En un Pueblo Mágico de México, sus habitantes permanecen despiertos toda una noche una vez al año. Huamantla se llena de color, flores y luces la noche del 14 de agosto y la madrugada del 15 para celebrar a su santa patrona: la Virgen de la Caridad.
“La Noche que Nadie Duerme” es una tradición religiosa que se lleva a cabo cada año en Huamantla, Tlaxcala.
Es un espectáculo vibrante y efímero que eriza la piel: alfombristas y artesanos, junto con sus familias, vecinos y amigos, transforman las calles en obras de arte… que solo existen por unas horas.
Más de 8 kilómetros de tapetes, hechos de aserrín, arena, semillas y flores, se despliegan en honor a la Virgen de la Caridad.
Cada tapete requiere entre 80 y 130 costales de materiales para su elaboración.
Los artesanos dedican entre 6 y 8 horas a confeccionar cada tapete monumental, que puede alcanzar hasta 100 metros de largo.
Conforme avanza la noche, las calles de Huamantla se convierten en un escenario donde desfilan miles de turistas locales, nacionales y extranjeros.
Pasada la medianoche, la imagen de la Virgen de la Caridad es llevada en un carruaje, recorriendo las calles alfombradas mientras la multitud la sigue con devoción.
Tras su paso, los tapetes monumentales, que horas antes embellecían las calles, comienzan a desdibujarse.
Alfombristas, una tradición que pasa de generación en generación
Francisco Montiel, maestro alfombrista desde hace 34 años, cuenta que desde que era niño, veía la procesión de la Virgen de la Caridad pasar por su calle.
En una ocasión, recuerda, pasó algo que lo marcó para siempre: Durante La Noche que Nadie Duerme una lluvia muy fuerte se llevó la alfombra de aserrín y flores por completo. Sin embargo, las personas no se desanimaron e idearon cómo cumplirle a la virgen.
“Cortaron de las macetas de sus jardines, hojas, flores, pétalos y le pusieron un tapete nuevamente, muy somero, muy muy sencillo, pero a mí me marcó y empecé a jugar para hacer tapetes”, narra el señor Francisco.
Apurado por que esta noche de 14 de agosto la lluvia no lo sorprenda, el artista huamantleco explica que las técnicas y materiales para realizar las alfombras han cambiado y se han profesionalizado.
“En cada Noche que Nadie Duerme compartimos con mucha gente esta cultura, estas tradiciones que tenemos y que han sido originados precisamente por la devoción a una imagen preciosa, la Virgen de la Caridad”, dice con orgullo el señor Francisco.
Tapetes monumentales de Huamantla: un arte efímero hecho con alma y corazón
Aunque los tapetes monumentales se colocan la misma noche de la procesión de la Virgen de la Caridad, su confección comienza meses antes.
Los vecinos se organizan para adquirir los materiales y, lo más importante, definir el diseño de la alfombra y de toda la calle.
“La forma más tradicional es conocer la inquietud de los vecinos donde se va a trabajar el tapete, a través de una charla en la que nos expresan qué imagen o figura desean plasmar”, explica el señor Francisco Montiel, quien dirige el taller Arte Mágico de Huamantla.
El maestro alfombrista aclara que los tapetes no pueden incluir imágenes religiosas, pues serían pisadas. Por ello, los diseños suelen incluir flores, grecas y otras alegorías.
Para la confección del tapete, se tiñe aserrín o arena, y también se pueden agregar flores.
El diseño se traza en uno o varios moldes: “Tenemos moldes compuestos, no solo de una plantilla; algunos son tridimensionales y combinan hasta cuatro plantillas”.
“El molde lo hacemos en cartón, de forma artesanal, dibujándolo a mano. Luego, lo cortamos con un cúter”, detalla el señor Francisco.
Entre dos o más personas colocan la primera plantilla sobre el asfalto. Una vez en el suelo, aplican la primera capa de aserrín o arena, rellenando el molde con la combinación de colores previamente elegida.
Observar cómo se ensamblan los tapetes es una experiencia única: primero se ve una capa de color uniforme; luego, empiezan a aparecer flores y formas en varios tonos. En minutos, emergen pavorreales, coronas, estrellas y flores de todos colores.
Uno podría pensar que la alfombra ya está terminada, pero no es así: los artesanos continúan agregando más capas de aserrín, arena y flores, hasta que logran una alfombra perfecta, que finalmente sellan con diamantina.
“La complejidad de los tapetes ha aumentado; nadie quiere quedarse atrás. Aunque no es una competencia, nos llena de orgullo escuchar a la gente decir: ‘qué hermosa’. Eso nos alimenta el espíritu, porque es una ofrenda que le hacemos a la Virgen de la Caridad”, dice el señor Francisco con emoción.
“Cuando realizamos este arte efímero, me llena el alma. Yo tengo una profesión, pero lo que realmente me satisface es esto: el arte efímero. Y aunque algunos me preguntan si no me duele ver cómo la gente borra nuestro trabajo al pasar sobre los tapetes, les digo que no, porque lo que me llena el alma es crear”, afirma.
Bordado en oro y con cristales de Swarovski, el vestido de la Virgen de la Caridad donado por Carlos Rivera
Durante “La Noche que Nadie Duerme”, la Virgen de la Caridad luce un vestido y un manto bordados en oro o plata, y este año no fue la excepción. En esta ocasión, el donador del lujoso ajuar fue el cantante Carlos Rivera.
El artista, originario de Huamantla, tuvo que esperar varios años para convertirse en el donante, ya que existía una lista de espera.
“Para mi familia y para mí, es un gran honor ser los donantes del vestido de Nuestra Señora de la Caridad, patrona de Huamantla”, compartió Carlos Rivera en sus redes sociales.
Cada año, el atuendo de la Virgen de la Caridad es confeccionado por un grupo de mujeres y hombres conocidos como “Los Bordadores de Estrellas”, quienes preservan esta tradición, iniciada y heredada por la señorita Carito.
“Es una tradición que lleva más de 50 años, desde los años 70. Yo empecé con Carito Hernández, quien fue la iniciadora y la heredera de este tipo de bordados”, relata Graciela Espino, una de las bordadoras encargadas del vestido de la Virgen.
Graciela también destacó que este año se conmemoran 50 años de la coronación pontificia de la Virgen de la Caridad.
El vestido y el manto de la Virgen están hechos con raso de seda italiana, tres kilos de canutillo y lentejuelas de oro y plata, además de incorporar ocho mil cristales de Swarovski y perlas naturales.
Una de las particularidades de esta vestimenta es que incluye la firma del Papa Francisco, que Carlos Rivera consiguió en su calidad de embajador de Scholas Occurrentes, la fundación del Santo Padre, y que quiso que fuera plasmada en el atuendo de la Virgen patrona de Huamantla.
Graciela explicó que el vestido de la Virgen de la Caridad lleva bordado el Monograma de María, que simboliza la Asunción de la Virgen al cielo.
También incluye una constelación de estrellas, peonias, la Luna con rostro y un Sol, que representa a Cristo.
“Me doy cuenta de que, aunque creo que soy yo quien da, en realidad soy quien recibe. Al ver a esas personas que vienen en bicicleta o caminando desde lejos, gente que llega desde la sierra en camiones adornados con imágenes de la Virgen, que no les importa dormir bajo un árbol o un vehículo, pero que vienen a agradecer y pedir nuevos dones, eso nos llena de fe y nos recuerda que todo vale la pena”, afirma la señora Graciela.