Todos esperábamos volver —aunque sea de manera parcial— a la normalidad; sin embargo, este proceso no es sencillo. La pandemia no ha terminado y aún hay miedo, incertidumbre y ansiedad. Te contamos qué es el síndrome de la caverna.

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Cuando Sara se enteró del semáforo verde en CDMX sintió pánico. Recordó que las medidas sanitarias se relajaron desde hace varias semanas y siente que ahora la gente se cuida menos.

De inmediato, varias imágenes llegaron a su mente; sin embargo, una le causó más temor. Recordó cuando estaba en la fila del supermercado y una señora se quitó el tapabocas para estornudarle a escasos centímetros de la cara.

“No me siento segura, tengo el mismo temor de siempre. Veo gente que no trae cubrebocas o que no guarda la distancia y te habla de cerca. Me da ansiedad estar entre tanta gente”, explica la mujer de 60 años.

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Si bien sale constantemente por alimentos o a entregar los productos que vende, todavía no tiene confianza para hacer ciertas actividades. Por ejemplo, evita usar el transporte público, prefiere no asistir a reuniones y procura no estar entre mucha gente ni comer fuera de casa.

“Aunque ya no haya pandemia, me va a costar mucho desprenderme del cubrebocas y de estarme lavando las manos a cada rato”, explica.

Síndrome de la caverna: cómo recuperar la normalidad

Recuperar cierta normalidad no es un proceso sencillo: otra vez estamos enfrentando un cambio fuerte. Sentir miedo es normal.

“Todos los cambios generan modificaciones en nuestro pensar, sentir y actuar. El miedo puede originarse por este nuevo cambio, es decir, ya estábamos acostumbrados a no salir, pero en algún momento tendremos que salir otra vez. Entonces es otro cambio al que tenemos que enfrentarnos.

“Antes aseguraban que si te quedabas en casa no pasaba nada y ahora la incertidumbre es: ‘¿qué me va a pasar si salgo?“, explica el psicólogo Alan Mejía.

Temer salir tras permanecer en aislamiento es conocido como el síndrome de la caverna o de la cabaña.

Si bien no es un término científicamente aceptado, el nombre se utiliza para describir los síntomas que presentan algunas personas tras el confinamiento como ansiedad o miedo.

síndrome de la cabana
Foto: Daniel Augusto / Cuartoscuro.
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Para afrontar el síndrome de la caverna o cabaña, lo principal es aceptar este miedo y afrontarlo.

“Está bien sentir miedo. Eso indica que necesitas cuidarte, usar cubrebocas, lavarte las manos y estar protegidos. Pero cuando ese miedo nos incapacita, entonces comienza a hacerse patológico disfuncional, porque no queremos salir, no queremos hacer nada y tarde o temprano tenemos que regresar a las actividades”, explica el maestro David Amaya, de la UNAM.

Ambos especialistas coinciden en que si el miedo es muy grande, se deben retomar actividades poco a poco y ponerse metas cortas. Es decir, si no salías, puedes comenzar por ir a la tienda o salir al parque y volver a casa. La clave es hacer cosas de manera paulatina y hasta donde te sientas cómodo. Seguir las medidas sanitarias también te dará mayor sensación de seguridad.

Si se presentan situaciones que generen ansiedad como aglomeraciones (por ejemplo en el transporte público o en la calle), se recomienda hacer ejercicios de respiración.

Alan Mejía recomienda añadir a estos ejercicios algo de música, silbar, cantar o una actividad que te distraiga de ideas negativas.

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Para enfrentar el miedo, también recomienda cuestionarlo. “¿Si estoy siguiendo las medidas?, ¿entonces puedo contagiarme? Sí, pero la probabilidad es menor’. Es decir, hay que ser conscientes de lo que hacemos para bajar el miedo”, detalla.

En caso de que el miedo sea tan grande que te impida hacer ciertas actividades, lo mejor es consultar con un especialista.

El lado negativo del aislamiento

David Amaya recalca la importancia de retomar —poco a poco y con medidas sanitarias—las actividades, especialmente para reducir los niveles de estrés generados durante el aislamiento.

“Como seres sociales que somos, estar en una constante interacción con otras personas nos provee de salud. A lo mejor tienes un compañero de trabajo a quien le platicas algo y te sientes mejor. Es algo saludable. Cuando nos aislamos lo que ocurre es que no recibimos ese tipo de contacto y dejamos de tener reforzadores, entonces eso nos hace sentir tristes y no tenemos ganas de hacer las cosas”, detalla.

semaforo verde en CDMX
Foto: Mario Jasso / Cuartoscuro.
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Esto no significa que ya podremos salir a los espacios o aventar el cubrebocas, simplemente sugiere retomar actividades siendo conscientes de que la pandemia sigue.

Alan Mejía también recomienda asistir a terapia, se tenga o no síntomas del síndrome de la caverna.

Explica que la pandemia fue un cambio que afectó tanto a adultos como a niños, por lo que también hay que prestar atención a su comportamiento.

“Pensamos que los niños no entienden las cosas y siempre dicen todo pero no es cierto. La pandemia nos afectó de manera diferente, entonces hay que prestar atención a si son más inquietos de lo normal o menos activos”, concluye.

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