A la Ciudad (y su zona metropolitana) las amas y las odias. Mientras el Valle de México es la región con mayor demanda de vivienda, al mismo tiempo hay éxodo de CDMX.

La pandemia nos trajo penas, pero también una oportunidad para dejar de padecer el tráfico, pagar rentascarítsimasy experimentar contacto humano extremo en el Metro.

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¿Cuántos chilangos tuvieron el privilegio de trabajar a distancia, decir: “me largo” y ser parte del éxodo de CDMX? ¿En qué cambió la pandemia nuestra necesidad de vivir en el corazón económico del país para tener una buena chamba?

A un año del confinamiento, nos preguntamos qué les permitió a varios chilangos irse a provincia sin perder su nivel de ingresos. Estas son las respuestas que encontramos.

La Zona Metropolitana del Valle de México es la región con mayor demanda de vivienda en el país, con entre 50 mil y 60 mil viviendas al año. Esto se debe a la concentración de actividades económicas (tasa de empleos); sin embargo, CDMX es también una de las entidades que más expulsa a su población cada año, debido a los altos costos de vivienda.

En 2014, unos 270 mil chilangos (3.1% de la población) se fueron de CDMX. Cuatro años después, unas 230 mil personas (2.7%) también cambiaron de lugar de residencia, según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2018, del Inegi.

¿Y a dónde se van los chilangos? Información de la plataforma inmobiliaria Lamudi indica que los destinos nacionales con mayor búsqueda de vivienda en los últimos meses de 2020 son el Estado de México, Querétaro, Guanajuato, y Yucatán.

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1. ¿Cómo es vivir en provincia?

Cada que Jared, de 25 años, regresaba a casa, sentía ganas de quemar su ropa. Era el inicio del confinamiento y de las medidas de distanciamiento social, en marzo de 2020, pero en su trabajo tenía que convivir con decenas de personas. Manejaba dinero, recibía y devolvía documentos. Atendía al público por al menos siete horas. En contraste, Armando, su esposo, trabajaba a distancia para una empresa de publicidad.

Después de seis años juntos, Jared y Armando estaban pensando en comprar una casa.

Vivían en una zona cerca del Metro ydel Metrobús, pero querían despedirse de las rentas; sin embargo, los precios de la vivienda en la Ciudad eran demasiado altos.

Jared y Armando no son los únicos con ese problema. A tres de cada cuatro personas (75%) que tienen acceso a un crédito del Infonavit no les alcanzará ese financiamiento para cubrir la mitad de la vivienda que quieren adquirir.

Después de pensarlo por días, ambos concluyeron que podrían comprar una casa en otro estado si encontraban la forma de mantener su nivel de ingresos.

Un año después, Jared y Armando viven en una amplia casa de tres habitaciones y tres baños completos. Su hija, de 6 años,puede salir en bici cuando acaba la tarea. Los tres ahora viven en Mérida. ¡Maaare!

¿Y los ingresos, apá? Jared logró que el banco la reubicara a una sucursal en Mérida y Armando sigue trabajando a distancia, aunque tiene planes de emprender. ¡Bomba!

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2. Adiós, CDMX

Hasta antes de la pandemia, Pedro Z., de 25 años, trabajaba en un despacho y compartía un departamento en la alcaldía Cuajimalpa con sus amigos.

Durante los primeros meses de la crisis sanitaria, este economista se cansó de que su única distracción era ir al súper y decidió emprender el éxodo de CDMX y regresar a casa de sus padres en Ensenada, Baja California, donde se sentía más a salvo.

Pero no imaginó que regresar a su ciudad natal cambiaría su forma de ver el futuro: dejó de sentirse como el hijo que recibe apoyo y ahora piensa más en garantizar el bienestar de sus papás.

Aunque sigue pagando su parte de la renta del departamento en Cuajimalpa y cediendo su espacio a otros de sus amigos que requieren refugio, Pedro aún no decide si regresará a CDMX.

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Luis R. también forma parte del éxodo de CDMX.

El inicio del confinamiento coincidió con el fin del contrato de renta, por lo que avisó a sus roomies que no seguiría viviendo con ellos en un departamento de la Colonia Roma. Y regresó a Tulancingo, en Hidalgo.

“Por la mitad de lo que me costaba el cuarto en el departamento estoy rentando un departamento completo”, dice el economista.

Además, en Hidalgo vive su familia y… su novia.

Luis piensa que probablemente regrese a Ciudad de México en el mediano plazo, pero para eso falta por lo menos un año.

En su empresa, comenta, las oficinas están abiertas para quien quiera ir. “Solamente van los que no quieren estar en su casa, pero yo estoy bien aquí. Si no cambiara de trabajo por algo presencial, no volvería a la ciudad”, asegura.

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3. ¿Hay éxodo de CDMX?

Foto: Mario Jasso / Cuartoscuro.

Gene Towle —socio fundador de Softec, empresa que hace investigación en temas de desarrollo inmobiliario— señala que los chilangos son propietarios de alrededor de 50 mil casas de descanso fuera de CDMX.

Acapulco, Guerrero, y Cuernavaca, Morelos, concentran alrededor de 40 mil de esas viviendas. El resto se localizan en Valle de Bravo, en el Estado de México, y en el estado de Querétaro.

“Puede haber alrededor de 50 mil personas que usan una casa que antes era de fin de semana”, comentó en entrevista. “También hay personas que tienen familiares en otros estados”, agrega.

Si hacemos cuentas, la gente con casa fuera de CDMX apenas representa 0.54% de la población.

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Además, Towle explica que el año pasado se abrieron más créditos de vivienda a nivel nacional que en 2019. Para CDMX “calculamos que se colocaron 14 mil 300 créditos el año pasado”, dice.

Sin embargo, la demanda de vivienda en la Ciudad es mayor que la oferta, lo que eleva los precios. Por ello, mucha gente busca vivir en el Estado de México o en entidades cercanas al centro del país.

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En el contexto del éxodo de CDMX también está el factor del desempleo.

Al cierre del año pasado, 261 mil 465 chilangos estaban “desocupados”, cifra que representa a 6.6% de la población económicamente activa. Además, cerca de la mitad (47%) de los 3.6 millones que se mantenían ocupados o con una actividad remunerada lo hacía en el mercado informal.

El centro de análisis McKinsey realizó un estudio sobre trabajo remoto en ocho países, incluyendo México, analizando dos mil actividades y 800 tipos de empleo para identificar cuáles tienen mayor potencial de trabajo a distancia.

De acuerdo con los resultados, en México, sólo 18% y hasta máximo 26% del tiempo dedicado al trabajo tiene potencial de realizarse vía remota. Esto significa que el privilegio del trabajo a distancia es solo para una de cada cuatro personas en México.

Entre los sectores que permiten el trabajo a distancia, McKinsey menciona: finanzas y seguros, servicios técnicos, científicos y profesionales, educación, telecomunicaciones, ventas por mayoreo y bienes raíces.

Los de menor potencial son: agricultura, hotelería y servicios de alimentos, construcción, transporte y almacenamiento, manufactura, minería y ventas al menudeo.

Nuestros chilangos en fuga pertenecen a esa minoría que puede trabajar a distancia o su trabajo se puede replicar en otro estado sin afectar sus ingresos. Pero, al menos un 75% tiene que hacerlo de forma presencial en el país.

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4. ¿Cómo comprar en CDMX?

Gene Towle considera que este es buen momento para comprar una vivienda en CDMX. Un elemento a favor, explica, es que las tasas hipotecarias nunca han estado tan bajas en la historia del país.

La tasa de interés del Banco de México bajó de 7.25 a4.0%. Esto significa que los créditos son más baratos y con la misma cantidad se puede comprar una vivienda más amplia.

Además, actualmente la oferta es menor a la demanda.

“No han arrancado proyectos nuevos”, comenta Towle. “La cantidad de viviendas disponibles nuevas cada vez es menor y al no arrancar proyectos nuevos, en lo que piensas, se va a acabar la mercancía”, sugiere.

También es un buen momento para rentar, comenta, porque hay mucha oferta, pero la clave está en analizar las opciones y saber negociar.

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5. ¿Neta extrañan la Capirucha?

Mientras platican por videollamada desde la sala de su casa sobre lo linda que es Mérida, Jared y Armando dan detalles sobre qué extrañan de CDMX.

En Mérida hay buena comida regional, pero no hay tacos al pastor. “He ido a otros estados y encuentro tacos riquísimos, aquí no”, reprocha Jared. “Una vez pedí una torta de pastor, la abrí y era rojo fosforescente como de los Takis fuego. Me dio coraje”, dice con cara de frustración.

Armando comenta que extraña al resto de su familia, a sus amigos y la vida social chilanga, (¿pero quién ha tenido vida social el último año?). También echa de menos la comida y el clima.

En Chilangolandia, el récord histórico de temperatura fue de 30.4 grados hasta 2019, pero para Mérida eso no es nada. La capital yucateca alcanzó una temperatura máxima histórica de 43 grados en abril del año pasado.

—¿Y cómo los ven los habitantes Mérida?, pregunto.

—Con ojos de ¡váyanse!, responde Armando.

—No nos quieren mucho, agrega Jared con risa pícara.

En el fraccionamiento donde viven, la mayoría de sus vecinos son chilangos o de otras ciudades, solo un par de viviendas son ocupadas por habitantes de Yucatán.

“Como turistas nos tratan muy bien, pero como vecinos no hacen amistad tan fácilmente”, confiesa Armando.

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Jared y Armando no son los únicos que están cómodos con la decisión de dejar CDMX.

Desde Ensenada, Pedro destaca por teléfono las ventajas de haberse ido a Ensenada.

“Me levanto temprano, desayuno huevito con tocino. En vez de estar 50 minutos en el tráfico, salgo en bici. Voy a nadar dos veces a la semana al mar cuando hay buen clima”, presume. “Llevo una vida más saludable, he bajado 7 kilos y estoy en forma”.

Aunque Luis está a una hora (sin tránsito) de CDMX, para él, la ventaja más grande de vivir en Hidalgo es la calidad de vida.

“En Hidalgo, el consumo de gasolina ha bajado de tres mil a 700 pesos al mes”, dice. “No extraño el tránsito, nada, nada, nadita”.

Ahora que a sabes cómo está el éxodo de CDMX durante la pandemia, te invitamos a conocer la primera ciclovía inteligente que está en el Bosque de Chapultepec.