El gobiernos federal y el de la Ciudad de México declararon la emergencia sanitaria por el coronavirus COVID-19 la noche del lunes 30 de marzo. Tras el anuncio, centros comerciales, restaurantes, bares y otros establecimientos tuvieron que bajar la cortina como medida para reforzar el aislamiento social y así tratar de evitar la propagación de contagios; sin embargo, hay personas que continuan con su trabajo durante la cuarentena porque no pueden quedarse en casa, pues “viven al día”.

“Esto sí nos viene a poner en la madre, pero no podemos quedarnos en nuestras casas. Primero porque vivimos al día, y segundo porque de nuestro trabajo, o sea, de todos los comerciantes, depende mucho la economía. Imagínate si no salimos a chambear no les llegará alimento a los demás, ahí sí estará cabrón”, asegura Luis Antonio Gómez, un “diablero” de la Central de Abastom el mercado más grande de la CDMX.

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Luis Antonio señala que su bolsillo sí ha resentido la crisis sanitaria ocasionada por el brote de COVID-19, puesto que antes percibía entre mil y tres mil pesos diarios antes de la contingencia de puras propinas; sin embargo, sus ingresos se han visto reducidos a entre 300 y 600 pesos al día.

Mariana del Monte Aguilar, la dueña de una recaudería ambulante en la alcaldía Iztacalco, también es una de las personas que no ha parado su trabajo durante la cuarentena, pero cuya cartera también ha sufrido el embate de la crisis. “Si no fuera porque vendo alimentos, ya habría quebrado. Si acaso gano 100 pesos al día, no alcanza para nada cuando tienes una familia de siete personas”, confiesa.

El mariachi Alejandro Garrido considera que recuperarse financieramente del cese de actividades le tomará alrededor de dos años, de acuerdo con sus cálculos y con su experiencia, puesto que hace 11 años vivió una situación similar con la crisis por el brote de Influenza A(H1N1). “Todos los eventos que teníamos agendados se están cancelando. Cuando pase el aislamiento, lo último que pensará la gente será en contratarnos. Vivimos al día y dependemos de un milagro o de ganarnos la lotería para salir adelante”, explica.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) establecen que 22 de cada 100 pesos del Producto Interno Bruto (PIB) provienen de los empleos informales, como los de Luis Antonio, Mariana o Alejandro.

En 2018, la medición de la Economía Informal mostró que 56.7% de la población ocupada se encuentra en condiciones de informalidad, es decir, no tienen acceso a seguridad social ni a prestaciones sociales.

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De acuerdo con la Contribución Porcentual del Valor Agregado Bruto de la Economía Informal en el PIB (2003-2018), 2009 ha sido el año con más participación por parte del sector informal en la economía mexicana, ya que aportó 24.4 % del PIB. En 2018, la aportación de ese tipo de empleos al PIB fue de 22.5%.

Foto: Lulú Urdapilleta.

De acuerdo con Daniel Salazar Fernández, especialista en microeconomía, la crisis por COVID-19 puede significar una oportunidad para los comerciantes que continúan con su trabajo durante la cuarentena aunque ese panorama no aplica para todas las personas que se encuentran en el sector informal. “Ante la necesidad de comprar alimentos e insumos básicos, la población recurre al sector informal, debido al alza de precios o por lo difícil que resulta comprar en supermercados, donde la gente satura las cajas por compras de pánico. Lo más recomendable es comprarle a los comerciantes locales, aunque en la parte de entretenimiento, como grupos musicales, los bares, salones de fiestas, etcétera, es donde recae más fuerte la crisis”, señala el especialista.

En 2009, durante la contingencia por la Influenza A(H1N1), el sector turístico en México tuvo pérdidas de cuatro mil millones de dólares, y el sector restaurantero perdió hasta el 90% de sus ingresos anuales, de acuerdo con datos de la UNAM.

Al ser cuestionada sobre el efecto que tendrá el cierre de restaurantes, bares y centros comerciales, la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, respondió: “El impacto económico lo vamos a ir calculando”.

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Medidas sanitarias de quienes continúan con su trabajo en la cuarentena

Pese a que México suma mil 215 casos confirmados de coronavirus COVID-19 y 28 decesos, ocho de ellos en la CDMX,aún hay gente que tiene que seguir con su trabajo durante la cuarentena. Negocios como pastelerías, puestos ambilantes, de comida rápida o panaderías continúan operando.

“Para nosotros lo primordial son los clientes, pues sin ellos nos quedamos en la calle. No podemos darnos el lujo de perderlos, por eso implementamos varias medidas, antes de que nos digan que ya de plano no podemos salir”, explica Alfonso Ramírez Téllez, vendedor de pan y postres, quien confiesa no tener la solvencia ni los ingresos suficientes para soportar el aislamiento, por lo que debe continuar con su trabajo durante la cuarentena.

El mismo panorama se observa en tianguis de Iztacalco, Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco, así como en los municipios de Nezahualcóyotl y Ecatepec, en el Estado de México, donde los comerciantes ofrecen gel antibacterial a sus clientes. “Con esta medida los clientes se sienten un poco más seguros, y nosotros también. Por decir yo que vendo plantas no me afecta tanto porque las limpio cuando las riego, pero, por ejemplo, el de las películas, el percadero, los carniceros, los de las frutas, la ropa, la joyería, todos ellos están más propensos a infectarse por el contacto físico. Yo por eso trato de no acercarme a los clientes”, comenta Alberta Sánchez, tianguista en Xochimilco, quien usa todo el tiempo cubrebocas, pues a sus 60 años tiene miedo de contagiarse de COVID-19.

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La travesía para llegar al trabajo

Foto: Lulú Urdapilleta.

Debido a la crisis sanitaria, quienes tienen que llegar a su trabajo durante la cuarentena han optado por tomar diversas medidas para protegerse, Ahí quienes prefieron su auto particular, mientras que otros no tienen más opción que viajar en el Metro, microbús o camión.

Mauricio Palacios vive en el Centro Histórico y trabaja en una carnicería al oriente de la capital, por lo que decidió trasladarse en bicicleta, mientras que la enfermera Claudia Leyva prefiere irse en taxi para llegar a la clínica en la que trabaja.

Sin embargo, en el Metro capitalino y en el transporte público en general no viaja #SusanaDistancia, el personaje creado para pedir que la población guarde al menos un metro de distanciamiento.

Gerardo Bonilla, un agente de seguridad privada que vive en Iztapalapa pero se traslada cada dos días hasta Santa Fe para hacer guardias de 24 horas, es uno de los que deben tomar varios tipos de transporte para llegar a su destino.

“Solo los que pueden pagar taxi lo toman, o quienes van a distancias cortas se van en bici. Yo como no tengo ni bici ni carro y de mis ingresos depende mi esposa y mis dos hijos, pues tengo que usar el Metro, luego un camión. Como tal no tomo ninguna medida sanitaria durante mis viajes, pero me lavo las manos al salir de mi casa y al llegar al trabajo. No hay manera de que deje mi trabajo durante la cuarentena, excepto si me corren”, explica Gerardo, quien al igual que algunos comerciantes, usa cubrebocas durante toda su jornada.

Foto: Lulú Urdapilleta.

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