Bicicletas, ¿para todxs?

Los sistemas de bicicletas compartidas se han convertido en una alternativa de movilidad sostenible en la CDMX.

Por: Bianca Carretto 

En el año de 1966, un panfleto apareció por las calles de Amsterdam. En su primera línea contenía un manifiesto abierto contra el uso del automóvil que había arruinado calles y canales de la capital neerlandesa.

“El terror del asfalto de la burguesía motorizada ha durado demasiado”, era la frase inicial del documento que además contenía una invitación para la presentación del Plan de Bicicletas Blancas, un proyecto ideado por el diseñador industrial Luud Schimmelpenninck —quien recientemente se había unido al movimiento PROVO, el cual buscaba cambios estructurales a través de acciones no violentas– para establecer un sistema libre de transporte colectivo.

La primera bicicleta sería lanzada el 28 de julio a las 3 de la tarde en la plaza Spui, pero terminó en una redada de la policía. Todas las bicicletas fueron decomisadas, pero para PROVO más que un fracaso aquel evento fue una manera de provocar un cuestionamiento al dominio del automóvil como medio de transporte.

Casi 60 años después, los sistemas de bicicletas compartidas (BSS por sus siglas en inglés) se han convertido en una alternativa de movilidad sostenible con beneficios para el medio ambiente y para la salud de quienes hacen uso de estos.

A nivel mundial, hay más de 9.6 millones de unidades que funcionan a través de más de 3 mil operadores de servicios, como Ecobici, el sistema público de la Ciudad de México que a lo largo de 15 años se ha consolidado como una alternativa a la movilidad motorizada.

En el 2024, Ecobici cerró con un récord de 22 millones de viajes, 10 millones más que en 2023 y que supera por mucho los 76 mil 462 viajes realizados durante su primer año de operación, en 2010.

Los logros de su operación también se miden en términos ambientales. Según sus propios datos, desde 2022 –año en que el gobierno capitalino hizo ajustes al programa– logró la reducción de 2 mil toneladas de gases de efecto invernadero, equivalente a plantar 6 mil árboles nuevos.

Otros cambios asociados a su operación tienen que ver con aspectos culturales, la mejora de la infraestructura ciclista en la ciudad y en términos de inclusión para personas de bajos recursos, de acuerdo con el estudio “Microtransportación: una solución sostenible para los desafíos de movilidad urbana” publicado en la Revista de Arquitectura y Urbanismo de China.

Pero también hay desafíos y tienen que ver con su expansión. Actualmente, el sistema opera en solo seis de las 16 alcaldías de la Ciudad de México. Para la investigadora Laila Estefan, del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad, hay una deuda importante en zonas como Iztapalapa o Xochimilco.

“Ahí, por ejemplo, si pensamos en esta infraestructura (destinada a las bicicletas), pues es prácticamente inexistente”, señala.

Para lograr que un sistema como Ecobici sea realmente sostenible hace falta también considerar métodos multimodales de movilidad, con sistemas integrales y espacios habilitados para la transportación de bicicletas en caso de ser necesario.

“Hay una tarea por reflexionar en términos de infraestructura, pero también en términos de justicia”.

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