El Lobo- Después de una gran fiesta, una
gran cruda. Para curártela, nada como la combinación perfecta: mariscos y clamatos.
Está ubicado en Avándaro, un poco lejos del pueblo; sin embargo, el
trayecto vale la pena. Ofrecen manjares que seducen el paladar y curan la
cruda.
La Balsa Flotante-
Si eres de estómago débil, huye; pero si estás más que puesto para lo divertido, ésta es la opción para
cerrar el viaje con broche de oro. El que te recomendamos es un restaurant-bar que flota
sobre el lago de Valle. Aquí los amigos se reúnen para echar las
chelas, el botaneo y el dominó.