Elena murió sin poder cumplir su promesa de bailar otro danzón con Raúl, su esposo. Él jamás olvidará la última vez que ambos se movieron al compás del güiro, los timbales y el saxofón. Incluso, dice, no sabe si regresará a los míticos salones de baile en la CDMX. Los dueños de esos establecimientos también desconocen si podrán aguantar la crisis ocasionada por la pandemia de covid-19.

—¿Nos echamos otro?— preguntó Raúl, mientras estiraba su mano hacia donde estaba Elena.

—No, ya me cansé. Mejor ya vámonos— respondió ella, exhausta, luego de tres horas de estar bailando en el Salón Los Ángeles, el más antiguo de la CDMX.

—¿Estás segura?— insistió él.

—Sí, ya no puedo más. La próxima semana te cumplo ese otro danzón— prometió ella.

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Era la noche del 19 de marzo. Cuatro días después, las autoridades de la Ciudad de México ordenaron el cierre de bares, antros y centros nocturnos. El objetivo era evitar poner en riesgo a la población. En el caso de los salones de baile de la CDMX, la mayoría de sus asistentes son adultos mayores, uno de los grupos más vulnerables al nuevo coronavirus.

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“El baile estaba en su apogeo. Yo no me quería ir, pero ella sí. Ni modo. En ese momento no le tomé importancia porque creímos que regresaríamos. Míranos ahora: ella ya me dejó y quién sabe si yo vuelva a bailar y no por mi edad sino por la crisis”, confiesa Raúl.

Después de cuatro meses cerrados, la esperanza de seguir bailando al ritmo de las danzoneras sigue viva, pero a los dueños se les acaba el dinero. ¿Será este el fin de los salones de baile en la CDMX?

¿Volverán los salones de baile en la CDMX?

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Fotos: Cuartoscuro.

Los salones de baile en la CDMX ya estaban en una situación financiera complicada desde antes de la pandemia. La razón: la falta de público nuevo. Luego de décadas en las que la afluencia decaía poco a poco, la venta de entradas se desplomó hasta en 80% durante los últimos 10 años, según dueños y administradores de los salones.

“En los sesenta, miles de personas se unían para bailar al mismo ritmo. Eran escenas impresionantes, pero desde entonces la gente fue dejando de asistir poco a poco”, recuerda Mariana de la Cruz, encargada del California Dancing Club desde 1980. “Los bailarines llegaban como si fueran a la iglesia: con mucho respeto y bastante elegancia: trajes y vestidos de todos los tipos y colores, zapatos de charol, sombreros, gabardinas. Todos bien perfumados”, agrega.

En el California, inaugurado el 11 de noviembre de 1954, la entrada es gratuita en la mayoría de eventos, pero hay ocasiones en que cobran una cuota de recuperación de 70 pesos. Aunque los dueños quisieran, dice Mariana, eso no alcanza para mantener el salón. “Los dueños no reciben ganancias, lo ven como beneficio para las personas de la tercera edad que vienen a distraerse”

El Califas, como también se conoce al California, es uno de los salones de baile en la CDMX más importantes. Ahí han tocado grandes grupos y orquestas, como la Sonora Dinamita, la Sonora Matancera, Acerina, Felipe Urban, la Continental, Pérez Prado, Celia Cruz, Willie Colón, Rubén Blades y hasta Germán Valdés, “Tin Tán”.

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Otro de los salones de baile de la CDMX emblemáticos es Los Ángeles, que como el California, nunca había detenido sus actividades desde su inauguración el 29 de julio de 1937.

A días de festejar los 83 años del salón, el principal socio y encargado, Miguel Nieto Applebaum, comenta a Chilango que la situación es “grave”. “En agosto pasado, dijimos que nos íbamos a dar un año para saber si este negocio era viable. De esa fecha para acá, estábamos haciendo las cosas bien. Teníamos varios eventos reservados, pero la pandemia nos cortó todo el suministro de dinero. Cubrir pagos y nóminas ha sido realmente difícil”, explica Miguel, quien representa la tercera generación de la familia Nieto que se encarga del salón.

La idea de Miguel para modernizar al Salón Los Ángeles pasa por rentar el lugar para grabaciones comerciales y cinematográficas. Además, planea mejorar la oferta de comida y bebida, así como la atención al público, sin abandonar los bailes tradicionales “porque nutren la identidad del salón”.

Esta situación también la comparten otros salones, como el Hidalgo, el Tropicana —conocido como “La Catedral de la Salsa y la Rumba”— el Gran Fórum, el G&R, el Caribe y el Gran Salón.

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Sólo Dios sabe…

Fotos: Cuartoscuro.

Dueños, danzoneras y bailarines viven con la esperanza de regresar a la pista de baile. Aunque algunos, por su edad, posiblemente ya no volverán. Eso fue lo que pasó con Elena, quien falleció la primera semana de junio, a causa de covid-19.

Gloria Serrano encontró el amor luego de dos divorcios en el Salón Los Ángeles. Para ella, el cierre de los salones de baile en la CDMX no es una opción. Para no perder la esperanza, esta mujer de 68 años le ha pedido a sus amigos que hagan donativos y así ayudar a los dueños en el pago de servicios.

Las danzoneras también han tenido que buscar otra forma de obtener ingresos. Las bandas han recibido donaciones, impartido clases virtuales y han brindado conciertos en línea desde sus hogares.

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“Es una afectación grande. Cancelar todos los espacios nos cierra la oportunidad de tener un ingreso. Los conciertos virtuales, en los que la gente puede donar, son una acción para distraer al público. Son por amor a la música”, asegura Felipe Urban, nieto del fundador de la danzonera que lleva su nombre.

Octavio Pérez Barrera, director de Acerina y su danzonera, coincide con Felipe. “(La crisis) Nos está pegando durísimo. En los conciertos virtuales es difícil obtener ingresos, porque la gente te dice que sí te apoya y luego resulta que no. Además de que muchos conjuntos también lo hacen y las personas sólo donan una vez. Nosotros trabajábamos de miércoles a domingo. Ahorita llevamos cuatro meses sin hacer nada”, dice.

De esas dos agrupaciones dependen 32 familias. Felipe Urban y su danzonera tenían planeados más de 20 eventos, pero la pandemia los canceló todos. Para sobrevivir los integrantes de ambas danzoneras han vendido algunos de sus instrumentos.

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Bailarinas y danzoneras no son los únicos que han pedido donativos. Miguel, del Salón Los Ángeles, invitó a sus seguidores a realizar donaciones para el mantenimiento. Incluso echó mano de un lema creado por su padre: “Quien no conoce Los Ángeles, no conoce México”.

La cuenta a la que pueden donar es 3609419, o a la CLABE: 002180700736094197, a nombre de María Armida Applebaum Santos. Una vez realizada la donación, deberás enviar una foto del comprobante al correo [email protected].

“Aquí no se termina todo. Todavía hay futuro, ganas, fuerza para seguir adelante. Desde hace 25 años hay gente que todavía va, y por ellos, principalmente, le vamos a seguir echando ganas”, señalóArmando Chávez Rivera, dueño de los salones Caribe y Gran Salón, en un video publicado en Facebook.

El Califas, Los Ángeles, el Gran Fórum y los demás salones son parte de la categoría menos indispensable en la reapertura gradual de establecimientos. Por eso reanudarán sus actividades hasta que el semáforo epidemiológico esté en verde, explica personal del Instituto de Verificación Administrativa (INVEA), en entrevista con Chilango.

A pesar de que los salones de baile en la CDMX serán de los últimos establecimientos en reanudar operaciones, Armando, Miguel y Mariana no pierden la esperanza de que el danzón vuelva a retumbar en las paredes de sus salones. Miguel busca consuelo en una frase de Carlos Fuentes: “Los Ángeles estaba aquí hace 40 años y seguirá aquí mientras el tiempo dure y el alma baile”.

“Lo único que pedimos es una ayuda del gobierno para no desaparecer, porque somos cultura, somos historia (…) Quisiera decir que sí volveremos, pero sólo Dios sabe”, sentencia Mariana.

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