Cuando los chilangos pensamos en mariachis en la CDMX, de inmediato nos viene a la mente fiesta, tequila y Garibaldi, donde se encuentran las cantinas y los bares más rancheros de la capital.

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Al igual que su abuelo y sus nueve tíos, Magdiel Arias —a sus escasos 13 años— tiene la firme convicción de preservar una tradición centenaria en la Ciudad de México: el mariachi.

“No sabía nada, pero así me llevaban. Hasta me dolía el estómago de los nervios. Ahora las cosas ya cambiaron, ya llego bien confiado”, revela Magdiel, quien desde hace tres años se unió como trompetista a un grupo de mariachi.

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Actualmente, cursa el tercer grado de secundaria y con lo que gana en la música se mantiene a sí mismo y trata de aportar lo más que puede en los gastos familiares. Magdiel es uno de los más de dos mil músicos que trabajan en la explanada de Garibaldi, de acuerdo con datos de la Unión Mexicana de Mariachis (UMM), organización fundada en 1943 para llevar un control de estos músicos en la ciudad.

Del total reportado por la UMM, solo 1,613 están empadronados, es decir, cuentan con credencial oficial, la cual les permite trabajar en la vía pública del Centro Histórico. Para obtener esta identificación es necesario pagar una cuota diaria de un peso.

Chilango contactó a personal de la Secretaría de Cultura, de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, de la Asociación de Mariachis de México y del Sindicato de Trabajadores de la Música (SUTM), y encontró que ninguna de estas instituciones cuenta con la cifra exacta de cuántos elementos o grupos de mariachis hay en la Ciudad de México y, coincidieron, en que es difícil saberlo debido a la informalidad de esas agrupaciones.

Por tal motivo, entrevistamos a diversos mariachis en la CDMX, quienes tienen opiniones divididas sobre este estilo de vida. Por un lado, están quienes dicen que cada vez hay menos trabajo, y por otro, quienes dicen que el secreto está en actualizarse y adaptarse a las exigencias de la modernidad.

“Los mariachis somos los más representativos del país, pero los más olvidados”, declara Víctor Sánchez, secretario general de la UMM, quien se inició en la música desde los ocho años. “Solo se acuerdan de nosotros cuando es 15 de septiembre. Pero el verdadero problema de nuestra situación decadente se debe a la falta de apoyo por parte de las autoridades”.

A sus 69 años de edad, Víctor confiesa que muchos de los mariachis en Garibaldi apenas tienen para comer: “Vivimos al día, e incluso hay quienes duermen en habitaciones compartidas. La verdad es que sobrevivimos de milagro”.

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De acuerdo con Antonio Covarrubias, gestor cultural y director del Mariachi Nacional de México, en las últimas dos décadas han aparecido cientos de grupos en la zona metropolitana, lo cual ha provocado “mayor oferta y competencia salvaje, y por ende, encuentras precios y sueldos cada vez menos dignos”.

Sin embargo, también destaca la importancia de actualizar la oferta musical para llegar a más público y seguir teniendo clientes.

“Los que se quejan de esta profesión porque apenas sobreviven, son quienes no han sabido innovar y adaptarse (…) Así como el mariachi se adaptó y retomó la polka, el danzón, el vals, rock and roll y la salsa, ahora se adapta hasta al reggaeton y la bachata. Ahorita el músico que te diga ‘yo no toco banda’ está en un error”, asegura Antonio, quien ha sabido posicionarse en las redes sociales, donde es contactado por la mayoría de sus clientes.

Otra de las innovaciones que Antonio ha puesto en marcha consiste en cobrar con tarjeta de crédito y emitir facturas. Gracias a esto, muchas personas y empresas prefieren contratar a su agrupación e, incluso cobrar más por su servicio.

¿Cuánto ganan los mariachis en la CDMX y por qué?

El joven Magdiel cobra 400 pesos la hora y en una noche gana poco más de mil pesos; sin embargo, en una ocasión se llevó hasta seis mil pesos. De acuerdo con la UMM, la mayoría de los mariachis en la CDMX perciben entre 300 y 500 pesos por hora de servicio, pero muy pocos elementos llegan a cobrar más de esta cantidad.

El conjunto en el que trabaja Magdiel toca en Garibaldi, donde les llegan los clientes. Su agrupación cobra el monto promedio en dicha explanada: 2,800 pesos la hora, tiempo en el que interpretan entre 11 y 14 canciones, o bien, 280 pesos por rola.

Además, Magdiel y sus compañeros son contratados para tocar en un restaurante durante una o dos horas, lo que les genera un ingreso seguro a la semana.

Foto: Cuartoscuro

“La mayoría de las agrupaciones se conforma por siete elementos y tocan la guitarra, la vihuela, el guitarrón o contrabajo, el violín, la trompeta y el arpa. Un grupo no necesariamente incluye todos estos instrumentos, pues es raro ver arpistas. En ocasiones hay grupos que traen hasta tres violinistas; suenan bien, cada uno tiene su propia esencia, incluyendo la voz. Pero en general, la paga es la misma. Casi siempre se divide por igual entre los elementos”, aclara Raúl Sevilla, profesor y experto en música regional mexicana.

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El conjunto dirigido por Antonio Covarrubias, el Mariachi Nacional de México, cobra 15 mil pesos la hora. Aunque en viajes internacionales han llegado a ganar hasta 30 mil pesos mensuales, por lo que sus integrantes se llevan arriba de 2 mil pesos por la hora de servicio.

No obstante, el grupo de mariachi más famoso y mejor cotizado en México es el Vargas de Tecalitlán, que tiene más de 120 años de antigüedad, pues fue fundado en 1898, y se compone de 14 elementos y se cotiza en más de 200 mil pesos por presentación (mínima de 2 horas), de acuerdo con información brindada por personal cercano a su manager.

“La verdad yo prefiero venir a Garibaldi porque aquí me sale mucho más barato que en otros lugares. Aquí les puedes regatear y con tal de trabajar te rebajan hasta mil pesos. Yo no pagaría más de 1,800 pesos por una hora de mariachi”, confiesa Miguel Ángel, cliente frecuente.

Tradición en el olvido

De acuerdo con Antonio Covarrubias, fue en 1925 cuando el Salón Tenampa trajo desde el occidente del país al primer mariachi a la Ciudad de México. Varias cantinas y bares del Centro Histórico hicieron lo mismo durante los años siguientes, hasta que la figura de charro se popularizó gracias al cine mexicano.

No obstante, actualmente se vive un fenómeno completamente diferente. “Los bares y las cantinas están dejando de contratar grupos de mariachis”, explica Antonio, quien empezó a trabajar como mariachi en Garibaldi hace 35 años, y ante la competencia, decidió independizarse y fundar su propio conjunto en 2008.

Toño se inició a los 19 años con la idea de seguir los pasos de tres generaciones de su familia. “Te vas enamorando de esto, es un trabajo muy alegre que te lleva a todas partes. Conoces desde comida, personas, lugares, etc. Mientras más te metes más te apasionas”, confiesa el músico de 54 años de edad.

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Tanto Magdiel como Antonio son mariachis en la CDMX por la influencia de sus familias, pero a Margarita Flores le llamó la atención este género, luego de especializarse en música regional mexicana en la Facultad de Música de la UNAM, donde se graduó hace 10 años.

Actualmente trabaja en el Mariachi Mujeres Regionales, conformado por amigas que conoció en sus presentaciones como solista. “Siempre me llamó mucho la atención la vestimenta y cuando estaba en la facultad me di cuenta de que los ritmos me hacían sentir algo muy especial, algo que solamente los mexicanos podemos sentir. Es un sentimiento de orgullo”, comenta la violinista.

FOTO: CUARTOSCURO

Para preservar esta tradición, hace siete años se inauguró la Escuela de Mariachi “Ollin Yoliztli”, ubicada también en Garibaldi, explica Karla Montiel, coordinadora académica de la institución, quien asegura que cada vez registra mayor interés por inscribirse a la escuela.

Su matrícula actual es de 112 estudiantes. La carrera dura 4 años y egresan con cédula y un título como técnicos profesionales en Música de Mariachi. Esta escuela ofrece una preparación de educación superior, por lo que para entrar los alumnos deben haber cursado estudios de iniciación y tener un nivel considerable.

“La música del Mariachi se transmite de generación en generación; sin embargo, justamente lo que quiere la escuela es academizar eso, para que los alumnos tengan una preparación más integral”, detalla Karla Montiel, en entrevista con Chilango, y agrega que esta escuela cuenta con el apoyo de las Secretarías de Educación Pública y de Cultura.

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De acuerdo con Raúl Sevilla, también historiador, se desconoce el origen exacto del mariachi, pues los registros más antiguos datan del siglo XVII en Michoacán, pero pronto surgieron grupos en Jalisco y Nayarit.

“A la capital llegaron ya como los conocemos actualmente, solo que sin el traje de charro”, menciona Raúl. “Desde los primeros conjuntos, los músicos eran muy jóvenes, algunos incluso de 7 años. La mayoría de los mariachis empiezan a tocar desde muy chicos”.

Un buen mariachi

Para Antonio, un buen mariachi debería ser aquel que produce sus propias canciones, y no solo el que las reproduce. “Por eso la banda y el reggaeton son tan populares, porque todo el tiempo están sacando nueva música. Cada grupo debe tener su propia identidad como los cantantes de otros géneros”, dice.

“Ahora, repartir una tarjeta en el crucero o anunciarse en un poste ya no es tan efectivo porque la mayoría de las personas traen un celular, y ahí no solo pueden ver tu foto sino también pueden escuchar un video, te pueden ver en acción”, reitera Antonio. “Hay que tener visibilidad, que te busquen y encuentren en redes sociales. También hay que tener relaciones de confianza con muchas personas para que te recomienden. No debes quedarte quieto a esperar que lleguen los clientes”, recomienda.

mariachi en la cdmx

Foto: ARCHIVO CUARTOSCURO

Raúl Sevilla indicó que un buen mariachi no debe buscar la supervivencia, sino la innovación. “(Hay que) volver a poner la figura en alto, como en la época de oro. En muchas partes del mundo ya lo están adoptando como una variación de música clásica, como en Japón, en Estados Unidos, Brasil, Alemania, China, por mencionar algunos”, señala.

La mayoría de los mariachis en la CDMX suelen trabajar únicamente de jueves a domingo, entre tres y seis horas en promedio, explica Víctor Sánchez, con base en los registros que obtiene de la credencialización. “Nos gustaría poder ofrecerles mejores condiciones, como seguridad social, por ejemplo, pero con lo que recaudamos no alcanza para nada”, declara.

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El Salón Tenampa aún es fiel a sus orígenes y se tilda de ser el único bar con mariachi en vivo en la Ciudad de México donde todavía se hace fila para entrar y, de acuerdo con personal del establecimiento, la  mayoría de sus clientes ronda entre los 18 y 30 años.

“Antes los mariachis trabajaban más porque se celebraban otras festividades y santos, ahora estas tradiciones se han ido perdiendo”, comenta Antonio. Sin embargo, los días en los que son más solicitados siguen siendo los mismos: el 10 de mayo (Día de las madres), el 12 de diciembre (Día de la Virgen de Guadalupe) y el 15 de septiembre (Día del Grito de Independencia).

Por eso, durante este fin de semana patrio -una de las fechas más esperadas por Magdiel, quien considera que lo más importante de su profesión es animar y alegrar a la gente- el joven de 13 años se vestirá de charro, se calzará sus botas y saldrá con su tío a la plaza de Garibaldi, donde afinará su trompeta, que le costó 4 mil pesos, mientras espera que lleguen los clientes.

Además, el adolescente pensará en los ídolos que los inspiran, es decir, “el gran trompetista Cutberto Pérez” y Javier Solís, dos músicos icónicos del mariachi en México, así como sus familiares. “Para ser mariachi te tiene que gustar mucho la música, si no no lo vas a lograr, vas a rendirte y terminar siendo uno más. No es solo trabajo, es una pasión, es muy bonito”, responde contundente Magdiel.