Vince Staples (“&burn”) y dice que le gustaría trabajar con Childish Gambino y Tyler, The Creator.

Escribió una canción (“When I Was Older”) para el disco de música inspirada por la película Roma.

Ha abierto shows de Florence and the Machine.

Dave Grohl, el cabecilla de los Foo Fighters, recientemente la comparó con Nirvana —donde fungió como baterista—, tras haber acompañado a sus hijas a uno de sus conciertos: “Mis hijas están obsesionadas con Billie Eilish. Y lo que veo que está sucediendo con ellas es la misma revolución. Cuando la veo pienso que el rock and roll no está ni cerca de morirse”. Otros fans notables de su música son Thom Yorke, que fue a uno de sus conciertos en Londres y Flea, de los Chili Peppers, quien dijo estar feliz de que sus hijas admiren a Eilish. Ahí nomás.

Tiene ideas particulares acerca de la fama: “Es horrible. Vale la pena porque me permite hacer conciertos y conocer gente, pero la fama en sí misma es jodidamente terrible”.

Su primera canción era una balada llamada “Ocean’s Eyes”, que colocó en SoundCloud. Ahí empezó a ganar entusiastas. La escribió para una clase de baile. El autor es su hermano, Finneas O’Connell, quien actualmente tiene 21 años y sigue siendo su más cercano colaborador, el único productor de su primer álbum. Finneas además tiene una banda de rock llamada The Slightlys.

Billie ha revelado que padece el síndrome de Tourette, un trastorno neurosiquiátrico que se caracteriza por múltiples tics físicos y vocales, generalmente asociado con la exclamación de palabras obscenas o comentarios socialmente inapropiados.

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¿Qué la hace especial? Así la explica el respetado portal Pitchfork: “La extravagante excentricidad de Eilish se siente muy alejada de la fórmula pop”. Dieron en el clavo. Hay algo en su música que no parece provenir de uno de esos laboratorios en los que hoy en día manufacturan los hits. La suya es música impredecible, inteligente, a veces luminosa y a veces muy oscura, a veces con humor y a veces muy solemne. Y que, sobre todo, se siente joven, nueva, inédita. No está alejada del trap, ni del pop electrónico que hoy predomina, pero solo usa algunos de sus elementos, evitando los lugares comunes. A eso han agregado una dosis de emo y una pizca de sonidos que parecen provenir del rock gótico.

Lo mejor de todo es que su historia apenas está arrancando. Escuchen su disco. Dense cuenta del talento que encierra.

De las posibilidades que tiene frente a sí. Yo creo que estamos ante una artista que puede hacer época y que de momento está transformando la corriente principal. Atentos con ella.

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