La historia de este clásico comenzó hace 46 años en la Zona Rosa. Estoril ha destacado por su impecable servicio y por la cocina del chef Pedro Ortega, quien ha estado a cargo de los fogones a partir del día uno.

Este espacio, ahora en Polanco, habita en una antigua casona, lo que puede jugar en su contra: a pesar de su aire de elegancia, resulta un tanto anticuada para las nuevas generaciones.

A diferencia del interiorismo, el diseño de la carta se ha transformado con el paso de los años. Comenzó ofreciendo sabores franceses hasta incorporar platillos mexicanos. Hoy puedes encontrar un filete chateaubriand y los escargots de la casa por el lado galo; y los escamoles, o su celebrado mole negro, representando a México.

Para abrir el apetito, ordena un gin tonic con limón, romero, pepino y Tanqueray. Descubre la parte más actual de su menú con el esmedregal con verduras al olivo. La cocción del pescado es idónea, ni tan suave ni tan firme, y cada vegetal resalta el sabor de la proteína. En el apartado tradicional, no pueden faltar los camarones con perejil frito –una guarnición que se creó en este restaurante, es crujiente con un toque cítrico–.

Estoril es punto de reunión entre altos ejecutivos y políticos y de una que otra pareja en búsqueda de un aire íntimo otorgado por jazz en vivo. Aquí encontrarás un refugio del buen gusto culinario.

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