El interés por hacer música ha sido una constante en la vida de Rubén Tamayo desde los 19 años, cuando tomó su primera guitarra y comenzó a dar salida a sus múltiples influencias, del synth de Depeche Mode a lo publicado por sellos como  4AD, Kranky o Warp. Hoy, con casi dos décadas de historia como FAX y a punto de estrenar The Changing Landscapes, su octavo material de estudio, tiene claro que cada disco que ha hecho, cada producción que realiza para alguien más y cada colaboración musical o gráfica —también es diseñador— han sido oportunidades de reconfigurarse como artista y procesar todo lo que vive y ve suceder a su alrededor.

En varias entrevistas que le he hecho a Rubén me ha contado que cada disco suyo nace de la necesidad de sacar lo que lleva dentro, en cabeza y corazón, en el momento en que se siente llamado a grabar un nuevo material. Para The Changing Landscapes, a estrenarse el viernes 1 de febrero, empezó explorando sonidos con los instrumentos en su estudio.

“A lo largo de varios meses trabajando en sonidos, texturas y patrones fui armando estructuras que se me hacían interesantes y dejaba grabando grandes pedazos de audio improvisados en tiempo real por minutos y minutos”, cuenta. Luego borraba lo hecho e iniciaba de nuevo hasta lograr lo que a su parecer podía madurar en una nueva canción.

“Entre esas sesiones había trabajo que sacar —de mi day job como diseñador gráfico, lo que me da de comer—, fue una época estable, tranquila y el mismo ritmo del día día me mantenía ocupado, como a todos pues… pero sabía que había algo gestándose musicalmente”.

Tras varias sesiones de revisión empezó a definir más las estructuras hasta que vio que había cinco bocetos de canciones y con ellos trabajó. Cuando creía que había terminado el disco, se le ocurrió pedirle a Yamil Rezc (Yo Camaleón, Zoé, Transgresorcorruptor) que hiciera un arreglo de batería a una de las canciones.

“Le mandé todo el EP para que él escogiera la que más le gustara y el resultado fue un shock: el arreglo que hizo con su instrumento cambió por completo la percepción que yo tenía de un disco supuestamente terminado, le agregó color y dinámica, terminó montando baterías ¡a todas las canciones!”

El disco tuvo que ser remezclado de nuevo por Rubén para integrar como se debían las aportaciones de Yamil. El material es descrito por Static Discos, el sello que lo publica, como un disco de espacios, atmósferas rítmicas y estados de ánimo cambiantes. En él vemos a FAX decantarse cada vez más hacia el ambient. De hecho, él dice que probablemente Silda, su EP del año pasado, haya sido el último coqueteo bailable que pudo haberle salido.

Me he ido inclinando hacia otras caras de la música que encuentro menos tediosas; me sigo topando con gente que me comenta que sus discos favoritos de los que he hecho son los bailables o los “minimal”, pero, híjole, ya a estas alturas me es difícil hacer tracks a tempos danceables. ¿La edad, maybe?”

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