No tenemos que voltear a otros países para notar las repercusiones de la violencia y abusos contra los niños que se viven en nuestro país.

En México, 6 de cada 10 niños y adolescentes han experimentado algún tipo de violencia; 1 de cada 15 ha experimentado alguna forma severa de castigo, y 1 de cada 2 ha sido sometido a presión psicológica, aunque lo más grave es que algunas personas siguen pensando que esto es lo normal.

Entre 2010 y 2018, México ha ocupado el primer lugar en violencia y abuso infantil entre las naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Y aunque muchos de nosotros sobrevivimos al poder de la chancla, esto no significa que sea el método más adecuado para la corrección y educación.

La falsa creencia de que se debe de educar a golpes o colocar a los pequeños en condiciones de inferioridad para que sepan quién manda, ha pasado de generación en generación en nuestra sociedad. No obstante, la ciencia se ha encargado de demostrar que estos métodos, además de no ser efectivos, resultan contraproducentes.

Varios estudios han demostrado que los golpes no corrigen el comportamiento, sino que se instalan en la memoria y la víctima se hace proclive a repetir estos patrones de violencia, pues hay un impacto a nivel neurológico cuando esto se da de forma sistémica. Además de que lo único que acarreará vivir amenazado a los golpes o insultos en una edad tan importante como lo es la adolescencia será baja autoestima e inseguridad durante la vida adulta.

Desgraciadamente hay muchos otros niños que además afrontan otro tipo de problemas, como pobreza, discriminación y trabajo obligado. De acuerdo con el informe anual 2017 de Unicef México, más de cuatro millones de infantes no asiste a la escuela, el 65% no tienen acceso a libros infantiles, en tanto que nueve de cada 10 niños que hablan alguna lengua indígena viven en la pobreza.

México es el segundo país de América Latina y el Caribe con mayor prevalencia de trabajo infantil, después de Brasil, con un aproximado de más de dos millones 217 mil niños, niñas y adolescentes que trabajan, de acuerdo con la CEPAL.

Y, por si fuera poco, un informe de la OCDE afirma que, anualmente, más de cuatro y medio millones de niños y niñas mexicanos son víctimas de abuso sexual; aunque refieren que la cifra no exacta, pues hay muchos más casos que no son denunciados.

Así pues, ayer se conmemoró el Día del niño, y aunque hay mucho que celebrar, estos datos nos deben obligar también a reflexionar sobre lo que significa ser niño en México hoy en día.

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