El luto acalla el bullicio citadino. Cientos de mujeres llegan una a una vestidas en tonos oscuros y con una vela que ilumina su rostro que parece de esqueleto, gracias al maquillaje en blanco y negro. Al ritmo de tambores, ellas se desplazan como la marea, cuyas olas son cruces rosas con nombres de niñas y mujeres asesinadas y acompañadas de la leyenda “Ni una más”.

Es la Marcha de las Catrinas, que se realiza cada noviembre desde 2016 con el objetivo de exigir justicia por los feminicidios que, día a día, arrebatan a hijas, madres y hermanas de una familia mexicana, quebrándola para siempre. Las orquestadoras: Las del Aquelarre Feminista, una colectiva que defiende los derechos humanos de las mujeres.

Otra colectiva feminista: Aquelarre Violeta

“Hacemos esa marcha con familiares de víctimas y todo gira en torno a ellas, porque lo importante para nosotras en esta marcha es la denuncia, es una forma de decir ‘está sucediendo esto, está habiendo omisiones en el sistema judicial a la hora de atender feminicidios’, entonces estamos constantemente ahí”, explica Ana Elena Contreras, una de las tres integrantes de la colectiva que le dio otro significado al grabado de José Guadalupe Posada.

Aunque la agrupación es pequeña en número, sus acciones impactan en la conciencia social. En la Marcha de las Catrinas participan diversas colectivas del Estado de México y CDMX, así como activistas independientes, defensoras de derechos humanos y cientos de mujeres empáticas ante el dolor de los feminicidios y la violencia de género. “Creemos que como la violencia escala –explica Ana– ha llegado también a las niñas con la misma saña, con los mismos rasgos crueles y despiadados con que asesinan a una mujer adulta, ahora también a las niñas y nos ha parecido muy importante visibilizar”.

De los últimos cinco años, 2019 fue el peor para ser mujer en la Ciudad de México, al pasar de 59 víctimas de feminicidios en 2015 a 67 el año pasado, de acuerdo con datos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CDMX), obtenidos a través de una solicitud de información hecha por Chilango.

Las del Aquelarre Feminista cuentan en su agenda la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en todo el país, campañas de difusión acerca de machismos y concientizar a la población sobre la violencia de género.

Otra colectiva: Frente Nacional para la Sororidad

Las integrantes Ana, Nicte y Adriana se conocieron en el ámbito gubernamental, pero las muestras de sororidad las unieron en la causa y así han logrado colocar los temas de género en el gobierno local, además de acompañar como vigilantes las acciones políticas para combatir la inseguridad y alzar la voz en el Senado para la despenalización del aborto a nivel nacional.

Ellas fueron impulsoras de la activación de la Alerta por Violencia en contra de las Mujeres, decretada el 21 de noviembre pasado en la CDMX, primero, al formar parte del observatorio ciudadano –con más defensoras de derechos humanos– para solicitar la medida en 2017.

Luego, a través de la campaña “La violencia de género vive entre nosotras”, insistieron en la necesidad de que se decretara la emergencia y realizaron, junto con otros grupos feministas, una serie de mesas de trabajo en todas las alcaldías para conocer las preocupaciones de las mujeres. Así, tras la declaratoria, forman parte del grupo interinstitucional y multidisciplinario que da seguimiento a las acciones que se establecen en la alerta.

La colectiva está cimentada con la experiencia de sus integrantes. Nicte-Há Tovar, originaria de la huasteca potosina, es perito en Ciencias de la Comunicación; Adriana Lecona es socióloga y fue encargada de un albergue para mujeres; y Ana Contreras es abogada y trabaja como asesora de un diputado en el Congreso de la Ciudad de México. Todas ellas han echado mano de las redes sociales y de su página web para generar información, convocatorias y marchas.

Para Las del Aquelarre Feminista se requiere depurar a los servidores públicos que no sirvan para hacer su trabajo, transversalizar los derechos humanos y de género, y apostar a la reeducación en toda la población, con la que se pueda desmontar la mirada hegemónica de lo tradicional, de los estereotipos y de los roles.

Otra colectiva feminista: Las Constituyentes CDMX

“No sé si es conservador o no, pero tener más vigilancia de los medios de comunicación, porque son los que perpetúan la cosificación de las mujeres, estos programas que –yo insisto– las pocas veces que tengo acceso a la televisión me pregunto qué están viendo los jóvenes, ven esa basura, es alarmante. Esos modelos son los que les están poniendo y son esos modelos porque es lo que vende”, lamentó Ana en entrevista con Chilango.

Aunque en México hay reguladores de medios de comunicación, explica Nicte-Há, no están funcionando debido a la corrupción y a prácticas machistas y sexistas, las cuales atraviesan cualquier rubro, a pesar de que dichos contenidos son cada vez más accesibles, por el alcance del internet.

El 14 de febrero, diversas colectivas y mujeres protestaron por el feminicidio de Ingrid Escamilla y la difusión de las imágenes de su cadáver, por lo que las manifestantes también acudieron a las afueras de las instalaciones del periódico La Prensa, en repudio a la exhibición de las fotografías.

Mientras tanto, Las del Aquelarre Feminista volverán en noviembre para la Marcha de las Catrinas, en la que, con indignación, enojo y tristeza, se sumarán más velas por las mujeres y niñas asesinadas hasta entonces.

“Tenemos que arrebatar este estado de emergencia y de violencia que está latente y que nosotras podamos hacer uso de espacios, hacer uso de diálogo incluso, porque de repente pareciera que nuestras voces han sido silenciadas, porque no hay velocidad para eso”, explica Nicte-Há. “No tendrían que darnos permiso, sino nosotras tendremos que estar arrebatando esas voces también, porque tenemos que ser escuchadas”.

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