David Lynch, el cineasta que transformó lo cotidiano en lo sublime, ha fallecido y todavía no entendemos la dimensión de su muerte, un grande del cine y sí, lo extrañaremos bastante, pero su legado vive no solo en películas como Blue Velvet o la serie Twin Peaks, sino también en una de las producciones más curiosas y épicas de su carrera: Dune (1984).
Y aunque la crítica en su momento no supo abrazar su versión de la obra de Frank Herbert, los cinéfilos jamás olvidaremos que México jugó un papel fundamental en su realización.

Fue por azar o quizá por necesidad que Lynch eligió nuestro país como locación para llevar la historia del planeta Arrakis a la pantalla grande. Con un presupuesto ajustado y la visión del productor Dino De Laurentiis, la producción encontró en México el lugar perfecto con paisajes únicos y costos accesibles para recrear el vasto y desértico universo de Dune.

Dune de David Lynch en México
La adaptación de Dune necesitaba un escenario tan espectacular como inhóspito para representar el planeta Arrakis, hogar de la codiciada especia melange. Lynch y su equipo encontraron en los Médanos de Samalayuca, al sur de Ciudad Juárez, Chihuahua, un paisaje que parecía extraído directamente de las páginas del libro de Frank Herbert.
Estas dunas monumentales, moldeadas por el viento del desierto, se convirtieron en el escenario perfecto para filmar las icónicas escenas exteriores de Dune. Pero México ofreció mucho más que arena y sol: los icónicos Estudios Churubusco, en la CDMX, se transformaron en el centro de operaciones donde se construyeron los interiores de las naves espaciales, palacios y demás estructuras de los feudos Atreides y Harkonnen.

El rodaje de Dune comenzó el 30 de marzo de 1983, involucrando a más de 20,000 personas, entre carpinteros, ingenieros, actores y técnicos mexicanos. Las escaleras del Estadio Azteca incluso fueron utilizadas como entrada al Palacio de Arrakeen, demostrando la creatividad de la producción para transformar espacios locales en escenarios futuristas.
Ernesto Laguardia, Angélica Aragón y Humberto Elizondo, entre otros actores mexicanos, tuvieron pequeños pero memorables papeles en esta colosal producción. Cada uno aportó su talento para enriquecer la visión de Lynch, quien combinó lo onírico con lo perturbador, características que definirían su carrera cinematográfica.

El legado de Dune y la magia del cine de David Lynch
Aunque Dune (1984) no fue el éxito de taquilla que De Laurentiis esperaba, se convirtió en una película de culto, admirada por su ambiciosa dirección de arte y los riesgos creativos que asumió Lynch al adaptar una historia tan compleja. Hoy, recordamos a este cineasta como un maestro del cine experimental y onírico, como el director que puso a México en el mapa de la ciencia ficción.
La partida de David Lynch deja un vacío inmenso en el mundo del cine, pero nos queda tomarlo como referencia y ver sus películas una y otra vez. ¡Gracias, David Lynch por tu arte!
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