A muy temprana edad, Sara Curruchich descubrió el magnífico poder de sanación que tiene la música. Nació en San Juan Comalapa, Chimaltenango, en el seno de una comunidad kaqchikel del altiplano central guatemalteco. Sus padres solían cantar y tocar para aliviar el malestar de los enfermos del pueblo; algo que marcaría permanentemente tanto la carrera artística como de activismo de Sara: 

Algo que me impactó mucho fue ver que al momento que los y las compañeras empezaban a tocar, las personas sufrían una transformación. Una transformación en su estado de ánimo, en su semblante. En ese momento yo no sabía nombrar eso que veía, pero sí sabía que estaba pasando algo bueno. 

Ahora lo entiendo y lo nombro como tal: la música es también una forma de acompañar procesos de sanación de otras personas. 

Música para sanar

A sus 28 años de edad, Sara Curruchich Cúmez es la primera cantautora indígena en llevar sus cantos en kaqchikel fuera de los límites de Guatemala. Orgullosa heredera de una tradición ancestral maya. Sara reconoce el vínculo que une a la Tierra y a los pueblos originarios y lo honra a través de la música que compone en su lengua materna y en español.

Sara sabe que el idioma es una de las muchas vías en las que podemos preservar la cultura de nuestras comunidades indígenas, y ha asumido la misión de cuidar el suyo a través del quehacer artístico.  

Yo nunca voy a dejar de cantar en kaqchikel. Es un posicionamiento de decir “este es mi idioma y es igual de valioso que los demás”.

Lo menciono así porque la concepción del sistema racista en el que vivimos es que los idiomas indígenas son inferiores, y no es así. El seguir compartiendo las canciones y la música en nuestros idiomas es, en sí, una forma amorosa de acercarnos a nuestra identidad y raíces, pero también un posicionamiento hacia el sistema racista que dice: “aquí estamos, no nos vamos a callar y vamos a revitalizar nuestra identidad a través del idioma también”.

Lengua, orgullo y resistencia

La música de Curruchich danza entre el rock, el folk y las armonías tradicionales maya-kaqchikel. Sin embargo, el verdadero núcleo de su arte descansa tanto en la defensa de los derechos de los pueblos originarios; como en la protección de las mujeres y niñas doblemente castigadas por las administraciones heteronormadas y patriarcales.    

Para Sara, uno de los principales retos a los que se enfrentan las colectividades nativas es el racismo. Ha torcido todas las instituciones y gobiernos desde la raíz, y ha llegado el momento de hacer una reformación absoluta. El camino, naturalmente, no será fácil, pero el primer paso es reconocer la lucha y memoria de los pueblos indígenas: dejar de reproducir las dinámicas discriminatorias que derivan en la desigualdad rampante que impera en la sociedad. 

Acabar con el racismo no nos corresponde sólo a los pueblos indígenas. Los pueblos indígenas sabemos que el racismo causa desigualdades, injusticias, violaciones a nuestros derechos humanos y a nuestra existencia como pueblo, persecuciones, despojos y desalojos de comunidades. Es necesario y urgente que la otra parte de la sociedad también entienda que seguir permitiendo y reproduciendo el racismo genera desigualdad. 

Las personas deben de cuestionar sus actitudes y discursos que muchas veces tienen una fuerte carga racista, reproducido en chistes, televisión e Internet. 

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Una unión de origen

Rebeca Lane y Sara Curruchich comparten patria y, por tanto, experiencias de vida. Ambas se caracterizan por su lucha en contra de la violencia machista y la desigualdad desde la música; por lo que resulta completamente emocionante verlas actuar en un mismo escenario. Eso sucederá el próximo sábado 14 de agosto, en el Foro Hilvana de la Ciudad de México. 

La música es una forma de adentrarnos a nuestro ser, de redescubrirnos como mujeres, de saber y reafirmar este valor de nuestra existencia, porque tiene fuerza la música. La de Rebeca, en mi caso, como en el de muchas otras compañeras y hermanas; ha sido una forma de acompañamiento en mis propios procesos de sanación. 

A mediados de marzo la dupla estrenó “Kixampe”, canción que redignifica la deuda histórica que tenemos con las mujeres indígenas luchadoras, cuya labor ha sido esencial para acceder a la justicia por todas las brutalidades cometidas hacia los pueblos. 

Rebeca es para mí como una hermana. Es también una maestra y tener esta canción juntas y la posibilidad también de aprender de ella, es una alegría muy grande. 


Rebeca Lane y Sara Curruchich se presentan el próximo 14 de agosto en el Foro Cultural Hilvana (Puente de Alvarado #17 Col. Buenavista). Los accesos están disponibles por aquí, y quienes no puedan asistir podrán disfrutar del evento vía livestream. Se seguirán todas las pautas sanitarias en torno al Coronavirus, incluyendo aforo reducido y uso de cubre bocas.