Ubicado en la zona de Portales, este es un lugar que en automático jala tanto la atención como una drag queen en un velorio, porque en ambos casos la fachada y decoración son de colores muy vivos. Se trata de un restaurante familiar que, si bien no tiene el servicio más rápido del Oeste, sí te manda a tu casa muy bien comido.

No son los huaraches más grandes, pero tampoco son tamaño pie de geisha. El grueso de la masa y la cantidad generosa de ingredientes que le ponen lo hacen ver más como un huarache para pie de hobbit.

Lo que sí, y que por supuesto es un punto vital en la comedera de huaraches, es que la masa resiste sin reblandecer por lo que la integridad de la garnacha se mantiene en todo momento. Además, todos se sirven con aguacate y queso.

Los puedes pedir sencillos o con algún ingrediente como huevo, costilla, suadero, chuleta, alambre, cecina o pollo con mole. Lo que es seguro es que los vas a pedir salivando porque estos huaraches te harán mover los dedos de los pies con alegría.

Si en lugar de huaraches prefieres ponerte tus moños, también hay gorditas. Checa las de carnitas, suadero o chicharrón. Tienen la parrilla a la vista por lo que los comensales pueden presenciar la preparación de sus alimentos y sentir paz al ver la dedicación que le imprimen. Los fines de semana se atiborra así que lánzate con tiempo y sobre todo paciencia.

Prueba el champurrado o el café de olla, no te vas a arrepentir. Ah, y toma en cuenta que solo aceptan efectivo.