¡Ahh, los dosmiles! En aquel entonces el siglo era nuevecito y estaba lleno de posibilidades. ¿Qué nos iba a traer la modernidad? Musicalmente, la onda era traer un iPod. Pero si no te alcanzaba o no te lo regalaban, no quedaba de otra que seguir cargando el discman y una selección de CDs en un estuche. ¿Qué sonaba cuando te ponías tus audífonos y le dabas play? Si el rock anglo era tu máximo, no podías no tener a los Yeah Yeah Yeahs.
Y es que este trío llegó con todo y, hablaré por experiencia propia, me robó el corazón. Entre sus contemporáneos estaban Interpol y The Strokes, bandas también de Nueva York que estaban en mi colección de CDs, pero el poder de Karen O, la frontwoman de los YYY, era otra cosa. Esa mujer con look dark-sexy-cool abría la boca frente al micrófono y salían canciones que te atravesaban el alma o te hacían sentir un poco rebelde. Sí, aunque suene cursi o exagerado.

Ojo, no que antes no hubiera vocalistas femeninas de rock con fuerza, sensibilidad, personalidad arrolladora y look ultra cool, pero Karen llegó en el momento indicado para convertirse en la diosa del indie rock anglo. Desde que junto con sus compañeros, los musicazos Nick Zinner y Brian Chase, nos propuso una cita con la noche, no hubo vuelta atrás. La intensidad y pasión desbordantes con las que la cantaba eran tales que, neta, cómo decir no mientras bailabas o te movías como poseída.
Pero en su primer disco, el hoy clásico Fever to Tell (2003), también mostraba su otra faceta: sensible, melosa y enamorada. Y caí redondita desde los primeros acordes de guitarra de “Maps” hasta el último segundo que dura la rola… porque “ellos no te aman como yo”. Y no me quedaba la letra, pero no importaba. Igual la cantaba con todo el feeling del mundo, nudo en la garganta y, a veces, lágrimas. Acá entre nos, hasta la fecha.
Al año siguiente YYY vino por primera vez a México, y fue la oportunidad más que chida de intensear con sus rolas en vivo. Ahí, en el pequeño y hoy desaparecido Salón 21, las emociones se multiplicaron por mil. Y un par de años después, la banda dio el salto al Palacio de los Deportes. Por supuesto, no falté a la cita junto con miles de chilangos. Obviamente los coros y gritos estuvieron buenos, para eso los mexas nos pintamos solos. Me acuerdo y quiero regresar a esas noches para corear alegremente “Gold Lion” o emocionarme con “Turn Into”, brincar con “Pin” y sentir cómo se aceleran los latidos de mi joven corazón con cada rasgueo de guitarra, tamborazo, y las feroces o delicadas vocales de Karen.
La banda ha incluido a la CDMX en otras giras en 2010, 2013 (Vive Latino), 2022 (Corona Capital) y 2023. Sus setlists se han nutrido de rolones como “Zero”, “Heads Will roll” y “Sacrilege”. Sin embargo, la emoción de esas primeras veces es única. No había pensado en ellas, pero su regreso este año me las trajo a la mente. Y es que en 2006 y 2010 se echó “Maps” a voz y guitarra y la rompió, nos rompió y nos volvió a reconstruir bajo el techo del Domo de Cobre. Y la nueva gira, Hidden in Pieces, ¡es acústica! Así que la intenseada, lo sé, subirá unas cuantas rayitas pues las letras van a calar más hondo y con los nuevos arreglos hasta cobrarán nueva vida. Nomás acuérdense de los MTV Unplugged.

Será, pues, como redescubrir a Yeah Yeah Yeahs justo cuando celebra 25 años de carrera. Sí, esta banda ya tiene un cuarto de siglo musicalizando mis azotes, dilemas existenciales, emociones y sentimientos… y los de miles de personas. Así que, que ya suban al escenario Karen, Nick y Brian para sacar a la intensa que llevo por dentro (y a veces también por fuera) en la oscuridad del recinto.

Lugar: Teatro Metropólitan (Av Independencia 90, Centro)
Fecha: lunes 30 de junio, martes 1 y miércoles 2 de julio de 2025
Horario: 21 h.
Costo: $951 -$2,660