Por fin llega a los cines Las niñas bien, la segunda película de la potosina Alejandra Márquez Abella, una verdadera joya no solo de los estrenos del mes, sino de la industria cinematográfica nacional.

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El largometraje, inspirado en la serie de crónicas escritas por Guadalupe Loaeza, narra la historia de Sofía, una mujer que pertenece a lo más alto de la sociedad mexicana, con las compras en boutiques y la casa de las Lomas correspondientes. Pero su vida está por dar un giro cuando la crisis económica de 1982 afecta su estatus intempestivamente.

Y sí, no faltará quien le haga el feo solo porque es mexicana, pero la película es una que sin duda tiene todo para conquistar y conciliar tanto a los amantes cine comercial, como a aquellos devotos al cine de arte. Aquí te explicamos por qué

Las niñas bien es una comedia, es una chick-flick y un retrato de las crisis de 1980

No importa qué género te guste, Las niñas bien intenta sumar más de uno en la trama. Por momentos tienes una chick-flick llena de intrigas, chismes y traiciones, en uno de los círculos más exclusivos del entonces Distrito Federal; al siguiente pasas por un drama familiar en el que se muestra el estado emocional de la inseguridad financiera, dejando ver, también, el clasismo y el machismo que la rodean.

Pero los cambios de género no cambian el tono del filme. Es el dominio de estos lo que le permite a Márquez transmitir su mensaje. Si bien hay escenas cómicas, estas nunca se vuelven banales, sino que agregan a la perspectiva de Sofía y, por extensión a la psique de la opulencia en la que ella vive.

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La atención al detalle en Las niñas bien nos introduce a la intimidad de esa opulencia

El año pasado fue Luis Miguel, la serie la producción que nos despertó la curiosidad sobre lo que era vivir una vida a la que no podía faltarle nada, en apariencia. Ahora, la producción de Márquez nos mete de lleno en ese mundo.

En lugar de quedarse en lo superficial, Las niñas bien muestra la desesperación, la ansiedad y el aislamiento a través de los detalles: el vestuario, la música y los silencios que, al igual que las miradas, parecen interminables.

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En algún punto pareciera que nosotros, los espectadores somos quienes están en el lugar de Sofía: excluidos, abandonados y llenos de incertidumbre. Al salir de la función es cuando descubrimos que en realidad fuimos los espectadores de la tragedia y la desesperación de este personaje.

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Una adaptación de Las niñas bien, la crítica a la clase de alta desde la clase alta

En 1987, Guadalupe Loaeza presentó una fuerte crítica a la alta sociedad, a la que ella misma pertenecía. Eran pasajes de sus vidas cotidianas, sin una historia que las uniera, más que aquella de perder sus privilegios durante la devaluación del peso, en la presidencia de José López Portillo.

Lo característico en este texto era que el juicio no estaba implícito, era más bien el lector quien lo calificaba, pero para Loaeza era claro, no por nada lo había seleccionado. Tres décadas después, Márquez es la encargada de hilar esta historia y, al igual que en su predecesor, el juicio es inevitable ante la incomprensión de los propios personajes sobre lo que dicen y hacen.

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Más razones para no perderte Las niñas bien

Si estas razones no te parecen suficientes para correr ahora mismo a comprar tus boletos, acá te decimos en voz de su protagonista, Ilse Salas, por qué vale la pena darle una oportunidad en tu cine favorito.