La fórmula cantinera perfecta incluye ricos (y muchos) alcoholes mexicanos, botana llenadora y buena música. Reclusa Parda cumple los requisitos muy a su manera: en una onda modernita, con diseño crudo de concreto y madera, música que oscila entre electrónica, cumbia y funk, y una carta breve de platitos finos con insectos, vegetales frescos y tortillas hechas a mano con maíces criollos. Reclusa, que también es una de las arañas más venenosas de México, es orgullosa representante de una nueva generación de cantinas en la Ciudad de México.

Cantina con puros destilados mexicanos

Quizá la joya más grande que guarda Reclusa Parda es su carta de destilados mexicanos, desde whisky oaxaqueño hasta ginebra yucateca. Beber aquí es una experiencia de descubrimiento y emoción, pues la carta nos aleja de los alcoholes tííípicos que ya nos sabemos de memoria y nos acerca a los artesanales de producción pequeña en México. Hay varias chuladas: el whisky Sierra Norte (Oaxaca), el pox Casana’am (Chiapas), el sotol Flor del Desierto (Chihuahua), raicilla Estancia (Jalisco), ginebra Armónico (Querétaro), etcétera.

Los mezcales son tema aparte. Los dueños se inventaron un programa de abastecimiento de mezcal artesanal sustentable para siempre tener una buena oferta mezcalera y mantener saludables los procesos de sus productores, todos en Oaxaca. Funciona así: Reclusa Parda elige diez de las producciones existentes (no exige ningún agave en especial ni cantidades mínimas) y las mantiene en la cantina hasta agotar existencias. Así, siempre encontraremos mezcales de distintos agaves (mexicano, verde, jabalí, cuishe, etcétera), además del de la casa: Lola, un espadín hecho por Lucio Bautista.

Además hay coctelitos muy bien hechos, diseños de Merengue (el jefe de barra) y Viridiana Ramírez. El popular es La Yegua Mezcalera ($140), un mezcalito mule con Lola, limón, jengibre, menta y kombucha de jengibre; aunque el Sol de Medianoche ($140) es favorito de los que gustan sabores más dulces: tiene Corajito, ron, jarabe de canela y piña. Lo mejor es que cada mes hay nuevos cocteles (que, por cierto, casi todos son veganos).

Reclusa Parda
Foto: Leo Pérez

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Para echar la botana: bichos, maíces criollos y salsas rifadas

Como toda cantina, Reclusa Parda ofrece botaneo para acompañar el trago. Su carta, diseñada por el chef Alan Morales, es de base oaxaqueña: con moles, hormigas, chapulines y tasajo; pero tiene elementos de otras partes de México (bocoles, aguachiles). El menú botanero (con tacos, tostadas y platitos para compartir) está disponible todo el día y la noche; aunque existe un menú alterno de platos fuertes (como pollito rostizado con mole) que está disponible solo hasta las 18:00.

*Qué está rico: el “fundido oaxaqueño” ($135): mezcla de quesos derretidos Monterrey Jacky quesillo con insectos y/o tasajo; el taquito vegano ($50), de setas con berros, aguacate tatemado y flor de calabaza, y la tostada almendrada de pulpo ($130). Lo mejor son las tortillas (hechas a mano sobre un comal de barro con maíces de Maizajo) y las salas: una macha (no picante), una de habanero (matona) y una de miltomate (acidita y poquito picosa). De postre: el nicuatole ($80) con champurrado y Xtabentún, con texturas sorpresa y sabor no empalagoso.

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Si es uno de los días fríos chilangos, ve abrigado porque el espacio está abierto (aunque tiene un domo para contener las lluvias). Si es un día de calorcito, ve cómodo en chanclas y pásala bien entre cumbia y mezcales raros.

Reclusa Parda

  • Tipo de comida: oaxaqueña
  • Dónde: Río Ebro 85, Cuauhtémoc
  • Horarios: mar-mié: 13:30-23 h, jue-sáb: 13:30-02 h, dom: 13:30-22 h
  • Cuánto: $$$ ($500-$900), tc: todas
  • Accesibilidad:
  • Pet-Friendly:
  • Reservación: no es necesaria