¡Nada como nuestros tianguis coloridos y bien surtidos! En ellos podemos encontrar comida, ropa, insumos del hogar y otros productos al mejor precio. ¿Sabías que el origen de este tipo de comercio se remonta a época prehispánica? Para viajar hasta el esplendor mexica, aquí te contamos cómo eran los primeros tianguis de México. ¡Pásele, marchanta!

¿Cuáles fueron los primeros tianguis de México?

La palabra tianguis procede del náhuatl tianquiztli, que se traduce como “mercado”. Si bien existían diversos espacios comerciales a lo largo del territorio nacional en época prehispánica, lo cierto es que en la zona central se concentraban algunos de los más extensos e importantes.

Tal como señala la investigadora Pascale Villegas en su artículo Del tianguis prehispánico al tianguis colonial, la plaza del mercado de Tlatelolco constituía el espacio comercial más amplio en el tiempo de la conquista. De hecho, sus dimensiones eran tres veces mayores a las del mercado de Salamanca, la segunda ciudad más poblada de España en el siglo XVI.

De acuerdo con las crónicas de Hernán Cortes y Francisco López de Gómara, los tianguis del Valle de México contaban con una amplia diversidad de productos. Además de la impresionante cifra de visitantes (entre 40 y 60 mil personas en Tlatelolco), también se destacaban en términos de organización, seguridad e imparcialidad para resolver litigios.

Junto a la gran plaza de Tlatelolco, los espacios de Texcoco y Tenochtitlan poseían también sus propios espacios para el comercio e intercambio de mercancías. Asimismo, había mercados en Atzcualco, Teopan, Cuepopan y Moyotla, ubicados en los diferentes puntos cardinales de la Cuenca de México.

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¿Qué productos podías comprar en el tianguis?

La etnohistoriadora Amalia Attolini en el libro Caminos y Mercados de México señala que la oferta de productos en los tianguis era sumamente amplia y que se sostenía de la producción de los campos y talleres locales:

“Estos mercados prehispánicos se abastecían de lo que generaban las comunidades alrededor del lago: leña, chile, tortillas, tamales, atole, sal, cal para nixtamal, cerámica, algodón, petates, pino para antorchas y tochomite o pelo de conejo para la indumentaria”, asevera.

Además de estos productos destinados a la alimentación, vestido y cuidado del hogar, Hernán Cortés relató que podían comprarse piedras preciosas, diversos tipos de joyas, plumas de aves, adornos de hueso, conchas, caracoles, entre otros insumos.

Ahora bien, tal como enuncia el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), el trueque era el método más común para intercambiar productos y servicios en la época prehispánica. Sin embargo, también era común el uso del cacao como moneda de cambio, además de algunas herramientas elaboradas de cobre.

Castigos por robar en el tianguis

Como ya te adelantábamos, los tianguis prehispánicos contaban con un desarrollado sistema de seguridad y medidas estrictas contra el robo. En el lugar había jueces que resolvían disputas entre comerciantes y vendedores; también, por el lugar caminaban vigilantes para verificar que todo se encontraba en orden.

De acuerdo con Pascale Villegas, había castigos severos para los comerciantes que hacían trampa en la venta de productos o para los que eran sorprendidos mientras robaban: “La condenación dependía del delito, pero la muerte inmediata era el castigo más probable”, sostiene la investigadora.

Los detenidos eran conducidos a una plataforma conocida como momoxtli o mumuztli y allí recibían la condena por sus actos. La ejecución podía consistir en un golpe de macana o en linchamiento. Este espacio del mercado también fungía como un pequeño altar en el que se ofrendaban mazorcas, ají, tomates, frutas y diversas semillas.

Pero robar o cometer fraude eran solo algunos de los delitos que se castigaban con la muerte; en efecto, también recibían esta pena aquellas personas que intercambiaban mercancías fuera del espacio sagrado del tianguis.

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Transformación del tianguis en época colonial

Durante la conquista, la plaza de Tlatelolco constituyó el último bastión en caer ante la fuerza española. Tal como parafrasea Villegas, Hernán Cortés sabía que “una vez tomada la plaza del mercado, era toda la ciudad casi tomada y toda su fuerza y esperanza de los indios tenían allí”.

Cuando se trazó la ciudad colonial sobre las ruinas de Tenochtitlan, el espacio comercial de Tlatelolco quedó fuera de los primeros planos y un nuevo tianguis se instauró en el territorio central de la Nueva España. Este nuevo recinto para el comercio recibía a indígenas, mestizos, mulatos, negros y españoles a lo largo de amplias jornadas.

En conjunto con estos mercados, alrededor de la ciudad se ubicaban pequeñas tiendas especializadas; en ellas se podía encontrar toda suerte de productos, como plantas medicinales y carnes.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), todavía en la actualidad podemos encontrar tianguis de origen prehispánico; algunos de ellos son el mercado de Cuetzalan en Puebla, Tianguistengo y Otumba en Edomex, así como Tenejapa y San Juan Chamula en Chiapas. A estos tianguis ancestrales se suman el de Chilapa en Guerrero, el de Zacualpan de Amilpas en Morelos y el de Ixmiquilpan en Hidalgo.


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