No sabemos si mi tía Karen se suicidó o fue víctima de feminicidio. Desde 1985, el año en que yo nací, ella no está con nosotros. En su memoria, escribí Agua de Lourdes. Ser mujer en México (Turner, 2018) y comparto un fragmento que habla sobre el suicidio-feminicidio, un delito que se encuentra tipificado en El Salvador (“el único país de Latinoamérica –y, según la ONU, posiblemente del mundo”)

La madre de Karen cree que se suicidó.

El padre de Karen cree que la mataron.

Que la asesinó un hombre.

Su novio.

“Hija de político tlaxcalteca fallece en un accidente”.

“Papito, mamita, dios, perdónenme”.

“Esto te pasa por puta”.

“No estaba extraviada, se fue a vivir con su novio”.

Karen escogiendo el método de suicidio.

Karen escuchando, una y otra vez, “eres una puta”, “eres una fácil”.

Karen sabiendo que todo esto es su culpa.

Porque es lo que sabemos las mujeres.

Karen confrontándolo y él diciendo que no era su hijo.

Quien sabe de quién es hijo.

Como si no te conociera.

Karen anudando la cuerda.

Karen pensando en los nudos.

Un recuento de los nudos.

Karen meditando acerca del mejor nudo.

Hay diferentes tipos de nudos.

Los conoce casi todos.

No sabemos si la violaron, hija.

Estaba embarazada cuando murió.

Las mujeres no se cuelgan.

No lo puedo creer.

No puede ser que le hayan hecho esto a Karen.

Escribo sobre mujeres poetas que se suicidaron. Un artículo de The National Center for Biotechnology Information asevera que “las mujeres tienden a elegir la sobredosis de fármacos y la exanguinación como método del suicidio mientras que los varones con mayor frecuencia usaban ahorcamiento y asfixia”.

Todo lo que fuiste tú lo llevo conmigo.

Lo que eras.

Dudas e incertidumbre.

Lee la entrega anterior de Karen Villeda: Mujeres que aman a mujeres

Un titular de Excélsior llama mi atención. Pienso en mi tía Karen. ¿Qué fue lo que sucedió con ella realmente? “Especialistas en temas de violencia contra las mujeres mencionaron que no hay registros que permitan dimensionar los asesinatos que se comenten en el país, ya que las autoridades no reportan los homicidios o incluso llegan a consignar las muertes como no intencionales o suicidios”.

“Es el pan de cada día. Tenemos el caso de Lesvy o el de Mariana Lima, que los quisieron hacer pasar como suicidios. Lo que hacen las autoridades es investigar como un suicidio o un homicidio no violento. Por eso las recomendaciones a nivel internacional es que se sospeche que, cuando hay un homicidio, se investigue como feminicidio, porque los perpetradores de estas conductas buscan hacerlo pasar como suicidio”, comentó Lucía Núñez, doctora en Ciencias Sociales y colaboradora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Reviso las estadísticas. El feminicidio-suicidio es una forma extrema de violencia de género. “Aseguraban que era un suicidio”. Los años han pasado y, si fue un feminicidio, el caso de mi tía Karen ni siquiera fue un caso. Y si fuera un caso, entonces seguiría impune.

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El cuerpo de la abogada Mariana Lima Buendía fue encontrado en su domicilio en Chimalhuacán, un municipio del Estado de México. Su esposo aseveró que se había suicidado y las autoridades judiciales así lo consideraron. Era el 28 de junio de 2010. La madre, Irinea Buendía, no aceptó la versión oficial puesto que su yerno, Julio César Hernández Ballinas, un policía judicial, contaba con un historial de violencia hacia su esposa. “A Mariana, asegura Irinea, la asesinó su marido”. 

“Vas a terminar en uno de esos tinacos donde eché a otras dos que no aprendieron a tratarme como debían”, fue una de las amenazas recibidas que Mariana le llegó a relatar a su madre.

Cinco años después del asesinato de Mariana Lima Buendía, el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia 

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