Por: Bianca Carretto
La primera vez que el término “desarrollo sustentable” apareció en una legislación mexicana fue en 1996. La Ley General del Equilibrio Ecológico lo definió como un proceso encaminado a mejorar la calidad de vida y la productividad de las personas, sin comprometer la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras.
En la Ciudad de México, el “desarrollo sustentable” es además un derecho, tal y como lo establece el Artículo 10 de la Constitución capitalina. ¿Pero qué tanto se ha avanzado para que este derecho sea una realidad?
El Índice de Ciudades Sostenibles 2024, realizado por la consultora Arcadis en colaboración con la ONU, muestra a la capital mexicana lejos del desafío al ubicarse en el número 82 de un total de 100 ciudades. A nivel Latinoamérica está por debajo de Santiago de Chile y por encima de Buenos Aires, Argentina, Río de Janeiro, Brasil, y Bogotá, Colombia.
La medición considera tres ejes: planeta (producción de energía, emisiones contaminantes, manejo de residuos, espacios verdes y nivel de resiliencia), gente (educación, ingresos, acceso a la salud, equilibrio entre vida y trabajo, acceso a transporte y a redes Wifi) y ganancias (acceso a la fuerza laboral, la conectividad de la ciudad y su desempeño económico, para impulsar el desarrollo).
Para la abogada Lilu, especializada en la protección de bosques y áreas verdes e integrante de AUNA, y la ingeniera Gabriela Salido, exdiputada local y directora de planeación de la alcaldía Miguel Hidalgo, el punto de partida de las políticas sostenibles está en la protección de sus áreas verdes y el uso eficiente del suelo.
“Afortunadamente para la ciudad, los recursos tecnológicos han dado entrada a nuevos instrumentos, a nuevas herramientas. Eso ha permitido que la autoridad pueda tener un mejor control de lo que sucede en el territorio”, explica Lilu, quien ve avances en esta áreas.
Para Salido, la situación es de contrastes, pues mientras se han dado avances en la recuperación de espacios verdes, hay otras áreas en las que además de rezagos los retos son cada día mayores, como el acceso al agua.
“Jamás asumimos la responsabilidad de vivir en una ciudad donde hemos prácticamente devastado el subsuelo y hemos acabado o agotado las áreas de infiltración. Y esos son los siguientes grandes retos en materia de planeación”.
Y aunque el camino hacia la sostenibilidad en la Ciudad de México parece complejo y distante, hay pasos que se han dado desde distintos ámbitos para asegurar que la metrópoli se mantenga viva y habitable para las siguientes generaciones.