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Amor, banda y resistencia: una mirada íntima a la masculinidad sinaloense en Adiós, amor

Con música de banda y un amor prohibido, Indra Villaseñor debuta con Adiós, amor en la competencia de Largometraje Mexicano del FICM.

En su primera película, Indra Villaseñor Amador filma Sinaloa desde la herida y la memoria, pero también desde la música, la alegría y la capacidad de resistir. Adiós, amor compite en la sección Largometraje Mexicano del Festival Internacional de Cine de Morelia 2025, tras ganar el 14 Concurso de Óperas Primas UNAM-FOPROCINE y obtener el impulso de Estudios Churubusco Azteca para su postproducción.

Protagonizada por Ernesto Rocha y Margarita Higuera, la cinta sitúa su historia en una localidad pesquera donde el amor prohibido, el desarraigo y la violencia estructural se enfrentan a una identidad colectiva que resiste a través de la música y la comunidad.

Foto: ENAC/UNAM

¿De qué trata Adiós, amor?

Chuy —interpretado por Rocha— regresa a Sinaloa después de ser deportado de Estados Unidos. El reencuentro con su tierra lo obliga a confrontar las razones que lo alejaron, y a elegir entre un pasado marcado por un amor imposible y un futuro incierto.

Villaseñor construye un retrato delicado pero firme de un lugar atravesado por la violencia y la desigualdad, sin reducirlo a la nota roja: lo que emerge es una poética de resistencia.

“Sí, hay violencia, como en muchas partes de México, pero la gente quiere ser feliz y baila”, dice la directora en conferencia de prensa. “Ante todas las problemáticas, se antepone, trata de seguir, de disfrutar, de vivir”.

Foto: ENAC/UNAM

La música como herida y refugio en Adiós, amor

La banda sinaloense es el pulso emocional de la película. Villaseñor la aborda como un lenguaje íntimo que ha acompañado su vida.

“El macho que no sufre, el macho que no dice lo que siente… y de repente se toman unos botes, ponen una canción de banda y sufren, y lloran, y cantan, y expresan todo lo que han llevado reprimido toda su vida”, reflexiona.

Foto: ENAC/UNAM

“La música de banda ha sido parte de mi vida desde siempre, es parte de mi identidad de Sinaloa, aunque suene cliché. Pero es cliché porque es real. Hay letras hermosas que hablan sobre amor, sobre personas, sobre mujeres, sobre seres que aman, que respetan, que admiran”, cuenta Villaseñor.

Adiós, amor fue rodada en una comunidad pesquera donde nunca antes se había filmado una película. Más que irrumpir, el equipo se integró al ritmo de quienes habitan el territorio.

“Esos pescadores sabían que cuando estaban frente a nosotros también vislumbraban un futuro, y nos decían: ‘Puedes tomar el temor por tus manos y andar hasta donde el mar alcance’. Eso me ha acompañado toda mi vida, porque la música es mi vida”, recuerda la directora.

Foto: ENAC/UNAM

En tiempos donde muchas películas mexicanas evitan la frontalidad emocional, Adiós, amor se atreve a filmar la vulnerabilidad. Lo hace con música, con memoria y con comunidad.


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