Otra de las corrientes arquitectónicas que surge en la década de los años 1920 y que también llegó a la CDMX, es el funcionalismo. En México, como en muchos otros países del mundo, su origen se encuentra en la búsqueda de respuestas prácticas y humanas para las demandas sociales más inmediatas de la época.
En un principio, las que deja en evidencia la Revolución, y luego, en la medida que pasan los años y que se instaura la supuesta modernidad –con los avances y retrocesos que eso implica–, las que nacen a partir del aumento de la desigualdad social y económica.
“El funcionalismo se aplica primero en zonas ‘periféricas’; se hacen casas para obreros, escuelas, hospitales. Luego, y con más frecuencia en los años 1940, 1950 y 1960, se empiezan a construir viviendas colectivas y conjuntos habitacionales y multifamiliares grandes”, explica Vides.
El primero fue el Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA), construido en 1949 por el arquitecto Mario Pani y bajo el encargo de la Dirección General de Pensiones Civiles. El conjunto habitacional, que fue el primer multifamiliar en el país, está ubicado en la colonia Del Valle, al sur de la ciudad, sobre unos 40 mil metros cuadrados y con infraestructura y servicios para más de 1,000 departamentos distribuidos en seis edificios altos y otros seis de menor tamaño.

El conjunto, que dio paso a la primera aplicación de los lineamientos propuestos por el funcionalismo de Le Corbusier –y que se basó en el diseño de la Ciudad Radiante de Marsella–, buscaba resolver de manera humanista las problemáticas de vivienda de las poblaciones históricamente marginadas. El afán desde un principio, como explica Vides, fue el de resolver las demandas sociales más urgentes.
Por eso, en sus proyecciones, Pani incorporó el modelo en zigzag de Le Corbusier para modular una unidad habitacional integradora y resolutiva, que contara con espacios verdes, locales comerciales, guardería infantil, auditorios, albercas y cine.
Ya en la década de los años 1950, el funcionalismo en CDMX, su practicidad –como lo dice el nombre– y sus exponentes en el escenario local, entre ellos el mismo Mario Pani, José Villagrán García y Juan O’Gorman, se habían tomado gran parte del Centro Histórico. La Torre Latinoamericana, cuya construcción empezó en 1950 y que ahora es un hito de la arquitectura moderna, es un ejemplo de eso.
Afuera, el funcionalismo triunfó en la segunda mitad del siglo XX como la arquitectura de la posguerra y el estilo por el cual Europa se reconstruyó, poniendo el énfasis en las propuestas de viviendas colectivas diseñadas por Le Corbusier.

El alcance social de los megaproyectos
Para Uriel Vides, en muchos casos la búsqueda fue la de adaptar el sentido funcionalista al contexto local, incorporando también un sentido nacionalista y con perspectiva de la realidad del país. Un funcionalismo distinto al que se veía en Europa, ese más gris, lineal, cúbico. “La casa-estudio de Frida Kahlo y Diego Rivera es un ejemplo de una construcción funcionalista pero con elementos locales; el color de la fachada y las rejas de cactus dan cuenta de eso”, dice.
Pero, en otros casos, su alcance es cuestionable. “Estos proyectos de desarrollo urbano y el imaginario que tenemos de la modernidad, ya sea a través de grandes conjuntos habitacionales, hospitales y centros sociales y recreativos, se hicieron en el contexto del régimen del PRI, que fue el partido que gobernó durante gran parte del siglo.
Para la época, eran proyectos revolucionarios, porque también tenían que ver con el Estado de Bienestar que se fue desarrollando en el mundo occidental después de las guerras mundiales, pero con el tiempo nos dimos cuenta que no resolvieron el problema de vivienda, ni tampoco de exclusión social”, dice Vides. “Los que aspiraban a tener un departamento ahí eran burócratas, no las poblaciones vulnerables. Así mismo, el caso de Tlatelolco, de Mario Pani, fue un proyecto cuya construcción implicó una ‘barriada’ –para usar el término de la época– que intentó acabar con los cinturones de pobreza que se encontraban ahí”.
¿A dónde fueron a parar esas personas?, esa es la gran pregunta según Vides. “Ciertamente no accedieron a los departamentos del recién inaugurado conjunto. Hay que tener en cuenta que nuestras ideas de la modernidad, en muchos casos, se construyeron a partir de proyectos de limpieza y expulsión social”.
