Una de las más maravillas mexicanas más majestuosas es el cacao. Lo tenemos un poco subvalorado, arrumbado en el rincón de “los regalos que México le dio al mundo pero que no consumimos mucho (al menos en la Ciudad de México)”. El pozol, el tascalate, el chilate y otras bebidas mexicanas hechas con cacao y maíz no suelen estar en las cartas de los restaurantes o las cafeterías chilangas. Son tradicionales, pero no cotidianas. Arde Café quiere cambiar ese escenario y que nos reencontremos con las delicias del cacao puro.

Barra de bebidas mexicanas

En su carta se anuncian el pozol de Tabasco, el chilate de Guerrero, el tascalate de Chiapas y el atlaquetzalli de Teotihuacán, cuatro de las bebidas más tradicionales y populares en todo México. Sin embargo, Arde explora con más profundidad las posibilidades del cacao y el maíz en bebidas –calientes o frías– que se anuncian en su pizarrón. 

Arde Café es una barra de bebidas mexicanas. A cada rato presenta nuevas creaciones que se quedan por cortas temporadas, como el atole negro (de Michoacán), el de amaranto (del Estado de México), el ponche en días de frío y el tepache cuando hay calorcito. (En su Instagram anuncian las novedades, como los nibs de cacao con miel de agave que acaban de estrenar). 

Qué está rico

Aunque el jardín es un escenario apacible en el que una se puede quedar durante horas, la experiencia se amplifica en la barra. Detrás de ella siempre está alguno de los socios (Jacqueline, Édgar o Rafael) dispuesto a recomendar una bebida casi personalizada según gustos: cacao con canela, con cardamomo, con menta, con jamaica, con mandarina (solo en temporada), con jengibre, con coco… Todas se pueden hacer con base en agua o en leche, endulzadas con azúcar o fruta del monje (endulzante natural) y, si alguien quiere –y sí, quiere–, con un shot extra de espresso y un poquito de cacao crujiente.

Como ocurre con el maíz y con el café, en el cacao las variables son infinitas y los resultados siempre distintos. Todo depende del origen (el de Arde es de Cacahoatán, Chiapas; de Alta Verapaz, Guatemala; y de Tabasco); si es lavado o fermentado (este es más fino, frutal y acidito), a qué porcentaje se ocupa (en Arde lo tiene al 77% y al 100%); etcétera. Además, esta es la única cafetería en la ciudad que hace bebidas con pataxte, mejor conocido como cacao blanco, pues es un tipo de Theobroma (la familia del cacao) de color café muy claro que se cultiva en Chiapas y Tabasco (donde suelen fermentarlo y enterrarlo durante largos meses antes de consumirlo tostado y molido). Este tiene un sabor menos chocolatoso y más cercano a las nueces, los cacahuates y las almendras. En Arde Café lo preparan con maíz azul y pimienta rosa, en una especie de atolito apapachador y delicioso (pregunta por él, es escaso, preciado y se termina muy rápido).

Amor por el cacao

Los sábados hay desayunos: chilaquiles, tecolotes, huevito al gusto y hot cakes de tascalate. El resto de la semana hay pays y pan de dulce del barrio que se puede pimpear con mermeladas caseras. Y, para los que quieren clavarse en el fascinante mundo del cacao, aquí se vende la única revista sobre el tema que existe: Cacao. Aunque la edición es preciosa, es todavía mejor sentarse en la barra a platicar con los socios sobre esta planta tropical milenaria, sus posibilidades y desafíos.

Entre un tascalate y un atole cabe un cafecito perfecto (de Veracruz si es de máquina o de Nayarit si es de método). Hay que ir con tiempo (hay mucho que probar) y con el Shazam listo (la música de Arde es otra de sus bellas rarezas).

Arde Café
Pataxte. Foto: Margot Castañeda

Arde Café

  • Dónde: Obrero Mundial 593, Narvarte Oriente
  • Horarios: lun-sáb: 09:30-20:30 h
  • Cuánto:$ (hasta $200), tc: todas
  • Accesibilidad:
  • Pet-friendly:
  • Reservación:no es necesaria