El otro día estaba chupando tranquila en la cantina. En eso llegó un señor productor de cine a decirme que el feminismo era horrible porque, entre otras cosas, las malditas viejas exageradas le habían arruinado la vida a su querido amigo Nicolás López, un cineasta chileno al que una “pinche loca” le había inventado un caso de violación cuando él nada más “estaba coqueteando”. Y quien resultó ser director de Dulce Familia. 

Yo no sabía quién era ese cineasta, pero lo guguleé y esa “pinche loca” en realidad eran MÁS DE DIEZ MUJERES que reportaban agresiones sexuales. Y también me enteré de que hace películas en México y que este fin de semana se estrena una, Dulce Familia. Así como si nada, sin que nadie hable de quién es el tipo que la dirigió, qué bonita cinta “familiar” firmada por un hombre señalado por, entre otras dulzuras, abusar de una menor de edad.

Los primeros tres casos fueron dados a conocer por la revista Semana en junio de 2018. Aquí se puede leer al respecto. Y como casi siempre ocurre con agresores seriales, otros casos salieron a la luz. Horribles. Y luego otros más. Ugh.

5 cosas que tenemos que dejar de decir sobre las trabajadoras del hogar

El asunto ya llegó a las autoridades correspondientes y el señor lo está enfrentando desde la comodidad de su casita. Al parecer, Chile y México son naciones hermanas en cuanto a la ligereza con que se toman las denuncias de violencia sexual. La abogada de López ha dicho que se trata de un montaje (???), porque claro, tendría todo el sentido que un montón de mujeres que no se conocen entre sí se pusieran de acuerdo para hablar sobre la violencia ejercida por un tipo, obveeeeeo, porque ya se sabe que hablar públicamente de esto y/o ir a las autoridades a que te cuestionen y revictimicen es divertidísimo. Es lo que hacemos siempre que nos reunimos, además de menstruar, abortar y beber vino rosado, ¿a poco no sabían?

La investigación está en curso y “la moneda está en el aire”. Esperemos que la justicia chilena haga su chamba y que los productores de cine le garanticen un ambiente de trabajo seguro a las mujeres que trabajan en sus películas no contratando a humanos con estos antecedentes.

Esa es mi primera plaqueja sobre Dulce Familia.

Seis estupideces de los machines que viajan en Metro

Foto: Captura de pantalla del tráiler de ‘Dulce Familia’.

Por el trailer entiendo que se trata de una mujer con sobrepeso que se enfrenta a la discriminación y violencia de un mundo gordofóbico. Todo bien hasta ahí. El gran pedo es que el papel lo interpreta, redoble de tambores, una mujer flaca. Porque, jaja, o sea, CÓMO vamos a traer a una gorda, jajajaja, o sea, hay límites, mejor le damos cupcakes por un mes a una morra talla 4 y le ponemos ropa aguada, ugh, ¿te imaginas a una vieja de más de 60 kilos en el set? NO PINCHES WAY.

Fernanda Castillo es una actriz extraordinaria y estoy segura de que en esta cinta lo hace chingonsísimo. Pero es muy, muy problemático darle el papel de un personaje que pertenece a un grupo oprimido a alguien ajeno a éste. No porque no vaya a tener la capacidad de interpretarlo, sino porque es como decir “Mi odio hacia las gordas es tan grande que no estoy dispuesto a admitir a una en mi proyecto”. Es tan grave como hacer black face o poner a un hombre a hacer el papel de una mujer trans. Me van a decir “pinche exagerada”… igual que los gringos que pensaban que era perfectamente válido que un güero se pintara la cara con betún café y que subiera así al escenario.

Señora, no se siente (o haga lo que quiera)

Por otro lado, se entiende que la intención era lanzar una película taquillera. Y por supuesto que Castillo jala un chingo de público, con toda razón, así que desde el punto de vista comercial es muy lógico. Acá tenemos que preguntarnos por qué no hay actrices mexicanas gordas que tengan tanta fama y reconocimiento, al punto de que haya que “disfrazar” y engordar artificialmente a una flaca para que haga la chamba. Porque, breaking news, el peso y la forma del cuerpo no influyen en el talento actoral. Pero si en todos los ámbitos laborales existe discriminación contra la gente gorda (algo que hace mucho más daño que el sobrepeso en sí), en la industria del espectáculo la cosa se pone peor. ¿Qué mujer gorda va a querer dedicarse a la actuación, si ni siquiera los papeles de mujeres gordas se los dan a mujeres gordas?

Y hay otro gran pedo. El guión lo escribió un hombre (blanco y flaco, por supuesto), Guillermo Amoedo, un humano que jamás ha siquiera imaginado la experiencia de vivir en un cuerpo que se sale de la norma. Un tema durísimo del que por supuesto que se puede hacer comedia, PERO SÓLO SI TE ATRAVIESA A TI. Basta de apropiarse del dolor ajeno para contar historias. No mamen. Es como si yo escribiera un libro sobre una niña indígena, sobre una persona con discapacidad o sobre un hombre trans. NO, NO, NO.

No se trata de fiscalizar el entretenimiento de nadie: quien quiera ver Dulce familia, que vaya y la disfrute y desquite el dinero de su boleto y le aplauda un chingo a Fernanda y a las otras morras en pantalla. O mejor no, porque qué raro aplaudir en el cine. Pero sí preguntémonos por qué en pleno 2019 la industria sigue en manos de hombres. Por qué son ellos quienes toman las decisiones. Por qué tienen un porcentaje desproporcionado de poder que a veces se usa, como ya se sabe, para abusar o condicionar chambas a cambio de favores sexuales. Y por qué ni siquiera en un género tradicionalmente considerado “femenino”, como las comedias románticas, puede haber mujeres a cargo. Pero claro, si los productores (#NotAllProductores) siguen creyendo que diez señalamientos por acoso y abuso sexual son “una exageración” culpa de las feministas que están acabando con el romance, ahí les encargo cuánto nos falta para ver un cambio en México y Latinoamérica. Uf.

¡Hasta la próxima plaqueja!

Las opiniones expresadas por nuestros nuestros columnistas reflejan el punto de vista del autor, que no necesariamente coincide con la línea editorial ni la postura de Chilango.