Cuando empezamos nuestro #JuevesDeLeyendas, lo hicimos porque creemos que estas historias son una parte importante de la cultura popular y dicen mucho sobre un tiempo particular en la historia chilanga.

Pero algunos de estos relatos han migrado a otros países y evolucionado con el tiempo. Tal es el caso de uno de los mitos más populares de la CDMX y prueba de ello son las diferentes versiones de La Llorona existentes en todo el mundo.

 También lee: Descubre la inquietante historia de la casa de los ahorcados en el #JuevesDeLeyendas

Acá te dejamos algunas de las más tradicionales, terroríficas e incluso lamentables historias de esta ancestral leyenda.

7 increíbles versiones de La Llorona alrededor del mundo

Los orígenes

Muchos investigadores suponen que esta conocida leyenda tiene su origen en el mundo prehispánico. Fray Diego Durán relata en el libro Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme que, en los días postreros de su reinado, Moctezuma II se preocupó por una serie de augurios que se referían al fin de su mandato.

Uno de ellos era sobre una mujer que muchos de sus gobernados decían vagaba de noche por las calles de Tenochtitlán, gimiendo y llorando. Ante esto, mandó a investigar la causa de sus lamentos. Acorde a fray Bernardino de Sahagún, sus informantes le dijeron era por sus hijos, pues ella gritaba: “¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!”, en unas ocasiones, mientras que en otras sólo decía: “Hijitos míos ¿a dónde os llevaré?”, por lo que Moctezuma lo interpretó como una advertencia. Así surgió una de las primeras versiones de La Llorona de las que se tiene registro.

Aunque esta no brinda mucha información sobre su aspecto o motivaciones, el mismo fraile la nombra Cihuacóatl (mujer serpiente) o Tonantzin (nuestra madre) y en su crónica Historia general de las cosas de Nueva España detalla que la mujer portaba una cuna que ponía en el mercado y allí la abandonaba. Cuando las mujeres iban a ver qué había dentro de la cuna, sólo encontraban un cuchillo de pedernal, de los que se usaban para el sacrificio.

 También lee: Conoce el Callejón del Diablo en este recorrido de leyendas

Encuentro con la historia

Otra de las versiones de La Llorona que se sitúan en México y la cual es quizá la más conocida hasta la actualidad surgió en la época colonial. En ella se narra que una mujer indígena de incomparable belleza se enamoró perdidamente de un caballero español con quien tuvo tres lindos hijos.

La mamá se volcó por completo en sus pequeños y en su amor por este hombre, pero él, al contrario, no hacía otra cosa más que rehuirla, temeroso de lo que la gente pudiera decir de su relación. Un día este la dejó para casarse con una prestigiosa dama española de la clase alta.

Al enterarse de su traición, la mujer perdió completamente el juicio. Cogió en brazos a sus hijos, los llevó a orillas del lago de Texcoco, los abrazó fuertemente y los hundió hasta ahogarlos.Tras darse cuenta de lo que acababa de hacer, no pudo soportarlo y ella misma se quitó también la vida.

Desde ese día, se dice que el alma de esta mujer no logra descansar y cada noche deambula vestida totalmente de blanco por las calles solitarias cerca del lago en busca de sus tres hijos. La mujer llora, gime y grita: “¡Ay mis hijos!” y sus lamentos de dolor retumban en todo el pueblo.

Acorde al historiador mexicano Efraín Franco Frías, esta es una de las versiones de La Llorona que posteriormente se asoció con Malintzin, mejor conocida como “La Malinche”, quien a la llegada del ejército español se convirtió en amante del conquistador Hernán Cortés. Con él tuvo un hijo, pero cuando este regresó a España, se lo arrebató sin que ella pudiera impedirlo. Ni sus lamentos consiguieron que ella pudiera volver a ver a su bebé.

 También lee: ¿Qué pasó en Cañitas? Leyenda urbana chilanga

Historia de celos

Por supuesto que las versiones de La Llorona no son exclusivas de México. En venezuela cuentan con una figura similar, aunque a esta se le conoce por el nombre de “La Sayona”. Esta leyenda se ubica en la región de los llanos, también durante la época de La Colonia y narra la historia de Casilda, quien se destacaba en la zona por su elegante apariencia, enmarcada por una gran estatura y una bella, larga cabellera negra que caía sobre su espalda.

Ella se casó con un hombre del pueblo, respetado por su bondad y buen corazón. Él se desvivía por ella y, después de un tiempo, la pareja tuvo un hermoso hijo. Pero no todo era felicidad, ya que la bella joven tenía un gran defecto: era demasiado celosa.

Se cuenta que en el pueblo también vivía un hombre mujeriego y mentiroso que pretendía a Casilda a pesar de estar casada. Este la espiaba todos los días mientras ella nadaba desnuda en el río, hasta que un día ella descubrió su morbosa mirada desde los matorrales.

Cuando esta lo confrontó, él le respondió que en realidad había venido a advertirle que su esposo la engañaba con su propia madre. Ante esto, Casilda enloqueció y le prendió fuego a su casa, mientras su marido y su propio hijo se encontraban en ella, quienes gritaban aterrados pidiendo ayuda. Pero ella sólo miró mientras la estructura ardía.

Posteriormente, la mujer se trasladó a la casa de su madre y le dió tres machetazos en el vientre. La inocente señora con sus últimas fuerzas la maldijo diciéndole: “Yo no hice nada y jamás te mentí, pero tú cometiste el peor de los pecados y yo te condeno: Sayona serás para siempre, y en nombre de Dios, que así sea”.

Al darse cuenta de su error, Casilda se suicidó y, según estas versiones de La Llorona, desde entonces la fantasmal figura de una bella mujer vestida con una túnica blanca se le aparece a los adúlteros y a quienes desean una mujer ajena, dejando que la admiren y pretendan; para después con una aterradora sonrisa mostrarles unos largos colmillos antes de acabar con sus vidas.

 También lee: Arma tu propio recorrido por las casas embrujadas de la CDMX

Una guía para las almas en pena

Otro de los países que cuenta con su propia tradición en torno a esta figura es Chile. Esta obtiene su nombre de “cullen” que significa lágrima y “pu”, un indicador de cantidad plural. La Pucullén comparte algunos de los elementos tradicionales de La Llorona, como su apariencia fantasmal, la túnica blanca y el largo cabello negro, además del característico llanto de plañidera.

En estas versiones de La Llorona se dice que solo puede ser vista por las personas que están cercanas a su muerte y los animales, como los perros que poseen unos sentidos más agudos y quienes producen unos terribles aullidos cuando perciben su presencia.

Se cree que La Pucullén es una guía de los muertos, indicando con sus pasos y llantos, el camino que debe recorrer el muerto para dirigirse de su morada terrenal hacia el más allá. Sobre sus lamentos, algunos dicen que llora eternamente porque le quitaron a su hijo de sus brazos a muy corta edad; otros aseguran que en realidad son para que todos los familiares del difunto puedan recuperarse pronto de la trágica pérdida e impide que el espíritu del muerto regrese a atormentarlos.

Acorde a estas versiones de La Llorona, si uno se frota los ojos con lágrimas de perro, podrá verla; pero si el corazón del que observa no es firme, la imagen será espantosa. Quienes afirman haber estado frente a ella aseguran que sus abundantes lágrimas forman un charco cristalino y espectral sobre el cual La Pucullén parece flotar.

 También lee: ¡La CDMX tiene una puerta al inframundo! Y está en Chapultepec

En busca de venganza

Entre los campesinos de Ecuador, existen otras versiones de La Llorona que narran una historia similar a la mexicana. En ellas, al igual que en las nuestras, la protagonista es una mujer que, al ser abandonada por su esposo, ahoga a su bebé en el río, para luego arrepentirse y lanzarse a buscarlo bajo el río.

Tan solo unos minutos después de esto, ella recuperó la cordura y fue hasta el río en busca de su bebé. Pasados varios días encontró al pequeño, pero este había muerto y le faltaba el dedo meñique. Ante esto, la mujer se suicidó y desde entonces su espíritu se encuentra en pena y le corta el dedo meñique a quien la encuentre para vengar a su hijo.

Otras versiones de La Llorona en esta misma zona aseguran que, además, en las noches de luna llena, el fantasma aparece en los hogares de mujeres embarazadas para robarse al bebé que suplante su hijo ahogado. Por ello, las casas se llenan de dulces en Ecuador. para que esta se empalague y se marche.

En estas historias, la mujer es alta, con rasgos faciales que no pueden distinguirse y viste de blanco. Según cuentan quienes la han visto, la mujer no tiene pies y pareciera que camina sin tocar el piso. Además, se cree que su presencia trae malos presagios o desgracias. En estas ocasiones, La Llorona parece inofensiva, en busca de ayuda y consuelo, cuando las personas se acercan a consolarla ella roba sus posesiones y desaparece.

 También lee: El fantasma de la ópera chilanga – Esta es la leyenda de Bellas Artes

Para ponerte los pelos de punta

El Salvador también cuenta con sus propias versiones de La Llorona y sus detalles son quizá los más terroríficos de todos. Las personas más grandes son quienes han preservado esta leyenda a través de la tradición oral.

La historia dice que en las altas horas de la noche, cuando todo parece dormido y sólo se escuchan los gritos rudos con que los boyeros avivan la marcha lenta de sus animales, los campesino pueden escuchar, en las cercanías del río, una voz lastimera llama la atención de los viajeros.

Estos se alejan y se acercan por intervalos, deteniéndose en los frescos remansos que sirven de aguada a los bueyes y caballos de las cercanías. Es la voz de mujer que habita los potreros, quien solloza y vaga por las márgenes del río buscando algo, algo que ha perdido y que no hallará jamás. Se dice que está en busca de sus hijos y, tras entrar en la iglesia local, desaparece.

Tales versiones de La Llorona afirman que el alma de quien la mire y vaya tras ella vagará durante toda la eternidad. Quienes la escuchan afirman sentir escalofríos que recorren todo su cuerpo, particularmente la espalda, algunos incluso dicen que pueden sentir el respirar de alguien que se encuentra a sus espaldas. Pero si alguien se atreve a voltear, esta aparecerá de pronto a su lado y se llevará su alma a un lugar desconocido.

 También lee: Lánzate a este campamento con cine de terror en Teotihuacán

Un trágico accidente

Finalmente, esta leyenda también llegó a España con una de las versiones de La Llorona. Nombrada La Ploranera, del latín “plorar” que significa llorar, esta es una famosa historia en el barrio de La Barceloneta.

En ella se cuenta la historia de una gitana cuya belleza conquistó a un inglés rico y muy amigo del dictador Franco. Al pasar el tiempo ella tuvo dos hijos de aquél hombre de quien se enamoró perdidamente a pesar de sus constantes y largos viajes.

Hasta que un día, en el que el viento mestral golpeaba la costa con sombríos presagios, llegó la guardia civil a quitarle a sus hijos por orden del inglés, quien se había casado con una mujer de la alta sociedad barcelonesa, pero infértil. Ante la amenaza de ser despojada de sus pequeños, la gitana cargó con ellos, y corrió hasta el embarcadero. Ahí, tomó una barca vieja y comenzó a navegar, huyendo de los guardias. Pero el mal viento golpeó sin piedad la proa, volcando la embarcación en el agitado mar.

Por más que la gitana buscó a sus hijos en el mar, estos nunca aparecieron. Rendida y con la esperanza de que las olas impulsaran a sus pequeños hasta la arena de las ramblas, ella regresó a la playa, pero tampoco logró encontrarlos. Así comenzaron sus lamentos y gracias a ellos la guardia civil logró encontrarla.

Temerosa de que le impidieran seguir buscando a sus hijos, la mujer comenzó a correr hacia la oscura carretera en forma aturdida y allí fue atropellada por un auto. Acorde a estas versiones de La Llorona, su muerte fue instantánea.

A raíz de este suceso, los vecinos de la playa del pueblo de Barceloneta dicen haberla visto, en los días de fuertes vientos, mientras recorre esa costa del Mediterráneo,buscando a sus pequeños, y llorando con un extraño lamento, similar al sonido que el viento causa cuando erosiona las arenas.

En una de estas versiones de La Llorona, se cuenta incluso que esta se le apareció a un taxista por el área donde dicha dama había sido atropellada. Este la llevó a la dirección que la mujer le había indicado, pero a la hora de pagar, ella le comentó que debía buscar el dinero en su casa.

Ante la tardanza de la mujer, el señor tocó a la puerta de la residencia en la que ella había entrado. Al explicarle su situación a la señora que le abrió la puerta, esta comenzó a llorar y entre sollozos le explicó que se trataba de su hija, quien había fallecido cuatro años antes. Según su madre, La Ploranera vaga por la zona debido a una falta de paz, causada por la incertidumbre de saber qué pasó con sus hijos.

 También lee: #JuevesDeLeyendas: Conoce la historia del Cristo de la Cuevita

Una historia similar (o menos, como cinco)

Por supuesto que estas no son todas las versiones de La Llorona, tan solo en Latinoamérica hay una enorme cantidad de relatos en torno a esta figura. De hecho, fuera de esta región, también se encuentran otras historias con elementos fáciles de relacionar con esta leyenda.

En la mitología griega, por ejemplo, se pueden encontrar similitudes con el mito de Medea, quien asesinó a sus propios hijos luego de que su esposo, Jasón, la abandonara por otra mujer. Igualmente, los griegos también relataban la leyenda de Lamia, una princesa con quien Zeus había tenido varios hijos, quienes fueron asesinados por Hera. Lamia vagaba desde entonces lamentándose por la pérdida de sus hijos y devorando a los niños de otras madres.

En África, en cambio, hay un mito entre los pueblos yoruba de Dahomey y Togo que describe al viento como una mujer que recorre los ríos lanzando pavorosos lamentos y buscando a sus hijos, los cuales fueron ahogados por el océano (también una mujer) y sus restos desperdigados por el mundo. Esta leyenda fue introducida en los Estados Unidos por los esclavos africanos traídos por los europeos a América y es especialmente conocida en estados sureños como Luisiana.

En las Filipinas existen otras dos versiones de La Llorona. En una de ellas, el fantasma de una sirena aúlla en el mar por las noches lamentando el asesinato de sus hijos por un pescador. Se dice que cuando se escucha su llanto es porque alguien se ha ahogado. En la otra versión, conocida como la leyenda de la Mujer Blanca, el fantasma es uno que mora en la niebla y captura jóvenes mujeres una vez al año, a quienes atrapa entre la bruma en medio de grandes alaridos.

En la Biblia también es posible encontrar paralelismos con la historia de Raquel, quien llora por sus hijos (el pueblo de Israel) porque perecieron, como un simbolismo del exilio del pueblo hebreo en la tierra de Babilonia. Mientras que en la mitología celta, la banshee era un espíritu femenino que anunciaba la muerte de una persona mediante sobrecogedores gemidos que podían escucharse a largas distancias.​

 También lee: Nos lanzamos a un recorrido paranormal en la ciudad ??

Las versiones de La Llorona adquieren una nueva vida

Además de las leyendas tradicionales de este personaje, las versiones de La Llorona continúan multiplicándose con una variedad de adaptaciones que van desde la popular canción oaxaqueña escrita en 1940 por el poeta Andrés Henestrosa e inmortalizada por Chavela Vargas, hasta la más reciente adición al universo del Conjuro, La Maldición de la Llorona.

De hecho, esta leyenda ha llegado en más de una ocasión a la pantalla grande. Así, las versiones de La Llorona son reinterpretadas y la historia continúa en el imaginario colectivo.

¿Y tú te sabes otras historias de este personaje? ¿Cuál es tu favorita? Cuéntanos en los comentarios.

 También lee: Leyendas chilangas – Los puentes de Chimalistac