En Chilango creemos que las cosas cambian, y eso está bien. Cómo hablamos, nos referimos a nuestro entorno y la audiencia que nos empeñamos en comprender y escuchar. Parte de estos cambios, por supuesto, es la lengua. La manera que la usamos para contar los eventos que más nos emocionan, los perfiles de las y los chilangos que la rompen todos los días, los acontecimientos que solo pueden suceder en esta ciudad que compartimos y amamos. 

Por ello, este año, tomamos la decisión de nombrar el especial de diciembre Chilangues del Año. Es una “e” en vez de una “o”, como característicamente se ha nombrado este especial durante varios años. Una sola letra, sin embargo, que carga con un bagaje cultural que inunda de significado esta decisión, a pesar de la incomodidad de algún demográfico específico. 


Una letra disruptiva

Por ello, y poder profundizar en las consecuencias y consideraciones que debemos tener con el lenguaje, platicamos con Paulina Chavira, asesora lingüística y periodista sobre cómo podemos comprender este proceso de transformación que está sucediendo frente a nosotros, nosotras y nosotres:

Esto ha pasado toda la vida. Siempre ha cambiado la lengua con modificaciones a la manera que nos expresamos. Creo que la única diferencia de lo que sucede actualmente con el leguaje inclusivo es que lo estamos atestiguando en primera línea —lo estamos viendo—. A mí, confieso, me parece increíble formar parte de este proceso. No estamos acabando con el español ni con “su herencia milenaria”, ni nada de eso. Estamos frente a algo que ha ocurrido desde un inicio.

Paulina es asertiva al mencionar que estos cambios, incluso desde la Academia de la Lengua, se contemplan como una evolución del lenguaje y no al contrario, ni a la inversa.

Hace dos años tuve la oportunidad de asistir al Congreso Internacional de la Lengua y tuve la oportunidad de entrevistar a la presidenta de la Academia Chilena de la Lengua, la primera presidenta de esta academia. Precisamente le pregunté sobre qué podemos hacer sobre el uso de la “e”. Dicho sea de paso, esto es algo que se discute desde hace muchísmo tiempo: en 1976 Álvaro García Meseguer, escritor y educador español, decía que la lengua era muy sexista y que necesitábamos una alternativa que no usara el masculino neutro como genérico, de hecho, proponía el uso de la “e”. Ella me contaba que es un tema muy cercano a su corazón, pero aún es difícil ver su solución. Por ejemplo, me decía, “el día que tu madre escriba un mensaje y utilice todes, nosotres, hijes, tal vez ahí habrá esperanza. Ocho meses después recibí ese mensaje por parte de mi madre. Es algo que ocupa más espacios o entornos cada vez más diversos. Les guste o no, llegó para quedarse.

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Lenguaje inclusivo: ¿Moda o realidad permanente?

Pero, ¿Por qué es algo más que una moda? La diferencia se puede diluir entre varios campos y movimientos sociales que en algún momento tuvieron una vigencia y ahora no la tienen. Sin embargo, la pugna por una sociedad más igualitaria, por eliminar los sexismos evidentes que ocurren al considerar al género masculino como la única base neutra para comunicarnos en nuestra lengua, es algo de lo que decidimos, activamente, formar parte.

Yo creo que no es una moda, especialmente el uso de la “e” para referirnos a personas no binarias, pues ser no binarie no es una moda. Es una expresión e identidad de género que no cambia, no es una moda que yo hoy me identifique como mujer. No es una moda pues es una forma y expresión de comprender el mundo. No identificarse con el género masculino ni femenino tiene una respuesta que se encontró en la “e”. Quizá en la cuestión de la pluralización sea más complicado, pero en lo que refiere a esto, de nuevo, llegó para quedarse.

Lo que nos falta entender es que la lengua se modifica dependiendo de cómo la utilicemos. Si es la “e”, será la “e”, luego podrá ser otra letra como la “i”. Ese es el aprendizaje: las cosas cambian y las modas transforman las cosas.

El lenguaje inclusivo es un fenómeno cultural que existe, un proceso de transformación y cambio que se está dando y sobre todo, una manera de poder nombrar existencias que no se identifican desde la imposición reglada del binarismo lingüístico. Si bien decía el filósofo austriaco Ludwig Wittengstein, “los límites del lenguaje son los límites del mundo”, bajo esa nota podemos comprender que mientras se amplíe más el espectro de comunicación de cosas o realidades que antes no tenían nombre, lo único que hace nuestro entorno es enriquecerse.

El lenguaje inclusivo propone hacer visibles a todas las personas que tienen diferentes expresiones de género. Pero, también, a las personas que tienen una discapacidad, ya sea visual o auditiva, porque incluye a esas personas por igual. Muchos dicen, “ahí están con la ‘e’ pero qué hay del braile o el lenguaje de señas”, pues claro: ¡también son parte de esto! De que todas las personas sean visibilizadas y escuchadas. Ese es realmente el objetivo.

Se ha centrado en la cuestión de género precisamente por referirte a la persona por como quiere ser nombrada. Incluso, la RAE misma dice que debemos respetar la forma como las personas quieren ser nombradas. El problema es que las academias no están formulando una propuesta para nombrarlas de esa manera. Esa es la maravilla del lenguaje inclusivo o incluyente.

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Una transformación en curso

En Chilango, consideramos absolutamente imprescindible formar parte de esta evolución lingüística y sabemos que el camino es largo. Pero cada paso cuenta, y con ello, buscar una comodidad de nuestro uso del español para todas las personas que lo hablen.

El papel de los medios de comunicación es importantísimo. Es una responsabilidad muy grande pues tenemos bajo nuestra capacidad o como herramienta principal que esto suceda con más y más frecuencia. La idea es que cualquiera pueda acercarse a un texto comprendiendo que lo escrito le aplica a cualquiera. Y no, no es que ahora será una obligación usar el lenguaje inclusivo, pero sobre todo, úsenlo cuando se les pide que lo usen.

Cuando desde Editorial Digital de Chilango se tomó la decisión de publicar una entrevista con Andra, hecha viral por reclamar el uso de su pronombre a un compañero durante clases, se tuvo consciencia de que la respuesta de la audiencia podría no ser positiva. Sin embargo, tal y como elle pide ser reconocide con el uso de la “e”, nosotres decidimos que los proyectos y personalidades con mayor presencia en la CDMX deben ir bajo el paraguas de que la diversidad de la ciudad, su potencia, fortaleza e infinitas maneras de comprenderse no se agotan con el masculino neutro. Esta ciudad es más que una “a” o una “o”, es la combinación de la incontable cantidad de factores que la hacen maravillosa y, por esto, destacamos a todes con una letra: “e”. Chilangues del año. 

En Chilango —como medio que comunica pero que ante todo que escucha y es sensible a su presente—, apostamos a esa transformación que democratiza y sobre todo habilita subjetividades. Asumimos el riesgo y el aprendizaje. Confiamos en que nadie quede afuera por el bien de todas, todos y todes.