Una tarde repleta de beats, ritmo, baile y mucha fiesta: la primera edición de Sónar México fue todo lo que esperábamos del festival y un poquito más, arrancando con el pie derecho lo que, esperamos, se convierta en una espectacular tradición.

Así se puso la primera edición de Sónar México

Desde el mediodía de este sábado 5 de octubre vimos desfilar por los tres escenarios de la primera edición de Sónar México actos que, desde las primeras horas y hasta las primeras horas  del día siguiente, mantuvieron la fiesta varios niveles arriba, regalando espectaculares postales musicales durante todo el día.

Tal fue el caso de la saltillense Noa Sainz, una de las voces que desde el año pasado ha puesto el norte del país en el mapa del R&B mexicano. Inmediatamente después de ella en el escenario SonarClub, directo desde Londres, Flohio dejó una probada del trap británico que se cocina por allá y hasta provocó un mosh pit entre el público, guiado por la dureza de sus beats.

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Bajando un poco el balón, tocó el turno en el escenario SonarLab,al guatemalteo Jesse Baez, cuya voz suave y afincada en ritmos melodiosos, deleitó a los asistentes. Mientras esto sucedía, el SonarDome se prendía con la fiestota del colombiano Verraco y de Timbalerx, cuya mezcla de ritmos afro con electrónica dio un toque peculiar a la tarde.

Los headliners del día comenzaron a aparecer y este fue el caso del español Kidd Keo, un viejo conocido ya de la escena nacional quien con su trapicheo puso nuevamente a saltar a la concurrencia; su set, de por sí enérgico, acabó de explotar con la aparición de golden boy del rap mexicano, Alemán, que se unió al ibérico para ejecutar “Touchdown”.

Ya entrada la noche, los pasajes musicales futuristas de los canadienses BadBadNotGood se apoderaron del SonarClub para retumbar en un viaje enloquecido de melodías y notas sincopadas, creando una atmósfera psicodélica que, de no ser por una pobre ecualización en el sonido local, habría sonado absolutamente brutal. En algún momento de su set salió a acompañarlos la DJ belga Charlotte De Witte, quien más adelante haría lo propio en el escenario SonarLab.

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Por último, uno de los actos que también nos emocionó para cerrar esta primera edición de Sonar México, fue la presentación de Skepta, MC de grime (un subgénero del rap en Reino Unido) que definitivamente concluyó lo que su connacional Flohio había comenzado: una encendida locura de rimas y beats oscuros y vertiginosos.

La sede para esta primera edición de Sónar México fue inmejorable: el Parque Bicentenario comprobó, una vez más, que es un excelente venue para hospedar este tipo de conciertos, conjugando la naturaleza y la tecnología en una experiencia completa. El único pero que le pondríamos sería la insuficiencia de baños, aspecto que se puede mejorar.

Al final, la primera edición de Sónar México dejó a la audiencia mexicana queriendo más y con el apetito abierto para lo que el festival traiga en el morral, ya de cara al próximo año.