Trabajan jornadas de hasta 14 horas, en las que tienen que esquivar a automovilistas gandallas y convivir con el temor a contagiarse de covid-19, y, aunque no son parte del personal de salud que encabeza la batalla contra la pandemia, ellos, los repartidores en bicicleta de la CDMX, también participan en la lucha contra el virus y salen todos los días a rescatar a quienes permanecemos en aislamiento y a los que tienen que trabajar, porque su vida o la de otras personas dependen de su labor.

Tras colocar su celular en el manubrio de su bici, Mario se cuelga su mochila en la espalda, se ajusta el casco y entra a una aplicación para repartidores. Veinte segundos después, recibe el primer pedido del día: cuatro capuchinos y cuatro donas, que debe recoger en una cafetería de la colonia Roma para entregar el paquete en el Hospital General de México. 

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“Algunos lo hacemos por gusto, otros por necesidad, pero sin nosotros habría más contagios. Gracias a nosotros, la gente puede quedarse en casa sin exponerse, en cambio, los repartidores en bicicleta nos jugamos la vida, tanto por el covid-19, como por andar en la calle, pues rara vez los cochistas nos respetan y también somos blanco de la delincuencia, porque saben que traemos dinero y mercancía”, asegura Mario Saavedra, quien comenzó a trabajar como repartidor hace un par de meses, tras haber sido despedido.

Un día antes de que la empresa en la que trabajaba le anunciara su liquidación, Mario compró una bicicleta para ir y venir del trabajo y así bajar los kilos que había subido durante el invierno. Nunca imaginó que dos meses después, la bici sería una herramienta que le permitiría sobrevivir durante la pandemia.

“Nos llamaron a algunos trabajadores desde la oficina de recursos humanos, pensamos que nos contarían los planes para trabajar desde casa; sin embargo, nos anunciaron que la empresa cerraría debido a la falta de liquidez y utilidades. Esa misma tarde nos tuvimos que llevar nuestras cosas. Al otro día, yo ya estaba registrándome en compañías de reparto a domicilio en la CDMX”, dice Mario, al recordar aquella tarde del 15 de marzo.

Desde entonces, Mario se monta su bicicleta todos los días y parte rumbo a las cafeterías cercanas a la colonia Doctores, en la alcaldía Cuauhtémoc, donde se ubican el Hospital de General de México, el Centro Médico Nacional Siglo XXI y el Hospital Infantil Federico Gómez.

La mayor parte de su trabajo diario, explica, consiste en llevar comida y bebidas al personal de salud, quienes llegan a trabajar hasta 40 horas seguidas ante el incremento en los casos confirmados por covid-19.

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“Cuando entrego los pedidos a los doctores siento mucha satisfacción, es como si, a través de la comida o los cafés, yo estuviera poniendo mi granito de arena para mantenerlos con la energía puesta en su trabajo. Ellos me reconocen a mí, luego hasta intentan darme propina, pero no la acepto, porque ellos salvan cientos de vidas y yo solo soy un repartidor”, confiesa.

Al igual que Mario, miles de personas trabajan todos los días pese a la contingencia sanitaria, pues su situación económica los obliga a buscar un ingreso. No obstante, los repartidores en bicicleta tienen otra misión crucial: satisfacer la demanda de las personas confinadas para evitar que estas salgan a la calle a comprar.

Así viven los repartidores en bicicleta

Foto: @repartidorr.

Para cuando los rayos del sol empiezan a iluminar las calles de la CDMX, algunos repartidores ya llevan rato pedaleando, presionados entre una entrega y otra. Algunos de ellos trabajan desde las cuatro de la mañana y durante jornadas de 12 o 14 horas al día, pues “mientras más trabajas, más ganas”, afirma Joaquín Mora, uno de los repartidores en bicicleta que no ha descansado un solo día desde el 30 de marzo, cuando se decretó la emergencia sanitaria.

“A mí no me molesta andar yendo y viniendo, pues finalmente gano dinero por ayudar, por llevarle de comer a cientos de personas. Por eso vengo bien protegido con mi cubrebocas N95, mi careta, mi gorra, guantes y todo lo que meto a mi mochila lo cubro con una bolsa. Tras cada entrega, desinfecto todo con un aerosol y un trapo con cloro. Al llegar a mi casa, meto a lavar mi ropa y me baño”, explica Joel Pizarro, otro de los repartidores que no ha descansado. La diferencia entre él, Mario y Joaquín es que Joel no trabaja en aplicaciones de reparto, sino de manera independiente.

Debido a la falta de clientes, Joel tuvo que cerrar su tienda de ropa desde la segunda semana de abril y para no quedarse sin ingresos, desempolvó su bici vieja. Le engrasó la cadena, le infló las llantas y salió de su casa a ofrecerse como repartidor en los negocios vecinos. Al principio, nadie confiaba en él, pero ahora realiza entre 30 y 40 entregas al día. Por cada una cobra una comisión de 10 pesos, más lo que recibe de propina.

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Mario y Joaquín coinciden en señalar que han ganado hasta 9 mil pesos a la quincena durante la crisis; no obstante, no todos los repartidores en bicicleta en la CDMX han tenido la misma fortuna.

Regina Enríquez, quien trabaja como repartidora en la zona norte de la ciudad, dice que la crisis sanitaria no le ha traído ingresos extras. “Empecé como repartidora hace tres años, cuando la mayoría de los repartidores eran motociclistas. En ese momento era más fácil tener trabajo, ahora hay que esperar mucho tiempo para recibir un pedido, porque hay cuatro o cinco repartidores listos para entregar antes que tú. Así que, sinceramente no creo que mientras más trabajas más ganas, porque la competencia está cada vez más cabrona”, comenta y detalla que a la quincena percibe entre 3 mil y 4 mil pesos, trabajando más de 12 horas al día durante toda la semana.

¿Cuántos repartidores chambean en la CDMX?

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Foto: @repartidorr.

Chilangoconsultó a la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo para saber cuántos repartidores en bicicleta trabajan actualmente en la Ciudad de México, pero esta información, respondió la dependencia, es variable, debido a la falta de formalidad, pues solo las empresas de aplicaciones registran estos datos.

Para registrarse en una de las aplicaciones solo es necesario presentar documentos básicos de identificación, comprobante de domicilio, abrir una cuenta en el banco y contar con una bici.

Chilangotambién solicitó entrevistas con al menos tres de estas empresas; sin embargo, no recibimos respuesta.

“Difícilmente las empresas o los restaurantes para los que trabajamos nos dan seguro médico en caso de que nos accidentemos, tampoco nos dan prestaciones o beneficios como jubilaciones, afore, etcétera. Prácticamente estamos a la deriva, por eso muchos ven este empleo como temporal. Duras unos meses, mientras encuentras otra cosa. En mi caso yo tengo licenciatura en Administración Pública, pero por mi edad ya no me contratan”, confiesa Alejandro Solís, quien a sus 57 años se dedica al reparto en bicicleta para mantener a sus padres, quienes requieren de medicamentos costosos.

De acuerdo con los entrevistados, la covid-19 es uno más de los riesgos a los que se exponen, pues los accidentes de tránsito, como atropellamientos y caídas, los asaltos y el acoso son problemas que los repartidores sufren todos los días.

Hace un año, el 4 de mayo, una repartidora de 20 años fue atropellada por un tráiler en la alcaldía Miguel Hidalgo. Hasta el momento se desconoce el desenlace del siniestro. De acuerdo con la activista Areli Carreón, la vulnerabilidad que viven los repartidores en bicicleta, y los ciclistas en general, se debe a la impunidad en las leyes y la falta de infraestructura vial segura y exclusiva para los vehículos no motorizados, así como el poco compromiso de las empresas para garantizar la seguridad de sus empleados.

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A finales de febrero, Didi Food presentó un programa de seguridad, con una línea de atención especial ante siniestros y un seguro que cubre a terceros y al socio repartidor en caso de accidente. “No podemos precisar el monto de la cobertura por riesgo a que se generen accidentes provocados y por seguridad de los mismos socios repartidores, pero puedo decir que es competitivo”, señaló Andrea Vidales, gerente de comunicación de Didi Food México, en entrevista con Expansión.

Uber Eats cuenta con un programa similar, mientras que Rappi ofrece una cobertura de 100 mil pesos en caso de fallecimiento, mientras que la cobertura para lesiones cubre hasta 20 mil pesos.

Para los repartidores en bicicleta cada entrega es una aventura, entre el tráfico, las calles inseguras de la CDMX y la covid-19. Por eso, es importante reconocer su trabajo no solo durante este confinamiento, sino siempre, pues arriesgan su vida para generar un ingreso y ofrecer un servicio. Ellos son otros héroes de la pandemia, ellos son los #BiciHéroes.

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