Hace un par de décadas el rosé se volvió la sensación; y aunque llegó para quedarse, el vino naranja es el que ahora está en camino de convertirse en un favorito. Este se llama así por su color, mas no por su materia prima. La copa brilla como ámbar líquido, pero no es ni blanco ni tinto: habita en los márgenes, donde la tradición milenaria y la experimentación moderna se encuentran.
Esta bebida se elabora a partir de uvas blancas con técnicas de vinos tintos. El origen del “vino brisado” o “vino ámbar” está en Georgia hace 8000 años, pero se comenzó a popularizar en Italia a finales del siglo XX. El nombre “vino naranja” fue acuñado en 2004 por David Harvey, un importador del Reino Unido que deseaba llevar a su país este vino que descubrió en Italia y aún carecía de denominación.
Para saber más, consultamos a los especialistas de Vinos Enteros, empresa de Larissa Lawrence y Gonzalo Gout, con gran trayectoria en la industria de alimentos y bebidas. “Se elabora con uvas blancas, pero en lugar de separar inmediatamente el jugo de la piel —como ocurre en casi todos los blancos— se deja fermentar con ellas, igual que en un tinto. El resultado es un vino de color ámbar o cobrizo, con más cuerpo, taninos marcados y una complejidad aromática que va de frutos secos y miel hasta té negro, especias y hierbas”, nos explican.
Los vinos naranja suelen gustar mucho por esa doble identidad: blancos en esencia, pero con textura y estructura de tintos. “Esa ambigüedad los hace capaces de acompañar platos difíciles para otros vinos: cocina especiada, fermentados, currys, quesos maduros o carnes blancas con salsas intensas”, detallan los especialistas.
El renacimiento del vino naranja también responde a la sensibilidad contemporánea de buscar autenticidad, con métodos menos intervencionistas y experiencias sensoriales nuevas. La próxima vez que te sirvan una copa de este néctar ámbar, no lo veas como moda: es un puente que conecta lo ancestral con lo innovador y se consolida como uno de los capítulos más estimulantes en la evolución del vino.
Dónde encontrar vino naranja en la CDMX
Orange Gold, en Manarola
Es un vino suave y fino, su textura envuelve el paladar. Rinde homenaje a los primeros vinos naranjas: complejos, aromáticos y llenos de carácter. Cada copa es un viaje sensorial que combina tradición, naturaleza y arte. En Manarola puedes acompañarlo con una tabla de quesos con embutidos o las croquetas.
Citlaltépetl 58, Condesa, mar-mié: 15-23 h, jue-sáb: 15-1 h, IG: @manarolawine
Ramí, en Bar Nino
Un vino de Sicilia con aromas a fruta tropical madura, fruta de hueso, un trasfondo de hierbas mediterráneas y almendras. El maridaje ideal es con pastas con berenjena o quesos semicurados de cabra; la salinidad de este vino realza platos de mar como pulpo a la parrilla o mole. En Bar Nino tienen pastas con las que puede ir genial.
Sinaloa 252, Roma Norte, lun-sáb: 13-22:30 h, dom: 13-21:30 h, IG: @bar__nino
Sottobanco, en Plonk
Este ejemplar es de la zona de Lago di Bolsena, el más grande de Europa con origen volcánico. Nos da aromas en nariz a flores blancas, fruta de pulpa blanca y toques minerales. Al paladar tiene un sabor intenso y picante con una mineralidad evidente. Va perfecto con pescados de lago, crudos de mar, carpaccios vegetales o platos de cocina vegetariana mediterránea como los de Plonk.
Iztaccihuatl 52, Condesa, mar-jue: 15-23 h, vie y sáb: 14-0 h, dom: 14-21 h, IG: @plonk.mx
Zero Infinito, en Em
En este vino también italiano podrás notar un aroma a fruta blanca —manzana, pera, membrillo— con un fondo de hierbas alpinas y levaduras frescas. Al paladar es rico porque tiene una burbuja cremosa, directa y franca; boca jugosa, ligera, con un amargor refrescante que invita al siguiente trago. Va muy bien con carnes frías y quesos frescos como chèvre y burrata, así como con comida asiática. En Em te sugerimos pedirlo con el kampachi o el buñuelo con cangrejo y caviar.
Tonalá 133, Roma Norte, lun-sáb: 18-22 h, IG: @em.rest
Más sobre el vino naranja
Josko Gravner es el padre de la versión moderna del vino naranja; lo logró mientras buscaba un estilo de elaboración que generara el mismo sabor que comer la uva de la planta. Sus vinos son de los más cotizados del mundo.
Si te gusta beber vino en restaurantes de la CDMX, es probable que hayas probado alguna joyita que trajeron Larissa Lawrence y Gonzalo Gout; conoce más de la nutrida oferta en su sitio vinosenteros.mx



