Art vs. Science llega al DF

  El enfrentamiento en tanto parodia patética, cuna de la ironía y la irreverencia, es el arma secreta de la banda Art vs. Science, trío de australianos originarios de Sídney que decidieron volar por los aires un par de bafles en…

 
El enfrentamiento en tanto parodia patética, cuna de la ironía y la irreverencia, es el arma secreta de la banda Art vs. Science, trío de australianos originarios de Sídney que decidieron volar por los aires un par de bafles en 2008 al agruparse con las herramientas dilectas del rock: batería, guitarra, teclado y bajo, con el grito de guerra que suele denominarse canto.
“Pero nosotros somos muy tranquilos”, dice Dan Mac, su líder y fundador, en entrevista para Chilango.com vía Skype. “Tratamos de ser positivos y no pensar mucho en las bandas que no nos gustan, por ejemplo, en todo caso preferimos pensar que no existen”.

¿Entonces no han pensado a quién patearle el trasero si tuvieran la oportunidad?

No, de veras que no. Quizá si uno está acorralado en una esquina es inevitable… Probablemente sí lo haría. Pero de momento todo leve. 
 
(Más tarde, Dan recordaría una anécdota donde no fue precisamente un angelito: “Una vez que estábamos un poco ebrios pasó algo extraño y no hay muchos testigos capaces de decirme por qué tenía esos flashbacks. Lo que recuerdo no es muy lúcido. Y la gente que estuvo conmigo no estaba en condiciones para ayudarme. Tengo una laguna mental, pero sé que estuvo involucrada mi guitarra. Fue la primera vez que estuvimos en Inglaterra, algo emocionante por supuesto, y bebí como nunca; luego, por alguna razón que entonces parecía divertida, estaba golpeando a algo o alguien con mi guitarra detrás del escenario, algo dentro de mí me decía no lo hagas, no lo hagas”.)
 
  
Boyando como buenos isleños entre las variaciones melódicas de un brit-pop noventero —remasterizado la década pasada por grupos como Franz Ferdinand e Interpol—, aunque con ascendencia del punk melódico y farandulero que sigue siendo bandera de The Libertines, los integrantes de Art vs. Science proponen una forma de hacer del dance un rock divertido, cadente y fluido. Y a pesar de su afición por formas del rock mucho más desfachatadas y poco condescendientes, son capaces de tener gustos polarizados:
—De los nuevos grupos —explica Dan—, creo que aquellas bandas que en sus actuaciones interactúan con el público, llenas de energía, como The Hives, están llevando a su máxima expresión las intenciones del rock. Sólo ver que el público enloquezca con una canción, eso es lo más emocionante.

¿Y Arcade Fire?

—Claro, claro… ellos son buenos, no he escuchado mucho su música pero lo poco que conozco puedo decir que es excelente. Sus performances son de primera.
 
 

¿Alguna otra agrupación que te gustaría destacar?

—Oh… bueno… sé que esto no sonará muy bien, pero cuando llego a este punto… me imagino en aquella esquina detrás del escenario pateando traseros a quienes me recriminan algo. Así, sí puedo entender aquella escena. Hace un año estuvimos en un festival y Coldplay tocó en vivo. No son mi estilo, y aunque no le guste a muchos lo que voy a decir, es la verdad: son muy buenos. Ellos también interactúan con el público de una forma sorprendente; los hacen sentir muy bien, me impresionaron. Creo que los conciertos en vivo son determinantes.
Una cosa es grabar las canciones y otra cantarla para un público. Ahí es donde uno puede ver una verdadera conexión. Fue uno de los conciertos más asombrosos que he presenciado. (Ya saben: si tienen objeciones, lo pueden ver tras bambalinas con su guitarra.)
La banda que hoy comanda Dan comenzó como en la leyenda de Joy Division: un concierto —en este caso de Daft Punk como fueran los Sex Pistols para la banda de Ian Curtis— que sirvió de inspiración para arrancar con una aventura análoga. De este modo, Dan ha logrado congregar a sus dos amigos, Jim Finn y Dan Williams, para corroborar que el electro punk no sólo mantiene su vigencia, sino que suma frescura a la pátina de búsquedas retro que se experimenta en Australia.
—Justo ahora —cuenta el líder de la agrupación— estamos escribiendo algunas canciones para el próximo disco donde nos acercamos a algo muy similar a los Chemichal Brothers, incorporando elementos tecnológicos menos complicados, incluso un poco más melódicos que antes. Sí, en efecto, como dices, podríamos decir que somos un poquito más ingleses ahora.
 
 
—Siempre nos gusta hacer cosas divertidas, hacer algo diferente en los conciertos… Por ejemplo, voy a llegar y a decirle al público: “No hablo español”. Es curioso, no creíamos tener tan buena audiencia en México. Tampoco sabemos que es lo que se suele hacer en este país, incluso hemos notado comentarios en Facebook donde nos invitan a hacer más presentaciones. La próxima vez organizaremos más de un concierto.

—¿Alguna sorpresa, Dan?

—Sí. Lo sabrán cuando toquemos, pero no puedo decirte porque ya no sería sorpresa.
—Ok. El típico conejo en el sombrero.
—Exactamente. ¿Cómo supiste?
 
Si te interesa realmente entender su concepto en vivo, visítalos este 20 de agosto en el Voilà, en el centro comercial Antara, en Polanco. Las reseñas de sus conciertos en la isla mayor de Oceanía han resultado bastante alentadoras, lo que presagia que darán un espectáculo de primera. 

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