8M 2025: Tejer solidaridades feministas desde el dolor compartido

La genealogía del 8M conecta profundamente con los movimientos y doloridades de las mujeres que han sido históricamente poco favorecidas.

Texto de Itzel Cadena Alvear, colaboradora de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM

Día con día se relatan feminicidios, desapariciones forzadas, genocidio, ecocidio, extractivismo, las consecuencias del sistema voraz capitalista, racista y misógino en el que nos encontramos, donde ciertos cuerpos-territorios son perseguidos y despojados de su vitalidad.

El contexto global actual nos pone de frente a la intensificación de políticas impulsadas por alianzas neofascistas transfronterizas que intentan subordinar toda forma de vida a las lógicas capitalistas. En este escenario, las vidas feminizadas y racializadas son tratadas como desechables, mercantilizadas y constantemente amenazadas.

Basta con observar las órdenes ejecutivas de Donald Trump dirigidas a reforzar la persecución de comunidades migrantes, imponer el género como categoría binaria e inmutable —pretendiendo borrar así a las personas trans— y la eliminación de programas de diversidad, equidad e inclusión.

En Argentina, Javier Milei sigue la misma dirección con su iniciativa para la supresión del feminicidio como categoría legal y el desmantelamiento del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad. Tal como advirtió Simone de Beauvoir, filósofa feminista, basta una crisis política, religiosa o económica para que los derechos de las mujeres —y de otros grupos históricamente marginados— sean cuestionados.

Ahora, ¿qué sentimos cuando nos encontramos cara a cara frente a las injusticias?, una de las posibles respuestas es el dolor que atraviesa cada fibra de nuestras cuerpas al sabernos vulnerables, expuestas al sistema que nos quiere frágiles, sin vida. Este dolor que carcome en cada recordatorio que recibimos sobre una nueva frontera alzándose, otra compañera desaparecida, comunidades enteras siendo asesinadas. Este dolor que el sistema medicaliza, cuantifica, controla y silencia con mordazas. Este dolor que simultáneamente nos indica qué mundo no buscamos para nosotras, evocando a Lía García, pedagoga y artista trans: “Aquí dolió, aquí sano y aquí se transformará”.

El dolor posibilita la construcción de mundos donde las heridas sanan y nos recuerdan el camino andado con nuestras ancestras, cuyas luchas permitieron que nosotras sigamos aquí, haciendo memoria. Este sufrimiento nunca es individual, siempre se acompaña entre amigas, amigues, brujas, ancestras, abuelas, todas ellas nos recuerdan que merecemos futuros más vivibles, gozaderos, donde nuestras lágrimas sean precipitaciones para el suelo fértil de nuestros sueños por aterrizar.

Entretejernos desde la doloridad y las diferencias

Vilma Piedade, afrofeminista brasileña, señala que el dolor provocado por el machismo hacia todas las mujeres, pero principalmente hacia las mujeres negras y otras mujeres racializadas, acarrea un agravante provocado por el racismo, por el género y la segregación de clase, elementos indisociables en nuestras experiencias cotidianas.

Este dolor histórico nos une como personas marginadas. A este hilo común responde la doloridad, que, en respuesta al recrudecimiento de violencias racistas hacia las mujeres en el Sur Global, propone que desde el silenciamiento histórico al que hemos sido sometidas las mujeres de geografías como Latinoamérica (también reclamada como Abya Yala y Améfrica Ladina por pensadoras como Lélia González), mujeres prietas, mujeres negras, mujeres lesbianas, mujeres migrantes, mujeres empobrecidas, compartimos el sufrimiento y desde ahí, desde esos retazos que quedan en la experiencia doliente, cultivamos nuevas mundas.

Otro vector crítico de este entretejido es el abrazo a las diferencias. Ya lo trazaba Audre Lorde, feminista lesbiana, para quien la diferencia era sustancial para entramar feminismos críticos donde se diera cuenta de las imbricaciones de opresiones que marcan nuestras cuerpas y formas de hacer sentido del mundo. Visibilizar y abrazar la diversidad de vivencias nutre nuestra mirada, posibilitando que seamos capaces de empatizar con las situaciones y condiciones diferenciadas desde las cuales muchas otras subjetividades emprenden caminos.

8M 2025: hilvanar solidaridades feministas

La genealogía del 8M conecta profundamente con los movimientos y doloridades de las mujeres proletarias, trabajadoras textiles cuyas vidas fueron amenazadas dadas las condiciones de explotación bajo las que laboraban. Hoy, es crucial que recuperemos la historicidad de esta espiral de resistencias y organización feminista en contra de la explotación capitalista y patriarcal.

Aún en pleno 2025, las mujeres y otros cuerpos feminizados siguen siendo de las poblaciones más precarizadas, ejerciendo mayoritariamente trabajos de cuidados no remunerados, conciliando la vida laboral/profesional con las responsabilidades domésticas y de procuración de otras personas vulneradas.

El sábado 8 de marzo miles de mujeres saldrán a marchar por las principales avenidas de la CDMX. Foto: Cuartoscuro

En eco con Audre y Vilma, este 8 de marzo urge hilvanar solidaridades desde las diferencias, pues en ellas radican fortalezas esenciales para luchas críticas sostenidas desde la reciprocidad y el acuerpamiento. Necesitamos feminismos que interpelen a los estados genocidas, transodiantes, feminicidas. Feminismos que crezcan de la doloridad histórica, esparciendo semillas emancipatorias.

La praxis feminista es, ante todo, un compromiso ético-político para construir propuestas transformadoras que se demarquen de la división sexual del trabajo, del régimen heteronormado, de la rivalidad entre mujeres, de las dicotomías excluyentes y de las violencias por razones de género, racialización y segregación de clase. Frente a los regímenes de horror fascista, la solidaridad es más urgente que nunca: necesitamos resguardar nuestros cuerpos-territorios, entretejer puentes de fuga, soñar y materializar otras mundas posibles donde el dolor movilice nuestra rabia y reclamemos hoy y siempre, juntas, la vida digna.

Chilango Menú Footer Chilango recomienda