Julia Sánchez es madre, jefa de familia y trabaja como vagonera en el Metro de la Ciudad de México.

En entrevista para Chilango, Julia cuenta que desde hace 22 años ser vagonera se convirtió en la fuente de ingresos para mantener a su familia.

Los primeros cuatro años vendió en la Línea B, la cuál va de Buenavista a Ciudad Azteca. Luego se cambió a la Línea 3, recorrido que comparte con su familia; hermanas, sobrinas, primas e hijas. Todas trabajan con Julia en las estaciones entre Universidad e Indios Verdes.

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Uno de los puntos a favor de trabajar en los andenes y vagones es la flexibilidad de horarios. Uno de los riesgos es la represión por parte de las autoridades, que incrementó después de que 66 estaciones de la red del Metro quedaron libres de comercio informal.

La mayoría de las vagoneras son madres, por lo que tienen que asistir a juntas escolares, apoyar a sus hijos con tareas y transportarlos; tener esa flexibilidad de horarios les ha dado la oportunidad de no dejar de generar ingresos sin dejar de lado a sus hijes.

Otro de los beneficios que mencionó Julia es el económico, “el tener un ingreso mayor al mínimo, pues la mayoría de nosotras no tiene un estudio académico y aquí hay un ingreso mayor… Más que el mínimo”.

Para muchas vagoneras ese ingreso ha significado poder darles una carrera a sus hijos e hijas, “de aquí han salido abogados, doctores e ingenieros”. La hija de Julia que también se dedica al comercio informal ha podido solventar clases extra curriculares para su hija.

La economía informal en las instalaciones del Metro ha dado empleo a muchas personas desde los inicios del sistema de transporte. Julia conoce a mujeres que tienen más de 40 años trabajando en los vagones. 

Las  jornadas en el Metro

Julia inició con la invitación de su amiga, así como muchas otras vagoneras, mujeres que se quedaron sin empleo y que necesitan sacar a su familia adelante. Se les platica de qué va el empleo, de los riesgos y de los beneficios.

En años anteriores la dinámica para empezar a trabajar en el Metro era diferente, existían líderes a los cuáles se les preguntaba si había “chance” de trabajar en el Metro, a partir de las represalias por parte de las autoridades han decidido dejar de esas prácticas.

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Ahora uno puede llegar a vender lo que quiera, en el horario y línea que mejor le convenga, pero como menciona Julia puedes trabajar pero es bajo tu propio riesgo.

El horario es el del metro: puedes trabajar desde las cinco de la mañana hasta las 12 de la noche. Julia menciona que a diferencia de las mujeres, los hombres vagoneros si tienen que cubrir un horario más completo, tienen jornadas más largas y suelen tener turnos matutinos.

Existen varios tipos de vendedores en el metro; los que recorren una sola línea, los piratas (que transitan de línea en línea), los que hacen base y los que se dedican a estar en los pasillos.

Antes de iniciar turno se tiene la costumbre de preguntar a otras compañeras que es el producto que llevan en ese momento para no ofrecer lo mismo. En el caso de notar que hay muchos vendedores en esa dirección se hace el cambio a la dirección contraria para evitar aglomerarse.

¡Llévele güerita, el producto nuevo, de novedad!

Desde plumas, sopas de letras, dulces, cubrebocas y lo que menos te imaginas puedes encontrar con las vagoneras. El escoger y llevar esos productos a la venta es toda una ciencia. Saber qué es lo que está de temporada; que va a pegar y que será pérdida.

Cuando es temporada de calor las vagoneras optan por cosas que puedan ayudar a las usuarias a aliviar su trayecto, desde un abanico hasta unas congeladas o paletas de hielo. “Vamos al centro a buscar mercancía… Ahora sí que nos llevamos bajo la intuición y pues también a lo largo de los años, vamos adquiriendo esa experiencia… ¿Qué es lo que puede necesitar la gente?”, compartió Julia para Chilango. 

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Otro factor que influye en la venta y distribución de los productos son las líneas en las que se mueven las vagoneras. Aunque el público es diferente en todas las líneas, Julia argumenta que lo único que importa es la constancia de vender, es lo único que puede llegar a afectar cada venta.

Los productos favoritos de Julia son los dulces, alegrías, chocolates para la temporada de frío.

Para Julia y sus compañeras la situación de la epidemia por COVID-19 les afectó en el bolsillo. Unas por otras; dejar de vender, no contagiarse pero no tener ingresos o salir a vender y cuidarse.

Julia empezó a vender cubrebocas de tela con la ayuda de su hija y de su yerno, que era el costurero. Gracias a esas ventas su familia pudo subsistir a la pandemia.

¿Cuáles son los riesgos que implica este oficio? 

“Si te agarran mínimo son 13 horas de arresto o de $200 a $300 pesos de multa…” Julia menciona que es un trabajo de riesgo, pues puedes perder tu mercancía o la ganancia del día si te llegan a detener los policías. Incluso los días que no se dedica a trabajar y ocupa la red del Metro como usuaria ha llegado a tener problemas con la policía.

Varias vendedoras han desistido por la represión que ha ido aumentando, prefieren buscar otra fuente de ingresos que llegar a perder la ganancia de un día y su mercancía.

“Ya tengo 50 años, entonces ya no es la misma resistencia, ni esa misma constancia como en años anteriores. Es un desgaste el que luego estar constantemente con esa presión muchas veces dicen bueno ¿y por qué no cambias de trabajo? Si para ti es mucha tensión, pero no entienden que esto es parte de mi trabajo, también es un trabajo en el que no estoy robando, no estoy lastimando, no estoy agrediendo. Estoy trabajando”. 

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La Colectiva “Leonas en Manada” está conformada por vagoneras que buscan mejorar las condiciones en las que ejercen su trabajo. Buscan ocupar (con renta social) los locales vacíos que están en las líneas uno y tres, específicamente en estaciones como Tacubaya e Hidalgo.

Conversando con Julia sobre la petición que tiene la Colectiva menciona que buscan tranquilidad, no ser perseguidas y reprimidas. “Queremos seguir trabajando, queremos vivir trabajando, queremos seguir llevando ese sustento a nuestros hogares. Nosotras también somos mujeres y queremos seguir queriendo salir adelante… Tenemos que salir adelante de esta informalidad para convertirla en formalidad.”

La Colectiva busca tener mesas de diálogo con la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, para lograr un acuerdo y que las dejen trabajar ya sea en los vagones, pasillos o en los locales sin persecución policial y sin ser criminalizadas.