Desde hace tres años, René y su esposo Julián cuidan todos los días de su hijo Tomás. Lo llevan a la escuela, al pediatra y al parque. Se encargan de su alimentación, salud y educación. Sin embargo, no han conseguido adoptarlo. Esta situación ilustra la de muchos hogares en CDMX que buscan concretar una adopción y se encuentran en lo que René caracteriza como “un limbo”… el limbo de las familias preadoptivas.
“Todos los niños pasan por un proceso de acogimiento preadoptivo. Es un requisito para que se pueda completar una adopción”, comenta Metzli Valeria Betancourt Peralta, subdirectora de Atención a Adopciones del DIF de CDMX.
Pero en casos como el de René y Julián, el acogimiento preadoptivo se puede convertir en incertidumbre.
Betancourt explica que el acogimiento es “un proceso de adaptación previo a la adopción como tal”. Datos proporcionados por la dependencia indican que actualmente 88 niñas, niños y adolescentes se encuentran en acogimiento preadoptivo en CDMX. Sin embargo, es imposible determinar cuánto tiempo puede durar este proceso antes de dar paso al juicio de adopción. Para que eso pueda suceder, el DIF debe llevar a cabo antes un juicio de pérdida de patria potestad en contra de la familia biológica de Tomás.
Pero en el caso de René y Julián, ya son tres años los que llevan en este limbo, esperando la oportunidad de adoptar a Tomás.

Del abandono a un hogar
De acuerdo con la subdirectora de Atención a Adopciones, las infancias que el DIF pone en adopción provienen de situaciones de abandono.
“De las carpetas de investigación que se inician en agravio de niñas, niños y adolescentes, el Ministerio Público nos hace llegar toda la información de si tienen o no redes familiares. Y el principal criterio que se tiene en consideración [para ponerlos en adopción] es cuando los niños se encuentran en estado de abandono, que sus familiares ya no los buscaron o ya no los reclamaron”.
Así, las familias preadoptivas proporcionan un hogar a infancias que provienen de situaciones de abandono.
Por ejemplo, René y Julián son los únicos padres que conoce Tomás. Ellos iniciaron su proceso de adopción cuando él tenía siete meses de nacido. Pero tras tres años dándole amor, salud, educación y un hogar, no han conseguido adoptarlo legalmente porque la familia biológica de Tomás aún tiene la patria potestad.

“En México las leyes están super mal. Se puede tener un hijo hoy, dejarlo tirado, regresar por él en 16 años y seguir teniendo derechos si no hay un juicio o un proceso legal”, comenta René con frustración.
En el caso de Tomás, el juicio de pérdida de patria potestad sigue sin llevarse a cabo porque las autoridades no logran localizar a su madre biológica para notificarle. Además, la licenciada Betancourt explica que no hay un tiempo estimado de duración del juicio:
“Influyen muchísimos factores, como las diligencias de exhortos o la notificación de las familias. Y siempre existe la posibilidad de que la familia de origen pueda querer recuperar a los niños. Posiblemente no los padres, pero se puede dar el caso de que un abuelo o algún familiar consanguíneo lo intente”.
Familias que buscan adopción en CDMX dan amor sin condiciones
Dicho de un modo más sencillo, no existe ninguna garantía de que, después de años, las familias preadoptivas puedan adoptar a los niños que cuidan. Ello ilustra y magnifica la nobleza detrás de los años de acogimiento.
Betancourt Peralta explica que en casos de juicios de patria potestad donde las infancias llevan tiempo en acogimiento preadoptivo, el DIF aboga por el lazo creado en esas familias.
Y es que, en efecto, aunque la adopción no se haya concretado legalmente, Tomás, René y Julián ya son familia, más allá de lo que digan o no los papeles.
“El acogimiento preadoptivo es como tal la integración del núcleo familiar, y la adopción es cuando ya se logra que de manera legal se formalice ese núcleo familiar”, reconoce Betancourt.
Mientras tanto, “mi hijo está en un limbo”, considera René al expresar su frustración por no poder darle su apellido a Tomás.
Pese a todo, en ese limbo, el amor es desinteresado, sin exigir garantías. Y permite a infancias como Tomás pasar de una situación de abandono a tener una familia.