¡La pura pari! Volvió La Purísima, más escandalosa y fiestera que nunca

La Purísima
Foto: cortesía

En un país profundamente católico como México, la Iglesia ha sido uno de los impedimentos más grandes para que incontables lesbianas, gays y bisexuales salgan del clóset sin contratiempos. Por eso, desde su apertura en 2012, La Purísima fue bien recibida: por retomar símbolos religiosos para burlarse de lo que tanto daño ha hecho, para jugar con ellos y reapropiárselos. Bueno, ¡y por la fiesta!

La Purísima estuvo cerrado algunos meses por remodelación. Su regreso era tan esperado que, en la semana de reapertura, la fila serpenteaba por varias calles. La espera podía ser mayor a tres horas, y a las 2:30, cuando están a punto de cerrar, aún había un montón de grupitos afuera con la esperanza de entrar. Quien nunca haya visitado La Puri se preguntará: «¿Pooooor?» Quien sí, podrá responder: «Pues mira, quizá haya mejores lugares, ya es cosa de gustos, pero aquí nunca se va a discriminar a nadie, los precios son muy accesibles y el buen ambiente está garantizado». Además, es como una mirada al futuro, a la utopía que soñaron las generaciones de activistas LGBT+ que nos precedieron: un mundo donde no importa tu orientación sexual, en el que da igual si hoy te agarras a besos con una chava y mañana con un oso y pasado con una draga y luego con un buga o con todes a la vez; donde puedes expresar tu género como se te dé la gana y bailar en tacones o huaraches o tenis sobre la barra o en el tubo hasta las 3 de la mañana.

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En esta nueva etapa, además de un sistema de aislamiento de sonido mamadorsísimo para no molestar a los vecinos, instalaron nuevas luces que ayudan a dar la ilusión de arquitectura religiosa y para acompañar la música. Hay coloridos vitrales con escenas biblicachondas y pinturas de Fabián Chairez de clérigos hot entregados al deseo. En vez de velas, la noche es iluminada por dildos extra gigantes. Detrás de la barra principal está la imagen central de esta nueva etapa: un cristo dorado que trae un arnés, zapatos de tacón y esposas de peluche. A sus pies oficia el DJ, vestido de sacerdote, que va soltando rolas que pasan por todos los géneros que no fallan: pop mexicano de los 80 y 90, reguetón, cumbia, pop gringo de la última década, dance. Y en el piso de arriba está la sala de música alternativa, que podría ser como el Under pero de colores en vez de darks.

Si te animas, no le tengas miedo a la fila, porque la fiesta y las amistades empiezan desde ahí. Puro pinshi amorts.

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La Purísima

Dónde: República de Cuba 17, Centro
Horarios: jueves a sábado de 18:00 a 03:00
Cuánto: chelas, $50, viernes y sábado hay cover de $50

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