La Ciudad de México es territorio consentido del estrés y del ritmo de vida acelerado. Entre la rutina del caos vial y las prisas para todo, se asoman inseguridad y desastres naturales para contribuir al malestar de sus habitantes. Es una urbe acostumbrada a que le llueva sobre mojado, pero que a veces concede el hallazgo de la belleza en lo que aparentemente es decadente. Muestra de ello es el documental Margarita, que ahora se exhibe en cines capitalinos.

El documental Margarita, un apapacho al corazón chilango

En entrevista con Chilango, el director Bruno Santamaría Razo habla sobre la protagonista de su ópera prima, una mujer que para el espectador tendrá la imagen de una indigente que oscila entre la locura y el descuido; no obstante, en sus cálida conversación nos encontramos con un personaje entrañable que ha resistido a flor de piel los estragos de la ciudad en la calle desde hace más de 40 años. Y esa resistencia muestra a un ser humano fascinante, complejo y enternecedor en el documental Margarita.

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Una amistad detrás de cámaras

A la premiere del documental Margarita asistió Gali Leo, un hombre que hace cuatro décadas fue novio de Vania Véjar, conocida como Margarita. Previo a esa cita con la exhibición, se reencontró con ella para invitarla a verse en pantalla. De paso aprovechó para proponerle un hogar digno para que no padeciera más la vida en las calles de la colonia del Valle y sus alrededores.

“Ella no quiso ir. Al día siguiente de eso, me fue a ver y me dijo: ‘Bruno, no traigas gente a la que no quiero ver’. Lo reconoció. Incluso comentó que se veía viejo, que ya no se parecía al tipo que alguna vez fue”, comenta Bruno Santamaría.

Y es que Margarita sabe qué quiere y qué no, como también a quién quiere cerca y a quién no.

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Con Bruno ha trabajado la complicidad de una amistad que no ha sido fácil construir. Como toda relación de amigos, existen límites. Ganarse la confianza de Margarita fue y es un proceso con complejidades, algo que se observa a detalle en el filme.

“El villano en el documental soy yo por molestarla. Como quise acercarme más a una persona que conozco desde niño y de la que me intriga saber su pasado, soy muy invasivo y eso se nota con la cámara”, subraya el director del documental Margarita.

Hoy día mantienen una relación amistosa más transparente. Se frecuentan mutuamente sin algún otro propósito que el de platicar, comer quesadillas juntos y caminar por la alcaldía Benito Juárez.

Una lección de vida

De la señora que le daba miedo en su infancia por su delirante y peculiar apariencia, Bruno ahora admira la fragilidad que conserva Margarita como si fuera una adolescente de 17 años mezclada con dulzura, ironía, dignidad, fuerza y humor.

Esta reflexión del director se da ahora que ha visto la reacción de la gente en torno a ella. Muchos caen en cuenta de que un vagabundo puede tenerle miedo a los otros y no al revés. Rompe el prejuicio de caer en el juicio fácil de criticar a una persona que decidió vivir así.

Mientras tanto, el documental Margarita no ha sido visto por su protagonista, quien aguarda a que pase el tiempo y se interese cuando reviva en sus emociones la juventud que algún punto de su ser guarda de Vania.

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Para que no te pierdas el documental Margarita, échale un ojo a las carteleras de la Cineteca Nacional, Cine Tonalá y Cinema IFAL. Se trata de un género cinematográfico que crece en nuestro país y con talento para narrar la realidad. Dale clic aquí para que conozcas otras historias más.

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