El Movimiento Estudiantil de 1968 simboliza la lucha por la libertad y la democratización del país. Pero también recuerda la cara más cruel de la represión del Estado mexicano.

Antes y después de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, estudiantes, académicos, sindicalistas y líderes sociales fueron detenidos arbitrariamente y recluidos en el Palacio de Lecumberri, donde sufrieron tortura psicológica y violencia física.

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De hecho, mucho de lo que hoy sabemos sobre aquella época fue escrito por presos políticos desde sus celdas en Lecumberri. Aquí, Luis González de Alba escribió su libro Los días y los años, mientras que José Revueltas ideó México 68: Juventud y Revolución.

Además, hoy en día la antigua penitenciaría de Lecumberri es sede del Archivo General de la Nación. Este sitio alberga documentos oficiales sobre lo ocurrido en México durante el verano del 68. Por ello, es fundamental para construir y preservar la memoria histórica; es decir, para que, en efecto, el 2 de octubre no se olvide.

Visitamos la expenitenciaría de Lecumberri junto con Rodrigo Moreno Elizondo, subdirector de Acceso y Servicios al Público del Archivo General de la Nación. Esto es lo que nos contó sobre la información y las historias que el recinto guarda acerca del Movimiento Estudiantil de 1968.

Archivo General de la Nación
La antigua cárcel de Lecumberri actualmente es la sede del Archivo General de la Nación. / Foto: Rafael Amed

El régimen que enfrentaron

Lo primero que hay que entender para contextualizar el Movimiento Estudiantil de 1968 es el régimen al que se enfrentaron sus integrantes:

“Era un régimen que no permitía la disidencia política. Y cuando se manifiestan estas demandas populares de mejores condiciones laborales, de democratización de los sindicatos, respondía de una manera violenta”, explica Rodrigo Moreno Elizondo.

El especialista agrega que antes de 1968 ya habían sido reprimidos movimientos sindicales, como el del magisterio o el de los ferrocarrileros. Además, el Estado limitaba las demandas populares por medio del control corporativo y de las confederaciones sectoriales. Mientras que a la disidencia la perseguía a través de un aparato que combinaba el espionaje con cárceles como la de Lecumberri:

“Esta prisión estaba engarzada con este sistema de espionaje y de vigilancia de manera tal que las personas que estaban siendo seguidas terminaban en muchas ocasiones aquí, si no es que eran desaparecidas”, comenta Rodrigo.

Cárcel de Lecumberri
Torreón de la antigua cárcel de Lecumberri. / Foto: Rafael Amed

Los presos del Movimiento Estudiantil de 1968 en Lecumberri

Respecto a los presos del movimiento estudiantil que cayeron en Lecumberri, Rodrigo menciona que la ola de detenciones comenzó mucho antes del 2 de octubre, desde el mes de junio.

Registros periodísticos de la época recuerdan que el 18 de septiembre el Ejército entró a Ciudad Universitaria. Ese día fueron detenidos Ifigenia Martínez, directora de la Escuela de Economía; Julio González Tejada, director de Orientación y Servicios Sociales y Pablo Marentes, director de Información y Relaciones. También estudiantes, profesores e investigadores. Algunos terminaron en Lecumberri tras pasar una noche en el Campo Militar Número 1.

Asimismo, terminaron en Lecumberri algunos de los sobrevivientes de la masacre de Tlatelolco. Uno de ellos fue el propio Luis González de Alba, quien también pasó una semana aislado en el Campo Militar. Álvarez Garín, Manuel Peimbert Sierra, Gilberto Guevara Niebla, Nicolás López Martínez, Pedro Castillo Salgado y Eli de Gortari también estuvieron entre los reclusos de Lecumberri.

Presos políticos del Movimiento Estudiantil de 1968
Luis González e Alba / Foto: Wikimedia Commons

Los presos políticos de 1968 permanecieron en Lecumberri hasta 1971 o años posteriores. Ello a pesar de que muchos no contaban con sentencia alguna.

Rodrigo explica que Lecumberri se inauguró en 1900. Creada por Porfirio Díaz, “se esperaba que fuera la prisión más moderna de su tiempo”. Pero con el paso del tiempo, se convirtió en una cárcel preventiva. Ello dio pie a que se convirtiera en el lugar a donde iban a parar los presos políticos:

“La cárcel preventiva implicaba que aunque tú no tuvieras una condena y estuvieras en proceso, podías estar preso. Esto fue muy importante porque va a permitir que no solo haya condenados en esa cárcel, sino personas que apenas estaban en proceso”.

La vida dentro de Lecumberri

Tortura física y psicológica, extracciones ilegales, segregación y espionaje eran tan solo algunas de las condiciones en las que vivían los presos políticos del Movimiento Estudiantil de 1968.

“Había casos de extracción ilegal de los presos para torturarlos e interrogarlos“, relata Rodrigo:

“Uno de esos casos es el de Pablo Alvarado Barrera. Fue detenido en 1967, recluido aquí y llevado de manera ilegal para su tortura en el Campo Militar Número 1. Después, lo trajeron de vuelta acá”.

Rodrigo también cuenta que los presos políticos vivían en una zona específica: la Crujía C. Ello le permitía a la dirección de la penitenciaría girar instrucciones a los presos comunes para que los golpearan.

Presos del movimiento estudiantil de 1968 en la cárcel de lecumberri
Así lucen actualmente las antiguas crujías de la cárcel de Lecumberri, / Foto: Edgar Ulises Segura Martínez

El especialista también recuerda que los presos políticos intentaron defender sus derechos. Incluso organizaron una huelga de hambre en 1969, un año después de su detención. Sin embargo, como respuesta obtuvieron una ola de violencia que terminó en con muertos por arma de fuego y heridos por arma punzocortante:

“[Los dirigentes de la penitenciaría] se pusieron de acuerdo con todos ellos [los presos comunes] para que aislaran a los presos políticos. Una vez que inició la huelga de 1969 se dio la instrucción para que todos esos presos agredieran a quienes se encontraban en la Crujía C. Hubo un enfrentamiento muy cruento, incluso con fallecidos, disparos de bala, gente que terminó con lesiones por armas punzocortantes. Eso formaba parte de la cotidianidad de esta prisión, sobre todo para los presos políticos”.

Además, muchos de los presos políticos llegaron a Lecumberri tras ser espiados por la Dirección Federal de Seguridad. Pero una vez dentro, el espionaje continuaba en el intento de las autoridades por desarticular al Movimiento Estudiantil de 1968: “Tenían gente infiltrada en las propias crujías que interceptaba documentos que generaban los presos“, relata Rodrigo.

Asimismo, los presos tenían que enfrentar los intentos de la dirección de la penitenciaría para dividir al movimiento. Entre la tortura y promesas de liberación anticipada o trato diferenciado, se incentivaba a los presos a delatar sus compañeros:

“Terminaron generando procesos de desconfianza entre los propios presos. Hubo algunos que decidieron negociar su liberación”.

Memoria Histórica del Movimiento Estudiantil de 1968 en el Archivo General de la Nación

La memoria histórica de lo que sucedió en Lecumberri y en 1968 hoy permanece en el mismo lugar. En 1976 el Palacio de Lecumberri cerró sus puertas como cárcel. Pero en 1982 pasó a convertirse en sede del Archivo General de la Nación.

Rodrigo explica que, entre los expedientes que guarda el archivo, se encuentran los documentos de la Dirección Federal de Seguridad. También de la Secretaría de la Defensa Nacional y archivos personales de exmiembros del Movimiento Estudiantil de 1968, como Luis González de Alba. Además:

“Hay solamente un expediente, una serie de legajos que hablan del movimiento del 68 de manera concentrada. Se llama ‘El problema estudiantil’. Estos legajos forman parte de las versiones públicas elaboradas por el CISEN con base en los reportes de la Dirección General de Seguridad y la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales”.

Con ello es posible reconstruir la memoria histórica de lo que sucedió en aquel año para que el Movimiento Estudiantil de 1968 no se olvide.

El Archivo General de la Nación cuenta con una exposición fotográfica de la época en la que el inmueble que lo alberga era la cárcel de Leccumberri. / Foto: Edgar Ulises Segura Martínez

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