Mientras la comunidad de Monte Virgen se entrega a la cosecha del café, Julia, una guardabosque local, descubre que los bosques están siendo talados ilegalmente. En su intento por detener la devastación, Julia enfrentará no solo a los talamontes, sino también a la indiferencia de su propia comunidad. Amenazas, aislamiento y pérdida marcarán su camino, en una historia donde lo único que le queda es su dignidad.
Foto: Sarahi Rosas
Esa es la premisa de La Reserva, dirigida por Pablo Pérez Lombardini, una ficción basada en realidades urgentes. La película fue filmada en comunidades aledañas a la Reserva de la Biósfera El Triunfo, en Chiapas, una de las más importantes del país.
“Por ahí de 2020 leí un reporte que identificaba a México como uno de los países más peligrosos para los defensores ambientales. Me pareció un tema que el cine nacional debía abordar”, explicó el director en conferencia de prensa en el Festival de Cine de Morelia 2025.
Foto: Sarahi Rosas
Ficción basada en realidad
Aunque aborda una problemática profundamente real, Pérez Lombardini optó por una narrativa de ficción, para centrarse en la transformación emocional de una mujer determinada a resistir.
“Intuía que tratar el tema desde la ficción nos daría más libertad para profundizar en el viaje interno de Julia. No es solo una denuncia, es un retrato del compromiso silencioso”.
La película se filmó en blanco y negro, una elección estética que responde al deseo de retratar los espacios tal y como son, sin intervenciones. “Queríamos que los lugares conservaran su autenticidad. El blanco y negro da uniformidad visual y, al mismo tiempo, evoca lo atemporal del conflicto: ¿quién tiene derecho a vivir en un lugar?”, explicó.
Uno de los aspectos más singulares de La Reserva es que su elenco está formado en gran parte por actores no profesionales. La protagonista, Carolina Guzmán, es una activista ambiental de la región. El actor comunitario Abel relató cómo vivieron la filmación.
“No estábamos acostumbrados a las cámaras, pero sabíamos que teníamos que contar esta historia. Caminábamos horas por la montaña, entre moscos, con nuestras comidas y nuestras condiciones, pero el equipo se adaptó a nosotros”.
Foto: Sarahi Rosas
El proceso de integración fue largo. El equipo convivió con la comunidad durante meses antes de rodar, estableciendo acuerdos con las asambleas ejidales y construyendo una red de colaboración. “Nosotros nos adaptamos a ellos, no al revés. Para ellos, lo importante no era el cine, era su café, sus vacas, su vida diaria”, compartió Liliana, productora del filme.
La historia evita los maniqueísmos. No hay héroes ni villanos claros, sino personajes complejos enfrentados a realidades duras. “El drama se beneficia cuando se plantean problemas sin solución sencilla. Esta es una invasión hecha por gente desposeída. Lo que buscamos fue un retrato digno de todas las personas involucradas”, dijo el director.
Pérez Lombardini planea llevar la película a una gira nacional gratuita en reservas ecológicas mexicanas. La idea es queLa Reserva sirva como punto de partida para conversaciones comunitarias sobre la conservación y la vida rural.