Por allá de finales de 2012, el entonces presidente Enrique Peña Nieto anunció tres grandes obras ferroviarias para su sexenio: el tren transpeninsular Mérida – Punta Venado (Quintana Roo), el tren rápido Ciudad de México – Querétaro, y el tren Ciudad de México – Toluca. Tres años después, por falta de presupuesto, el gobierno canceló los dos primeros proyectos, y hasta le pagó 16 millones de dólares por indemnización a la empresa china que iba a desarrollar la obra a Querétaro. El único que arrancó, en julio de 2014, fue el tren a Toluca, con la promesa de transportar diariamente a 230 mil personas, de la capital del Estado de México a Observatorio, en solo 39 minutos, a una velocidad máxima de 160 km/h.

Para los chilangos oficinistas de Santa Fe, el tren prometía devolverles dos horas de su día, al demorar cinco minutos en el recorrido de Observatorio a la primera estación, a un lado del Centro Comercial Santa Fe. En aquel entusiasta momento de 2014, la obra estaba presupuestada en 38.6 mil millones de pesos y se calculaba su entrega en algún punto de 2017. Pero los trabajos se retrasaron y encarecieron. Incluso un juez determinó, en enero de 2018, la suspensión de la obra en el tramo de Ocoyoacac, por la afectación a los mantos acuíferos de la zona.

En octubre del año pasado, Gerardo Ruiz Esparza, entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, dijo que la construcción ya estaba al 82% de su conclusión y que el costo final rondaría los 54 mil millones de pesos. México Evalúa calculó el gasto en 59.2 mil millones por esas mismas semanas. López Obrador, ya como presidente, anunció que la nueva administración federal inyectaría otros 20 mil millones de pesos para terminar la obra, lo cual significa que ascenderá a entre 75 mil y 80 mil millones de pesos, es decir, el doble de lo calculado. ¿Y saben en cuánto presupuestó la administración pasada el tren rápido a Querétaro? ¡50 mil millones de pesos!

En el proyecto original se estimaba que el precio máximo de un viaje en este tren sería de 40 pesos. Posteriormente, en un análisis costo-beneficio hecho por Hacienda, se estableció que el boleto por cada pasajero debía costar 65 pesos. Finalmente, la Secretaría de Obras y Servicios de la CDMX (Sobse) estimó el monto en 80 pesos. Podríamos sospechar que, a este paso, rondará los 100 pesos. Sobre la fecha de culminación, diversos funcionarios han declarado que podría ser a mediados de este año. Luego existe un periodo de pruebas con los trenes y las vías. En el mejor de los casos, el sistema de transporte estaría operando en el primer trimestre de 2020.

Cuando esto ocurra, será el inicio de nuevos cuestionamientos: ¿realmente tanta gente preferirá usar el tren en vez de sus autos en el recorrido de Toluca a la CDMX?, ¿qué medidas debe tomar el gobierno de la CDMX para evitar el exceso de aglomeraciones en Observatorio, dado que para casi nadie será el punto final de su viaje?, ¿el bajo flujo de pasajeros en fin de semana hace costeable la obra?, ¿las estaciones están en puntos de intersección de otras rutas?, ¿por qué no pasará por el aeropuerto de Toluca?, ¿no hubiera sido mejor invertir ese dinero en crear transporte público articulado en los municipios metropolitanos del Estado de México, hogar de 60% de los habitantes de nuestra ciudad, donde hay tan pocas opciones que cuatro de cada cinco viajes se realizan en combis, peseros o camiones? Solo el tiempo, más tiempo, nos dará las respuestas.

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