El oficio de taxista es uno de los más vilipendiados en la capirucha: que si son cafres, que si traen el coche muy puerco, que si no traen amañado el taxímetro (o ni siquiera lo ponen) para cobrar de más. Sin embargo, también existen los otros taxistas, los de antaño: los que aman su oficio y que nunca te van a aplicar un “híjole, es que no voy para allá”.

Justamente uno de ellos es Oscar Gabriel Olivares, un taxista que tiene ya 32 años dedicándose al bonito arte de recorrer la selva de asfalto y de llevar por la ruta más eficiente a sus pasajeros. Curtido en las calles, no hay GPS que lo supere y Waze le pela los dientes cuando de rutas alternas o de sortear el tráfico se trata.

Don Óscar nos cuenta que antes era muy difícil que hubiera un taxi libre e incluso se cuenta la anécdota que cuando preguntaban “¿a dónde lo llevo?” la respuesta era “Lléveme a la Villa; voy a agradecer que pude agarrar taxi”. Hoy, con la sobreoferta de unidades y la entrada de las aplicaciones la cosa ya no es la misma que la de aquellos ayeres. No solo se ha perdido la cortesía, sino incluso el habla tan dicharachera que los caracterizaba.

Gracias a su maestría y guía infalible, creamos este glosario de taxistas, que recupera tanto el habla actual como algunas palabras del gremio que están en franco peligro de extinción. ¡Arranquémonos, que traemos prisa!

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Banderazo: tarifa mínima que se cobra por abordar la unidad, independientemente de la distancia recorrida. El banderazo cambia si se trata de una unidad “de calle”, “de sitio”, o si se maneja tarifa nocturna. “Hemos pedido que se aumente el banderazo, pero también entendemos que para la gente no es conveniente que esto no suba tanto”.

Carro de tiempo libre: taxis que los patrones dejan a los trabajadores durante un tiempo ilimitado. El carro del tiempo libre el taxista incluso se lo puede llevar a casa y depende cuánto trabaje será lo que le saque de ganancia, una vez habiendo entregado la cuenta. “Me fui rayado, agarré uno de tiempo libre, ahora sí voy a poder sacar hasta lo de las deudas”.

Cran: hoy muchos pensamos que “darle cran” a algo es acabar con él, pero en el habla de los taxistas de antaño “darle cran a la unidad” es llevarla a revisión y compostura con un maestro mecánico: “ya tengo que llevar la nave a darle cran, porque ya le suena todo menos el claxon”.

Cocodrilo: taxi. A pesar de que los taxis en la Ciudad de México han tenido muchos colores, hay un tipo de taxi que quedó en el recuerdo de los taxistas de la vieja escuela: el cocodrilo. Este era alargado y de color verde, además tenía pequeños triángulos blancos rotulados que parecían dientes. Hoy los taxis son rosas, pero los taxistas de antaño siguen diciendo cosas como “hoy toca pagar la cuenta del cocodrilo”. Como dato curioso, dependiendo de los colores y de las décadas, los taxis se han llamado cotorras, canarios, corales, cocodrilos, etcétera.

Corridos: taxistas que no están en el oficio por vocación, sino porque el desempleo los orilló a ponerse detrás del volante y conducir un taxi. “No es malo que los ‘corridos’ estén buscando una forma de ganarse el pan, pero muchos de ellos son los que te dicen ‘híjole, no voy para allá’ o los que dependen de un GPS. Los que somos taxistas de oficio conocemos la ciudad para arriba y para abajo y nunca te vamos a negar el servicio”.

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Dejada: es uno de los pocos términos de los taxistas que han sido recogidos formalmente por alguna institución académica relacionada con el lenguaje. En el Diccionario breve de mexicanismos de Guido Gómez de Silva aparece la palabra “dejada” como “viaje en vehículo, especialmente taxi”. Nació de la acción de los taxis de dejarte en un lugar luego del viaje. Muchas veces, en lugar de preguntar “a cuánto el viaje”, se pregunta “a cuánto la dejada”.

Ecológicos: durante la década de los 90 y hasta el año 2008, los taxis en la CDMX eran de color verde y utilizaban autos Volkswagen modelo Sedán para circular. A estos se les quitaba el asiento delantero, porque al ser coches pequeños, el asiento retirado servía para que los usuarios de los taxis pudieran meter bultos o mercancías. Se les llamaba ecológicos porque (al menos en teoría) emitían menos contaminantes que sus antecesores.

Ironman: el año de 2008 marcó el fin de una era para los taxis en la Ciudad de México. Aunque eran quizá tan reconocidos como los autos amarillos de ciudades como Nueva York, esto no impidió que los famosos “ecológicos” (los vochitos verdes) fueran reemplazados por taxis rojos con dorado. Por su similitud con el superhéroe de Marvel se les llamó en su momento Ironman. No era raro escuchar frases como: “ah perro, te trajo el Ironman!”.

Hello Kitty/HelloTaxi: En el año de 2014 el gobierno de Miguel Ángel Mancera anunció que el color de los taxis volvería a cambiar, esta vez a un color rosa con blanco. Por su similitud con los colores de la gatita nipona se les comenzó a llamar “Hello Kitty” o “Hello taxi”, aunque la intención de este cambio de color era la conmemoración del derecho al voto, la lucha contra el cáncer de mama y la erradicación de la creciente violencia contra la mujer.

Atorar/atorón: asalto a los taxistas, regularmente a mano armada. Se trata de los ya conocidos rufianes que se hacen pasar por pasaje. El atorón se da después de unas cuadras de abordada la unidad, o llegando a un sitio poco transitado. Por lo general sólo los despojan del dinero, no de sus unidades. “Cuando te atoran lo mejor es no oponer resistencia. Si te toca te toca. Yo llevo como 15 atorones en mis 32 años de taxista”.

Icuiricui: persona parlanchina. Los taxistas son conocidos por su buena labia, ya que entretienen con su plática al pasaje durante todo el tiempo que dura el viaje. “Tenemos que saber de todo un poco y de lo que no sabemos le inventamos”, cuenta don Óscar. Ser un “icuiricui” es un término ya en desuso, que dio pie a otro que también está a punto de perderse: “güiri-güiri”, término onomatopéyico para la gente platicadora.

Pitufada: grupo de policías. Además de “azules” (por el color del su uniforme), los taxistas les llamaban pitufos, por asociación con el color de esos personajes de caricatura. Luego entonces, una “pitufada” era un grupo de policías, de esos que lejos de buscar ayudar estaban buscando algún soborno. “No agarres la México-Tacuba, que ahí ya se dejó ir toda la pitufada”.

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Pirata: taxi ilegal, no regulado. En ocasiones los taxis piratas van pintados con los colores oficiales e incluso tienen tarjetones “clonados” que los hacen parecer muy similares a los legales y los hacen sumamente difíciles de identificar. “Muchos de los taxistas que te asaltan en sus unidades o los famosos ‘yo no voy para allá’ son taxistas piratas. Lamentablemente nos han dado muy mala imagen y por unos pagamos todos”.

Rata: asaltante, maleante, malandro. A decir de don Óscar no es fácil identificarlos, porque a pesar de los estereotipos, las ratas pueden tener todo tipo de vestimenta o de color de piel. “A mí me atoraron una vez dos ratas que venían vestidos de traje y corbata, así que más nos vale no juzgar a la gente por su apariencia”. Los taxistas se avisan entre ellos para eludir a estos asaltantes que a veces están en lugares semifijos. “Aguas, que ahora la rata anda se vino para esta colonia”.

Revista: permiso o impuesto que se paga por la concesión, el les permite circular y ofrecer el servicio como transporte público.

Ruletero: taxi que no es de base. El ruletero andaba dando vueltas por toda la ciudad, buscando al pasaje. Precisamente por este símil con la ruleta que es un juego de los casinos que da vueltas, se quedó este nombre. Una de las primeras consignas de este término está en el mambo del mismo nombre, de Pérez Prado. “Yo soy el ruletero, que sí señor el ruletero”, se cantaba ya en el año de 1950.

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Tarjetón: identificación, licencia en tamaño grande que va pegada en la ventana que sirve para verificar la identidad del conductor. “En un principio se podía traer el tarjetón en la guantera, pero ahora debido a la desconfianza que muchos taxistas se han ganado a pulso, es de ley que la traigamos pegada también por tranquilidad y seguridad del usuario”.

Taxímetro: aparato que mide la distancia y tiempo recorridos y con base en ello, va formulando una estimación de cuánto se le debe pagar al taxista por la “dejada” (ver esta última palabra en el glosario). La palabra viene de la unión de las palabras taxis, (“tasa, impuesto o pago”) y “metro” (medida). Aunque algunos creen que la palabra taxímetro se deriva de taxi, esto no es así: la palabra taxímetro nació primero y taxi es su apócope. Aunque hoy, es una verdadera gloria que un taxista lo use (sobre todo de noche) y generalmente preguntamos antes de abordarlo: “¿y sí trabaja con taxímetro?”

Tamarindos: Policías de tránsito. Décadas atrás, la policía de tránsito portaba uniformes color café con beige. Por la similitud se les denominaba “tamarindos”. Los taxistas eran parte de su clientela regular y solían pedirles tantas mordidas como a otros ciudadanos o incluso más. A pesar de que dejaron sus uniformes de color café y mutaron al verde fosforescente primero y al blanco con amarillo después, muchos taxistas de la vieja guardia siguen diciendo “aguas, porque ahí anda un tamarindo mordiendo” cuando un policía de tránsito está ávido de cumplir la cuota.

Trac-trac: primeros taxímetros, hoy completamente extintos. El trac-trac funcionaba con un mecanismo similar al de los relojes de cuerda, y se llamaba así por el sonido que hacían al girar la matraca interna que accionaba este aditamento de los taxistas. “El trac-trac seguía corriendo, no importaba que no te movieras. Luego ya pusieron unos taxímetros con un chicote conectado a una de las ruedas traseras y pobre de ti si te tocaba quedarte en el tráfico, porque ya no cobrabas nada”.

Tramar: comer. Como buenos conocedores de la ciudad, los taxistas conocen los mejores lugares para “tramar”. “Ahí donde veas un grupo de taxistas ‘tramando’, ese lugar es el bueno, ahí puedes ir a echar el taco con confianza”, nos dice don Óscar.

¿Cuántos de estos términos ya conocías? ¿Ya podrías hablar como todo un taxista que se respete?

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