Habitar un cuerpo que no te representa puede ser una experiencia solitaria, incluso cuando a los ojos de los demás todo parece estar en orden. Neidan Macías lo sabe bien. Durante más de tres décadas fue Nadia Paola, una identidad que aprendió a aceptar, incluso a agradecer, pero que nunca terminó de encajar con lo que sentía en su interior.
“Yo no fui infeliz en mi forma antigua, pero no tenía la plenitud que ahora tengo en mi identidad”, dijo.
El día que decidió hacer el cambio no fue espontáneo. Fue el resultado de una larga introspección, de muchas preguntas hechas frente al espejo y de una voluntad firme de vivir en coherencia con lo que siempre supo: él era Neidan.

Hoy, con voz segura y cuerpo trabajado, cuenta cómo ese momento de claridad marcó el inicio de una nueva etapa. “Reuní todas las herramientas en mi persona para tomar la decisión”, explicó. No lo hizo por moda ni por presiones externas, sino por la necesidad de sentirse cómodo en su propia piel. El proceso, sin embargo, no estuvo libre de miedos.
“Me despertaba en la madrugada con la duda de si algo iba a salir mal, si mi salud se iba a ver comprometida. Ese fue mi mayor temor”, contó Neidan Macías en entrevista con Chilango.
La salud fue una preocupación constante, sobre todo porque, como él mismo dice, siempre ha sido una persona sana. Iniciar un tratamiento hormonal de por vida implicaba asumir riesgos y compromisos, pero también era la única forma de alinear su exterior con su esencia. En el gimnasio, donde ahora es parte de su rutina diaria, Neidan encontró una vía natural para masculinizar su cuerpo. “No es fácil levantarte temprano, priorizarte, escucharte. Pero ahí está la clave: darte cuenta de lo que necesitas”.

Su físico ha cambiado con el esfuerzo constante y una dosis controlada de testosterona. Ahora sus brazos tienen volumen, la barba asoma tímidamente en su rostro y el gesto inconsciente de tocar su mentón —que siempre había estado ahí— por fin tiene sentido. “Imagínate la alegría de sentir estos vellitos característicos de lo masculino”, dice sonriendo. Y aunque sabe que aún falta camino, lo vive con gratitud y determinación. “Estoy muy agradecido conmigo mismo por echarle ganas”.

¿Cómo ha vivido Neidan Macías su transición de identidad en la CDMX?
En este proceso, la Ciudad de México ha sido aliada. A diferencia de otras entidades del país, aquí el acceso a tratamientos hormonales es más sencillo. La testosterona se consigue en farmacias sin receta, aunque él insiste en la importancia del acompañamiento médico:
“Estamos hablando de hormonas. Hay que hacerse estudios, cuidar la tiroides, revisar todo. No es algo que se deba tomar a la ligera”, reiteró Neidan.
Pero el verdadero combustible ha sido el acompañamiento. Neidan ha construido una red sólida a su alrededor: amigos, colegas, vecinos, y una nueva hermandad de hombres trans con quienes comparte dudas, miedos y descubrimientos.
“Me he sentido muy acompañado. Es bonito ver cómo la sociedad te adopta tal cual eres, incluso cuando no entiende del todo”.

Eso no significa que no haya enfrentado discriminación. En redes sociales, donde tiene una presencia activa, ha recibido comentarios de odio, sobre todo de personas machistas que aún ven la identidad trans como un disfraz. Él los enfrenta con paciencia y firmeza.
“No es que nos hagamos trans. Nacemos con esta condición y la vamos descubriendo. Esto puede pasar en cualquier familia”, insiste.

Uno de los momentos más significativos en su camino fue cambiar su nombre legal. Mostrar su nueva identificación, donde ya no aparece Nadia Paola sino Neidan Paolo, es para él un acto de afirmación. “Es importante cambiar nuestros documentos. Eso consolida nuestra nueva identidad y nos hace sentir orgullosos”. El trámite, como todo en este país, fue largo y lleno de filas, pero también profundamente transformador. “Ahora soy un ciudadano legal trans”.
@neidanmacias911 ♬ Inspirational – neozilla
Más allá de los cambios físicos o legales, Neidan abraza una verdad que ha hecho suya:
“No hay hombre más completo que el que lleva por dentro una mujer”.
No lo dice desde la contradicción, sino desde la integración. Su historia no es una lucha entre géneros, sino un encuentro de energías. Es Yin y Yang. Cuerpo y conciencia. Es la posibilidad de habitarse completo.