Julieta: la obra con música de Natalia Lafourcade que homenajea la vejez
Julieta no es solo teatro, es una carta de amor a quienes nos antecedieron y una oportunidad para reencontrarnos con nuestra propia memoria.
En una era que idolatra la juventud y rara vez se detiene a mirar la vejez con profundidad, Julieta aparece como una obra luminosa y necesaria. La creadora escénica Gabriela Muñoz —conocida por su trabajo como Chula The Clown— regresa a su casa artística, el Teatro Milán, con esta propuesta sin diálogos pero cargada de emoción, donde el lenguaje es el cuerpo, el silencio, la música y la memoria.
Foto: Emmanuel Burriel
Con una puesta en escena visualmente conmovedora, Julieta nos lleva al corazón de una mujer mayor que vive sus días entre rutinas, recuerdos y pequeños rituales. Sin una sola línea de diálogo, Muñoz consigue lo que pocas obras logran: conmover al espectador hasta lo más profundo del alma.
“Quería darle voz a un grupo, el de la tercera edad del que no se habla, para mí es una ofrenda a mi linaje, a mis muertas. Yo me preguntaba ¿qué es ser viejo? ¿Tener 50, 60 70, 80 años? ¿Un número o es la falta de curiosidad?”, dijo conmovida la actriz.
Foto: Emmanuel Burriel
La música de Natalia Lafourcade en Julieta
La escenografía —con verdes intensos, luces suaves y un diseño que muta con el paso del tiempo— se convierte en coprotagonista. “Quería que el espacio se transformara con el cuerpo. Así como a mi papá y a mi tía abuela los vi pasar de su casa a su recámara y después a una cajita, la escenografía debía contar esa historia”, compartió la actriz.
La música original, compuesta por Natalia Lafourcade, aporta un tono íntimo y nostálgico a la obra. “Quería viajar a México, evocar a los recuerdos viendo las películas de Pedro Infante con mi abuela, cuando pensé en quién podía entender México tan bien, pensé en Natalia y su música”, contó Muñoz. Y no es para menos: la partitura funciona como una narradora más, envolviendo cada gesto de Julieta en una capa sonora de melancolía y ternura.
Foto: Emmanuel Burriel
Julieta somos todos
Julieta es una evocación a nuestras abuelas, a nuestros padres envejeciendo, a nosotros mismos en un futuro que, aunque lejano, inevitablemente llegará.
La obra fue inspirada en la tía abuela de la artista, “una mujer vanguardista, generosa, libre y coqueta”, que dejó una huella profunda en ella.
Foto: Emmanuel Burriel
La obra conmueve no desde la tragedia, sino desde la dulzura. Hay humor, hay ironía, hay belleza en lo cotidiano.
“¿Qué une el humor con la tragedia?”, le preguntaron a Muñoz. “La empatía, la espontaneidad y la curiosidad”, respondió.