Una figura inquieta, con carisma natural, de conversación entretenida y sonrisa sencilla. Ícono de la cumbia y un visionario por ser uno de los pioneros en la mezcla de cumbia con otros géneros como rock, reggae, música electrónica, hip hop, entre otros. Celso Piña y su acordeón son uno mismo desde hace más de 30 años, pareciera que es una extensión de su cuerpo y que tocarlo fuese algo tan natural como caminar.

¿En qué momento se encuentra tu carrera creativa, artísticamente a casi cuatro décadas de haber iniciado tu carrera?

Cuando yo inicié esta aventura de incurrir en la música nunca pensé que fuera a durar tanto. Pensé que serían unos dos o tres discos y que luego iba a aburrir a la gente, y creo que fue al revés. Entre más tiempo pasa, más seguidores tengo por todo el mundo. Es muy bonito que la gente te asedie, quiere decir que estás en tu punto. Ya cuando no me pelen, me voy a retirar (risas).

Si no te hubieras dedicado a la música, ¿qué profesión tendrías?

¡Veterinario! Estudié en la Universidad de Nuevo León y yo quería ser veterinario, pero al mismo tiempo me fue llamando más la atención y pues me ganó el acordeón. No me arrepiento, porque gracias al acordeón he conocido muchos países, bastante gente importante como presidentes, gobernadores, artistas de pincel y así me podría seguir.

¿Y por qué el acordeón? Pudiste encariñarte con otro instrumento, ¿no?

Pasé por muchos instrumentos, pero no me llenaban. Cuando tomé la guitarra no me gustó. Cuando agarré el piano, dije: “Oye, pues esto no”. Probé con el órgano, el bajo, percusiones, pero ninguno me provocó nada. Y una vez que estábamos ensayando con otro grupo, llegó un cuate con un acordeón, se lo pedí prestado, me lo puse y dije: “¡De aquí soy!”.

Luego le dije a mi papá: “Pa’, cómprame un acordeón”, juntó dinero y me compró un acordencito chico, ya muy usadito, pero me sentía increíble. Y luego me miraba al espejo, y no sabía ni ponérmelo. Me lo ponía al revés. De ahí ya empecé a tocar en muchos lugares.

Al principio me veían raro, la gente pensaba que yo iba a tocar corridos, música norteña, pero fíjate que antes de grabar mi primer disco, yo ya tenía mi fama, la gente me preguntaba dónde podía conseguir mi disco. Una vez estaba en Monterrey en un lugar que se llama La Iguana, un lugar donde se presenta música alternativa, y llegó un músico de El Gran Silencio y me propuso hacer algo, nos reunimos, y después de escuchar lo que hicimos me gustó y de ahí el disco de Barrio Bravo en el 2001.

¿De qué forma te ha enriquecido trabajar con artistas que son de otra generación como Café Tacvba, Julieta Venegas y Natalia Lafourcade?

Pues mucho. Me enseñaron que música es música, toques lo que toques. Si lo vas llevando por los reglamentos musicales como las armonías, tiempos y el ritmo, puedes hacer lo que quieras. Ahí me di cuenta de que el rock no está peleado con la cumbia, ni la cumbia con el rock y de ahí nació la frase de “Música es música”.

Colaboraste en 2017 con la Orquesta de Baja California, cuéntame cómo se dio esa colaboración.

Nació a raíz de una vez que estuvimos en la Guelaguetza. Iban Lila Downs, Eugenia León. Lila me propuso cantar el himno de Oaxaca, esa canción mixteca que dice: “Qué lejos estoy del suelo donde he nacido”, pero con mi acordeón y con la Orquesta Filarmónica de Oaxaca, y cuando estrenamos la canción me gustó mucho. Desde ese momento pensé en hacer un disco así, y ya lo hice. Hay sueños por los que tienes que luchar para que se hagan realidad, así fue como salió ese disco muy especial, porque no donde quiera me voy a presentar con una orquesta.

¿Cómo ves el panorama de la cumbia en México?

Yo lo veo muy bien, porque ahorita hay grandes exponentes como Los Ángeles Azules, de la cumbia chilanga, que no tiene nada que ver con la cumbia de Torreón, de Durango, de Monterrey, pero que el ritmo es parecido y me di cuenta de que hay mucho gusto por la cumbia en todo el mundo. Hasta en China ves a la gente intentado moverse al ritmo de la música. La cumbia tiene una magia.

Naciste en una ciudad que está muy cerca de la frontera, ¿crees que tu música pueda influir sobre la situación actual de la política migratoria de Trump?

No me gusta revolver la política con la música. No puedo hablar de política, porque no la entiendo. La música lo puede hacer todo, porque la música tiene un gran poder de convocatoria para levantarnos en armas o para levantarnos a bailar, y yo prefiero levantarme a bailar.

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Celso Piña – #SesionesChilango

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Posted by Chilango on Saturday, June 9, 2018