• Cuando empecé a mandar mis cuentos a concursos (¿qué, a los 21 años?) mi seudónimo era Fernando del Paso Redoblado. No sé por qué dejé de hacerlo. Creo que llegué a la conclusión de que a él no le daría tanta risa.
  • He regalado al menos cinco primeras páginas de Noticias del Imperio. Los ejemplares que tengo en casa están mutilados y también lo he hecho con libros ajenos que estuvieron en mis manos más de media hora. Esa página, la degenerada enumeración de los títulos nobiliarios e imaginarios de Carlota, me parece literatura a su máxima potencia. La cuartilla arrancada se la obsequio a quien creo que puede usarla como medicina, como inspiración. Es un destino noble. Es, además, una de las páginas más impresionantes que he leído en mi vida.
  • Un chavo se acerca a mí en la Feria del Libro del Zócalo. Me dice que tengo un saco que a su parecer Fernando Del Paso me envidiaría. Es un saco incluso feo hecho con parches. Lo compré usado y me queda un poco grande. No lo traigo puesto en ese momento, el sujeto me lo vio en una foto de internet. La verdad sí estaba pensando en don Fernando cuando lo adquirí.
  • En un lugar donde trabajé había una biblioteca, más bien un espacio donde los creativos iban a dormir la cruda pasando por desapercibidos. Los tomos que ocupaban los estantes eran pesados y enormes libros de Cliparts; bancos de imágenes, vaya. Páginas y páginas de fotos de playas, de familias desayunando alegres y de papagayos. La tecnología digital eliminó tan desopilantes publicaciones. Los he visto en remates a precios infames. Entre esos tomos había una huérfana Historia de la publicidad en México. Metáfora aparte, un ejemplar negro. Si la memoria no me falla era editado por la agencia Alazraki. En una de las páginas de la introducción había una fotografía de Fernando Del Paso sin barba, joven aún, en el texto se le atribuía la creación de un jingle popular de Hérdez. No quiero ser apologético pero, visité esa fotografía con cierta constancia, era una especie de amuleto que me ayudó a sobrellevar los infinitos laberintos de estupidez que uno soporta en una agencia de publicidad. Hacía las veces de una estampita de santo.
  • Homenaje a Fernando Del Paso en Bellas Artes. Ya no puede hablar, apenas hace unos meses fue el segundo infarto cerebral. Balbucea un texto que preparó para la ocasión. A la mitad se bota de la risa. Entre fascinante, aterrador y mágico. Todos en el público estamos atónitos. No podría ser distinto.
  • Hay una parte en Palinuro donde los amantes están uno enfrente del otro, recostados en una cama. Solo los separan sus narices. Entonces ambos se dan la espalda y lo que los separa ahora es el planeta Tierra. Hermoso.
  • La obra de Fernando Del Paso es oxígeno puro para los escritores vivos de este país. ¿Cuál es la mejor novela escrita en los últimos 31 años? Noticias del Imperio. Es casi indiscutible. Eso nos dio un hándicap que con su muerte se resetea. ¿Quién levantará la mano y dirá: “yo soy aquel”? Ojo: es un hecho que ninguna generación tiene la obligación de gestar genios. Nos deja desahuciados, don Fernando Del Paso. Genio incalculable, monumento de las letras universales. Veo su nombre entre brumas al lado de Juan Rulfo.
  • No he leído José Trigo. Ahora que renuncie.

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