Digamos: es tu cumpleaños. Ya invitaste a todos tus cuates, a los de la chamba, a las primas de tus amigas, a tus primos y sus cuates, a las tías, y, en general, la invitación a tu cumpleaños llevaba por post data la frase “caigan con quienes quieran”. ¿Menudo problemón? Pues no: para estos casos de gigantismo social, Papa Bill’s es ya la opción clásica dentro de la ciudad.

La cosa es calmada: tú llegas con una bandota, y en Papa Bill’s (previa reservación, claro está) ya te tienen armada una mesa enorme capaz de auspiciar hasta a los más incómodos colados.

El consumo responde a esta misma lógica. Por supuesto que puedes pedir una chela o cuba en solitario; pero lo verdaderamente clásico en Papa Bill’s son los paquetazos: por cierta cantidad puedes tener una botella de tu bebida predilecta, con acompañamientos (o puedes pedir una nada despreciable cubeta de 24 chelas), y, además, un kilo (que equivale como a 40 ó 50 tacos) de carnitas, barbacoa, arrachera, carne de pastor… en fin: una pequeña taquiza a la mesa.

Además, puedes rentar juegos de mesa, que siempre se agradecen: cubilete, dominó, jenga… Eso si lo necesitas, porque es muy común que después de cierta hora (y de cierta cantidad de tragos) la música deje de ser fresa-tranquilona para tornarse reggaetonera-bailable. Una vez terminadas las carnes y el chupe, siempre puedes brincar a otro lugar, claro; pero también te puedes quedar a pasarla de diez toda la noche.

Te recomendamos ampliamente hacer reservación, porque, sea el día que sea, se atasca de bandas de cuates, oficinistas con ganas de una chelita, y hasta de parejitas con ganas de armar reven.

Ojo: no recomendable si buscas un lugar con tragos muy sofisticados, un lugar tranquilo para el cotorreo o escuchar música alternativa. Acá la cosa es masiva para ver deportes o convivir con musiquita de fondo, ya que si se pone el ambiente el Dj arma la fiesta.

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