Envuelta en negro, aferrándose a su guitarra y rodeada de mujeres. Vivir Quintana se entregó a quienes asistieron al Teatro de la Ciudad –en su mayoría mujeres–; la cantautora dedicó la presentación a sus padres, a las mujeres e hizo un llamado para seguir luchando en contra de la violencia de género.

Acompañada de una poderosa manada, que incluía a músicas como; Las coristas de “El Palomar”, Bere Contreras y Bárbara Riquelme, la contrabajista Pilar Sánchez, la baterista Alis Emerson, la guitarrista Mint Parker, así como la tecladista Pris Sánchez. El concierto fue un recorrido por su biografía, de encuentro con los amigxs, además de un recordatorio de que luchar y gozar, no están peleados.

La noche arrancó con “La Casa de la Esquina”, canción que evoca recuerdos de su primer hogar y su niñez siguió con “Besar”, “Cuéntame de ti”. Canciones en las que, como nos dijo hace unos días en entrevista, propone un estilo diferente al que estamos acostumbradxs en la canción mexicana; para ofrecer, amores y deseos más libres, abiertos.

La presentación siguió con temas como; “En las luces de la tarde”, “Yo te espero”, “Enamorada”, y la más solicitada de la velada, “Corazón de ave”. La cual fue pedida a gritos en más de una ocasión y que la artista mencionó como una de sus favoritas, Vivir también interpretó “Pasarás”.

Corridos sororizados

Las sorpresas prometidas empezaron a llegar; primero con Juan Manuel Torreblanca, un dueto en honor a quienes se han ido debido al COVID 19; que definitivamente nos ha quitado algo a todxs y también dedicada a Diana y Alberto, primos de Vivir.

Leticia Servín subió el escenario entre aplausos y gritos de apoyo para abrir una serie de corridos “sin apología de la violencia” y que narran historias de mujeres cuyas vidas han sido alcanzadas por la violencia. Entre ellas la propia Servín, cuyo exmarido le impide ver a su hijo desde hace más de dos años.  Después de su participación llegaron los temas más crudos de la noche; “Al Tiro”, que entre toques norteños y country narran la historia de una mujer que mata a su marido por abusar sexualmente de su hija, a la cual la policía nunca ayudó. pero, llegó rápidamente a detenerla.

Le siguió “Claro que no”; en la que una niña de 14 años mata a su padre para defender a su madre, cuya dolorosa letra se perdía en la alegría del sonido ranchero y el acordeón.

Amor para repartir

También sonó “Sorora”, otro de sus temas más conocidos que invita a las mujeres a ser libres y a unirse entre ellas. Durante el concierto los gritos de “¡chingona!”, “¡te amamos!”, “¡gracias!” no pararon, tampoco el amor que devolvía Vivir con su voz potente y suave.

Hacia el final del concierto sonó “La casita de la selva”, la que más deseaba tocar, una canción sobre un amor perdido, transformada en una alegre cumbia que nos recordó, que a cada final viene otro comienzo, llenos de posibilidades y amores que no dejan de transformarse.

Para el encore, se unió con el Mariachi Mexicana Hermosa y canto como las grandes, Cucurrucucú Paloma, para cerrar con Canción Sin Miedo, la cual fue cantada a gritos por todxs lxs asistentes e hizo retumbar el teatro.

La cantante agradeció todo el amor e invitó a luchar con amor, mantener esa combinación de canto, alegría y lucha. Igualmente, hizo un llamado a los hombres a unirse y les recalcó lo necesarios que son para combatir la violencia.

“Seguiremos resistiendo y gozando”, afirmó Vivir.

 Y sí, eso haremos.

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