Abróchense el cinturón. Estamos a punto de despegar. El avión avanza hacia la pista. Contrario a la tranquilidad que reina dentro de la aeronave, Jennifer Apodaca trabaja al límite. La vida de las 150 personas que viajan a Cancún —el destino más popular en el país—está en sus manos. Ella es una de las controladoras que trabajan en la Torre de Control del Aeropuerto de la CDMX.

Cada minuto, Jennifer y sus 10 compañeros de turno deben tomar decisiones que involucran la vida de cientos, quizá miles de personas. En los días más complicados, con mucha afluencia de vuelos, ese tiempo se reduce a solo 40 segundos.

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Mientras el avión se forma en la pista, Jennifer ya conoce quiénes integran la tripulación. Sabe la ruta y el destino. Conoce la altitud y velocidad que alcanzará la nave. También es consciente de qué vuelo está por aterrizar, de dónde viene, cuál aeronave va a despegar, qué pistas están libres y cuántos aviones esperan órdenes.

Jennifer es una maestra de ceremonias de un circo con varias pistas. Todas aéreas.

“La parte más difícil es la presión y el estrés que genera la cantidad de tráfico, las condiciones meteorológicas y las coordinaciones que tienes que hacer sin perder la concentración en el panorama completo. Tienes que coordinar con las diferentes posiciones y a la vez controlar, eso es lo más estresante”, explica la mujer de 26 años, quien llega a hacerse cargo de 150 aviones en un día.

Chilangovisitó la Torre de Control del Aeropuerto de la CDMX, la terminal aérea más importante de América Latina, con más de 50 millones de pasajeros en promedio al año.

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Torre de Control del Aeropuerto de la CDMX 7
Fotos: Leonardo Pérez.

Este 15 de diciembre es un martes decembrino atípico, como todo en 2020. El ambiente en la Torre de Control es relajado. Los controladores y supervisores ríen, conversan y trabajan rodeados de binoculares, equipos de comunicación y de monitores que muestran menos vuelos que en otros años.

La pandemia por covid-19 redujo las operaciones en el aeropuerto capitalino. En noviembre del año pasado se registraron 4.25 millones de pasajeros en 38 mil 561 vuelos tanto de llegada como de salida. Para el mismo mes de este año, la cifra bajó a 2.04 millones, lo que representa una caída de 51.9%, según cifras del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

Antes de la crisis sanitaria, en un día normal, cuenta uno de los controladores de la Torre de Control de Aeropuerto de la CDMX, tenían mil 250 operaciones; sin embargo, en los días con menor afluencia de este año se han registrado entre 120 y 160 operaciones.

Con pandemia o sin ella, las reglas son claras: toda aeronave que quiera atravesar el espacio aéreo chilango debe solicitar permiso de la Torre de Control del Aeropuerto de la CDMX. Eso incluye a los helicópteros Cóndores de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC).

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En caso de una emergencia, explican los controladores, los Cóndores avisan antes de despegar para que el personal de la Torre de Control pueda alertar al resto de aeronaves y abrir espacio.

Todo lo que ocurre en esta Torre de Control y en el AICM afecta al resto de terminales aéreas del país, asegura Oscar Enrique Plata Ramírez, coordinador operacional del Sistema Aeroportuario Metropolitano.

“Nos ha pasado que estamos en algún aeropuerto con dos horas de demora. No es porque queramos, es un aspecto de seguridad en el que más vale que un avión siga en tierra. Lo que sucede aquí impacta a todo el país”, subraya.

Durante la charla, Plata Ramírez explica que el AICM está saturado desde 2014; sin embargo, dice, el Nuevo Aeropuerto de la CDMX, que se construye en Santa Lucía, ayudará a reducir esa saturación y obligará a reacomodar las rutas del espacio aéreo, situación que no ocurría desde hace más de 20 años. 

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Fotos: Leonardo Pérez.

La vista es espectacular. Desde la Torre de Control del Aeropuerto de la CDMX se observan todas las pistas, el ir y venir de las naves, el inicio de la mancha urbana y… la nata de smog, pero “todo (en la Torre) es tensión. Hay momentos bastante estresantes”, cuenta Jennifer.

Ella tiene cinco años de experiencia y recuerda que un día “entre las 21:00 y 23:00 horas, después de que llovió toda la tarde, cambiamos de pista tres o cuatro veces, ya teníamos 50 demoras, llegadas, salidas, puertas ocupadas. Todos estábamos como locos, gritando en su posición de control, haciendo y moviéndonos”.

Para ser controlador aéreo hay que tener un perfil muy específico: ser menor de 30 años, tener habilidad matemática y la capacidad de tomar decisiones rápidas y concisas. En esta chamba la frase “trabajar bajo presión” es real.

Los aspirantes a trabajar en la Torre de Control del Aeropuerto de la CDMX deben cursar la carrera de técnico superior universitario en control de tránsito aéreo y meteorología, que dura dos años y es impartida en Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam).

Cerca de 75% de la carrera es teórica. Durante el resto del curso, los estudiantes hacen sus prácticas en algún aeropuerto.

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Tras cursar la carrera, Nicole Hijar Toledo trabajó en los aeropuertos de Zacatecas y San Luis Potosí.

En una ocasión le tocó atender un vuelo que se declaró en emergencia por el paro de uno de sus motores.

De inmediato, la joven recordó sus clases. Sabía que su misión era hacer todo lo posible para que el avión aterrizara a salvo. Levantó el reporte, avisó a los cuerpos de emergencia y apoyó al piloto en todo momento. También alertó al resto de aeronaves que estaban en la zona, abrió espacio para que el avión pudiera tocar tierra exitosamente.

“En capacitación se simula de todo, no solamente un paro de motor, sino una aeronave que se despista, un incidente en tierra, algún impacto con una ave, todo. Estamos capacitados para enfrentar cualquier situación y mantener la calma porque al final el piloto viene más estresado”, explica la controladora de 26 años.

Luego de esa experiencia, Nicole volvió a cambiar de lugar de residencia y comenzó a controlar vuelos desde la Torre de Control del Aeropuerto de la CDMX.

Una vez que ingresan a trabajar, los controladores deben superar exámenes periódicos para comprobar que aún tienen la habilidad para permanecer en el cargo, pues con el paso del tiempo es posible que una persona tenga menos capacidad de respuesta. Jennifer asegura que los controladores no pueden perder la concentración. Todo está permitido menos que se les vaya el avión.

A continuación te mostramos fotos de cómo trabajan los controladores aéreos de la Torre de Control del Aeropuerto de la CDMX.

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